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Narra Mia.
Sábado 27 de noviembre.

Me levanto por la mañana temprano pues ahora ya estoy acostumbrada a despertarme para ir a la universidad me levanto temprano.

Desayuno una tostada de jamón y tomate mientras miro las redes sociales.

La mañana ha sido bastante entretenida, no he parado de hacer trabajos de clases. Y también he estado liada estudiando temas de casi todas las asignaturas.

Tengo varias cosas que hacer de la universidad, así que pienso que lo mejor es que me ponga a hacerlo ya y no lo retrase.

A eso de las una me cambio de ropa y me visto más formal, un pantalón vaquero y un jersey beige acompañado de mis habituales converses. Me embadurno de colonia, me maquillo muy sutilmente y me peino dejando mi pelo completamente liso.

Salgo de casa y voy hacia la parada de bus que está en la esquina de mi casa, me monto en el autobús para ir a casa de Patricia, pues vive en la otra punta de Barcelona.

Cuando llego ya están allí Marc, Alejandra y Bea.

- ¿hacemos una barbacoa? - pregunta Patricia y todos asentimos.

- pero, y ¿si quemamos algo? - pregunta Marc.

- yo de nosotros la verdad es que no me fiaría mucho - digo.

- llamo a mis padres.

Finalmente los padres de Patricia son los que acaban haciendo la barbacoa aunque nosotros colaboramos.

- ¿planes para esta noche? - pregunta Alejandra.

- primero deberíamos de ver el barca que si no Mia no ve a su Gavi - dice Bea y yo me pongo roja.

- pero mira que mona - dice Patricia y comenzamos a reírnos.

- bien pues primero vemos el partido, ¿y después? - pregunta Marc.

- después podemos ir a una discoteca - opina Alejandra.

- estupendo - digo y chocamos las manos.

- ¿ y cómo va tu relación con Gavi?

- va bastante bien, al principio cuando nos conocimos nos llevábamos fatal, no nos podíamos aguantar mutuamente, pero todo ha cambiado - digo y ellos asienten.

- vaya si ha cambiado - dice bea.

- Mia me tienes que presentar a alguno de esos chicos guapos - dice Marc - además están muy buenos - dice y reímos.

- ¿todos queréis ahora un novio futbolista? - pregunta Alejandra.

- hombre haber están para mojar pan - dice Bea y reímos.

- a ver por mi como si quiere ser carpintero pero que este de buen ver - dice Patricia.

- a mi mientras me de lo mio - dice Marc y reímos.

Marc es de las personas más graciosas y con más sentido del humor que he conocido, me rio mogollón con él.

- cambiando de tema, ¿cómo lleváis los exámenes? - pregunta Marc.

- lo llevo más o menos, todavía me queda pero ahí vamos - digo.

- yo para ser sincera ni he empezado - dice Bea.

- si sirve de consuelo yo comencé ayer - dice Alejandra.

- yo hace un par de semanas - contesta Patricia.

- vamos que todavía nos queda - dice Marc y todos soltamos un suspiro.

Después de tomarnos un café todos juntos, me monto en el autobús y vuelvo a casa.

La verdad es que ha sido buena mañana, aunque lo de estudiar se podría quitar perfectamente porque no es algo que sea divertido, pero así es la vida de estudiante y no me quejo demasiado porque esto es lo que yo he elegido.

El autobús me deja en la parada de la esquina de mi casa, bajo del autobús y comienzo a andar.

Estoy volviendo a casa con los cascos de música puestos, y voy tarareando la música de Aitana muy metida en mi mundo. Que no echo cuenta de todo lo que pasa la verdad, cuando voy en mi mundo es muy difícil que me saquen del.

Antes de volver a casa, me paso a recoger unas cosas que tenía en correos y aprovecho para comprar algunas cosas en el supermercado.

Cuando salgo del supermercado, me vuelvo a poner los cascos y sigo escuchando música.

Antes de llegar a casa, escucho mi nombre a gritos y me quito los cascos para poder saber de quien trata pero no veo a nadie, así que pienso que puede ser fruto de mi imaginación.

Entro en casa y meto la compra en su lugar correspondiente. Y dejo los paquetes en lo alto de la mesa para abrirlos después.

Por suerte hoy el día esta algo soleado y hace tiempo que no hago mucho deporte, decido salir a correr por el parque de enfrente de casa. Me pongo unas mallas deportivas, unas zapatillas deportivas y una sudadera con una camiseta de mangas cortas y el pelo me lo recojo en una coleta alta.

Salgo y comienzo a trotar lentamente para después ir aumentando la velocidad progresivamente.

Vuelvo a escuchar mi nombre y me giro, veo a un hombre que no conozco y empiezo a correr de nuevo.

Ese hombre no me da muy buenas vibras.

Doy dos vueltas alrededor del parque y me siento en un banco de madera para beber agua, que acabo dejando el culillo de la botella solamente.

Veo como una mujer con una sudadera con capucha se sienta al lado mía.

Voy a levantarme pero me agarra de la muñeca impiendo que me levante. Grito de dolor y se gira a mírarme.

Abro los ojos al ver que la mujer es mi madre.

Me intentó deshacer de su agarre pero me lo impide tirando más fuerte.

- déjame en paz - le grito.

- no te vas a mover de aquí niñata maleducada.

- para maleducada ya estás tú - contestó.

Siento un empujón por detrás que me hace caer al suelo, me quejo y veo a mis padres reírse.

Los dos se acercan y se agachan quedamos a mi altura.

- ¿pensabas que no te íbamos a encontrar? - pregunta mi padre.

- eres tan tonta - dice mi madre - no sirves para nada

- ustedes dos si que no servís para nada, sois malos - digo - ¿quereis que lo repita de nuevo? M- A-L - O - S.

Enseguida siento la mano de mi padre sobre mi mejilla y se que lo más seguro es que esa zona se me esté poniendo roja.

Mi madre me pega una patada en el estómago, y yo me encojo y comienzo a llorar.

No puedo moverme ahora mismo, tampoco puedo ni hablar.

Escucho una voz a lo lejos y poco a poco la voy escuchando más de cerca hasta que identifico a Gabriela hablar.

- dejadla ahora mismo o llamaré a la policía - dice Gabriela y escucho a mis padres irse corriendo.

Pero antes de esto mi padre golpea mi cabeza fuertemente.

Gabriela se agacha y me acaricia la zona donde me han golpeado.

- voy a llamar a la ambulancia - dice Gabriela y yo muevo la cabeza como puedo.

La ambulancia llega y me tumban en la camilla.

- Mia no cierres los ojos por favor.

Pero ya es tarde, mis ojos se cierran y yo no puedo hacer nada. Solo escucho las sirenas de las ambulancias dirigiéndonos hacia el hospital y a Gabriela llorar.

CúrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora