Narra Gavi.Mi relación con Mía ha cambiado a mejor, y menos mal que ha sido así, porque estábamos todo el día como el perro y el gato. Sinceramente, me pasé con ella. Fui muy maleducado, y la verdad es que no sé por qué actúe así sin conocerla de nada. La juzgue demasiado.
Y cuando me explicó parte de su vida, sentí como algo dentro de mí se removía. Si ya me dolía como me había comportado con ella, al enterarme de eso fue aún peor. Me sentía mal conmigo mismo.
- Chiquitín, ¿en qué piensas? - me pregunta Eric, sacándome de mis pensamientos.
- En nada - respondo.
- No será en cierta rubia llamada Mia - dice riendo, y yo niego.
- No, no estoy pensado en ella.
- Sí, ya claro, y yo soy rubio - dice, y reímos. - Venga, anda, vamos a entrar ya, que si no el míster nos echa la bronca.
Saltamos al campo de entrenamiento y nos reunimos con los demás compañeros para empezar. Comenzamos con carreras suaves continuas, después aceleramos un poco, hacemos algunos ejercicios físicos y por último un rondo.
- Gavi - me grita Pedri, y alzo la mirada para mirarlo. - Hoy estás que no estás - añade, y aunque no quiera darle la razón, asiento.
No sé qué me pasa. pero en el rondo no doy ni una. Y eso es algo raro en mí. Siempre soy ese tipo de jugador que lo da todo, en cada entrenamiento, en cada partido. Pero hoy, parece ser diferente.
- Aquí acaba el entrenamiento - grita el míster.
Vamos al vestuario para ducharnos y cambiarnos de ropa. Y después, salimos de aquí, esta vez me voy con Nico.
- Tío, ¿te pasa algo? - me pregunta mirándome mientras arranca el coche.
- No, no... bueno no lo sé - respondo, llevándome las manos a la cara, frustrado.
Paramos un momento en la salida, donde hay varios fans. Este momento siempre me abruma un poco, pero que se le va a hacer.
- ¿Quieres ir a algún sitio? - me pregunta Nico.
Miro la hora y falta apenas diez minutos para que Mia salga de la universidad.
- ¿Podrías llevarme a la facultad de bellas artes? - pregunto, y él se ríe.
- Ay, Gavi... te estás enchochando - comenta riendo y yo niego.
- Qué va. Es una chica guapa y me atrae, pero nada más.
- Perdóname que te diga... es un bombón - responde, y yo lo miro mal.
No sé por qué me ha salido esa mirada.
- ¿Celos, Gavi? - pregunta, y yo me muerdo el interior de la mejilla.
- Claro que no.
- Haré como que te creo - dice, divertido.
Mientras llegamos, escuchamos una de las playlists de Nico. Hay que decir que el tío tiene buen estilo musical. No tanto como el mío, pero el suyo tampoco está mal.
Llegamos a la universidad y ya están saliendo. Me quedo en el coche esperando que no haya tanta gente. Mía pasa por el paso de peatones justo delante de nosotros y Nico le pita. Ella se asusta, da un pequeño salto y se lleva la mano al pecho. Nico y yo nos reímos. Mira para tratar de averiguar de quién ha sido, y cuando descubre que somos nosotros, niega con la cabeza entre risas. Se despide de sus amigos y se acerca. Nico baja la ventanilla y se apoya en ella.
- ¿Qué hacéis por aquí? - pregunta sonriendo.
- Que aquí el niño quería verte - responde Nico, dándome un codazo y yo me pongo rojo.
Ella se ríe y Nico se une a sus risas.
- Vamos, móntate - dice Nico.
Mia sube al asiento de atrás, pero antes nos da dos besos a cada uno.
- Nico, déjanos en el restaurante que solemos ir - susurro, y él asiente.
En menos de quince minutos estamos en el restaurante.
- ¿Qué es esto? - pregunta Mía.
- Un restaurante - respondo. - Vamos, Mía - le digo.
Salimos del coche y ella se queda perpleja al ver como Nico no baja.
- Adiós, parejita - se despide Nico, haciendo un gesto con la mano.
Agarro la mano de Mía y tiro de ella para entrar al restaurante.
- Gavi, que no. Me niego a que tu pagues todo. Déjame pagar la mitad - pide ella, y yo niego.
- De eso nada - me niego en rotundo. - Yo te he invitado, yo pago. Tú me invitas ahora a un helado - digo y ella ríe.
-Mm...bueno, está bien, yo te invito ahora a un helado.
Salimos del restaurante y, dicho y hecho, ella me invita a un helado de chocolate. Nos lo comemos en un parque, sentados, disfrutando de la compañía del otro. Estamos aquí una hora más o menos.
- Vamos a ir a por mi moto. Te voy a llevar a un lugar increíble - digo, y ella abre la boca sorprendida.
- ¿Tienes moto? - pregunta, y asiento.
- ¿Te gustan? - pregunto.
- Amo las motos - responde, sonrío al oír su respuesta.
Llegamos a mi casa, que no está lejos del restaurante. Cojo la moto, le doy un casco y nos vamos.
- Agárrate bien a mí - le informo y ella asiente.
Siento su agarre y sonrío, aunque sé que no puede verme.
Llegamos. Nos quitamos los cascos y andamos unos pasos hasta llegar a nuestro destino.
- Esto es precioso - susurra.
- Verdaderamente lo es.
Estamos frente a uno de los mejores miradores de Barcelona, desde el que se ve toda la ciudad. Nos sentamos y el cielo empieza a teñirse de colores, dejando un atardecer de lo más bonito.
Apoya su cabeza en mi hombro y yo sonrío mientras dejo un beso en su frente.
- Gracias por esto, Gavi - me agradece, con una enorme sonrisa mientras me mira.
Y es ahí, cuando siento mi corazón latir con fuerza.
- No me tienes que dar las gracias por nada, Mía - respondo, y quedamos abrazados.
- Te late el corazón muy rápido - dice, y yo rio nervioso.
- Mira las estrellas - digo, y nos quedamos observando cómo empiezan a aparecer en el cielo de Barcelona.
Cuando ya cae más la noche, decidimos irnos. Llegamos a casa de Mía. Se baja de la moto y me da el casco para guardarlo. Me da un abrazo y un beso en la mejilla.
- Mía - pronuncio su nombre, haciendo que ella se gire.
- Dime - responde.
- Sé que tú corazón va a latir por mí - digo, y ella sonríe.
- Nos vemos, Gavi - se despide riendo.
- Adiós, feita - digo sacándole la lengua.
- Adiós, pesao - dice y yo rio.
La veo entrar en su casa y sonrío mientras arranco la moto para volver a la mía.

ESTÁS LEYENDO
Cúrame
Fiksi Penggemarʟᴀ ᴠɪᴅᴀ ꜱᴏɴ ᴄᴀꜱᴜᴀʟɪᴅᴀᴅᴇꜱ ʏ ᴛú ᴇʀᴇꜱ ᴍɪ ᴍᴀʏᴏʀ ᴄᴀꜱᴜᴀʟɪᴅᴀᴅ. - " Qᴜɪᴇʀᴏ ᴛᴏᴅᴏ ᴅᴇ ᴛɪ" - " ꜱé qᴜᴇ ᴛᴜ ᴄᴏʀᴀᴢoɴ ᴠᴀ ᴀ ʟᴀᴛɪʀ ᴘᴏʀ ᴍɪ"