Punto de encuentro

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-Bien, es hora de poner tu plan en marcha.-Dijo Eder con total confianza.
-Sí. El primer paso es llegar al punto de encuentro y montar un campamento. Pero no podemos ir solos, tiene que venir todo nuestro ejército.
-Joder, que fácil lo tienes Unai.-Se rió Pol.
-Ventajas de no ser rey.-Respondió entre risas.
-¡Bueno bueno, dejad de hablar y moveos! Venga, mañana al mediodía en el punto de encuentro, cerca de aquí, en las montañas en las que se sitúa Kata. No tardéis.
-Quien llegué más tarde sin aviso previo y una buena razón será ejecutado. Esto es para prevenir más espías.-Sugirió Jan.
-Me parece un poco fuerte, pero adelante.-Dijo Daniel.
-¡Venga, ya hemos perdido mucho tiempo!-Me quejé.-¡Los tareses se mueven!

Cada uno montó en un caballo y se fue por su cuenta. Terencio y yo también montamos en un par de caballos, pero esperábamos a Alfonso, quién nos había sugerido no ir solos. Además, quedaba al lado de Kata, así que no tenía ningún problema.

Luego de un rato llegó.

-¡Alfonso!-Saludé.-Si que has tardado…
-¡Hola! Sí, esque…
-No son pocos.-Dijo Terencio.
-Justo eso iba a decir.
-¿Nos movemos?-Sugerí.
-Sí.

Llegamos rápidamente al punto de encuentro y montamos un campamento. Llegamos los primeros. No había nada que hacer, por lo que nos aburríamos mucho.

Los guerreros de Alfonso, en cambio, se lo pasaban bien. Hablaban mucho, así que me acerqué a escuchar varias conversaciones.

-Oye, ¿Crees que Albion es tan fuerte como dicen?-Preguntó uno de ellos.
-No.-Intervine.-Albion es débil, un cobarde. Es el potente ejército que ha logrado formar lo que le mantiene con vida. A diario estás con gente más fuerte que él y que tú. Gente como yo.
-¿Tú?-Se rió.-Pero si apenas tienes 15…
-Aceptalo, solo eres el chico de los planes.-Dijo otro de ellos.
-Pues luchad contra mí. Venga, si tan seguros estáis, aceptad el dos contra uno.
-Te vas a arrepentir, rey.
-En pie.

Ambos se levantaron y tomaron sus espadas.

-¡Ahhh!

El primero se lanzó con todo. Bloqueé su ataque y le lancé una potente ráfaga de golpes. Lo desarmé y tomé su espada.

Lo tumbé de una patada. Todo esto mientras el otro se posicionaba detrás de mí, preparado para saltar a mi espalda.

Me aparté rápidamente y cayó al suelo. Les apunté a ambos con una espada al cuello antes de soltarlas y retirarme victorioso.

-Joder…

Me fui con Terencio, quién estaba tocando para el resto de soldados.

-Teren, ¿Te apetece entrenar?
-Ahora no. Estoy tocando, pero puedes quedarte si quieres.

Me tumbé a su lado a escuchar sus canciones mientras veía las nubes pasar.
Estuve ahí menos tiempo del que me gustaría. Nunca me he sentido tan vivo. Recuerdo una nube con una forma extraña…como de un dragón.

Finalmente me levanté y fui a ver a Alfonso.

-¿Todo bien?-Pregunté.
-Sí. Un poco aburrido y cansado, pero sí.

Entonces una sombra se movió. Parecía tener ojos. Cuando se acercó, lo vimos más claro.

-¡¿Unai?! ¡¿Cuándo has llegado!?-Dijo Alfonso un poco asustado.
-Siempre he estado aquí. No tengo ningún ejército que traer, ¿Recuerdas?
-Joder Unai…

Todos fueron llegando uno por uno. La fiesta ya estaba montada, pero faltaba alguien.

-¿Alguien ha visto a Víctor?-Pregunté.
-Son las once y media. Como no llegue ya…-Dijo Alberto.
-No, si esque este chico no tiene remedio.-Se rió Pol.

Los minutos pasaban, y Víctor seguía sin venir.

-Pues como no llegué con una buena excusa…-Intentó decir Daniel.

Entonces todo comenzó a moverse. La sensación era como la de un pequeño terremoto. Finalmente se abrió un agujero en el suelo. Era Víctor.

-¿Víctor?-Dije un poco desconcertado.
-He llegado puntual.-Sonrió.
-¡¿Se puede saber qué haces?!-Se quejó Alfonso.
-Sí, veréis, en el camino hemos encontrado un pozo. No era muy profundo como para ser un pozo, y como nos van los túneles, decidimos bajar. Y aquí estamos, justo al lado de Kata, en medio de esta “sala de reuniones”.-Explicó.
-¿Sabes que casi te ejecutan?-Dijo Eder.
-Yo lo mataba encantado.-Dijo Pol con total seriedad.
-Bueno, no perdáis más el tiempo y subid.-Sugerí.

Nos volvimos a reunir en cuanto Víctor y los suyos se instalaron.

-Bueno, ya os sabéis el plan. Saldremos al alba. Ahora descansad, lo vais a necesitar.

Juanjo III y la guerra de unificaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora