Narra Mía.
Una casa grande. Demasiado grande. Y a la vez, inquietante. Estoy sola, entrando en ella como si algo me arrastrara. En medio del salón, unas escaleras de madera carcomida, con peldaños rotos y crujientes. Subo despacio, con cautela. Afuera, el viento ruge con furia y la lluvia golpea los cristales como si quisiera entrar.
Abro una puerta del pasillo de arriba. No hay tiempo de reaccionar. Siento cómo tiran de mi brazo con violencia. Una mano me tapa la boca. Intento soltarme, pero es inútil.
Un golpe seco en la costilla izquierda me deja sin aire. Caigo al suelo. El dolor me atraviesa. Apenas puedo respirar. Otro golpe, esta vez en las rodillas.Las lágrimas me inundan el rostro. Estoy indefensa.
Y entonces los veo.
Mis padres.
Mi exnovio.
Son ellos.Me atan a una silla. Una cinta en la boca. No puedo moverme. No puedo gritar. No puedo hacer nada.
Despierto empapada en sudor, temblando. Gavi me acaricia el rostro con ternura, sus manos cálidas, su voz un bálsamo.
—Shhh... fue solo una pesadilla, amor. Ya pasó. Todo está bien.
Me aferro a él como si se me fuera la vida, y empiezo a llorar.
—No tienes de qué preocuparte, mi niña —susurra, secando mis lágrimas.
Hay noches así. No muchas, pero cuando vienen, me golpean con fuerza. Me despierto con ansiedad, sin saber distinguir el sueño de la realidad. Pero gracias a mi psicóloga, poco a poco estas pesadillas se van desvaneciendo.
Hace meses que empecé terapia. Fue Gavi quien me animó, quien insistió con dulzura y convencimiento. Y tenía razón. Ir al psicólogo no es una debilidad. No es estar loco.
Es cuidarse. Es sanar.Nos preparamos para salir. Gavi tiene entrenamiento, yo voy a la universidad. Antes de irme, me da un beso suave y fugaz.
—Nos vemos luego, amor.
—Chao, bombón.
Recojo a Bea con el coche. Patricia, Marc y Alejandra van juntos, ya que viven por la misma zona. Bea entra y me mira en cuanto se sienta.
—No tienes muy buena cara, Mía.
—Vaya, gracias —respondo con sarcasmo, rodando los ojos.
—¿Otra pesadilla?
Asiento en silencio. Ella me abraza con dulzura.
—Ya estoy bien —digo, y ella simplemente asiente.
Aparco cerca de la facultad y entramos juntas. Este año volvemos a estar en la misma clase. Lo malo es que las tres marujas, como las llamamos nosotras, se sientan justo detrás.
—¿Sabéis que Gavi le dio like a una foto mía en Instagram? —pregunta Lorena a sus amigas, en voz lo bastante alta como para que la escuchemos.
No puedo evitar reírme. Bea me lanza una mirada divertida y yo me encojo de hombros.
—Seguro que eso no le gusta a su novia —añade Lorena, como lanzando una piedra.
Me giro lentamente.—Mira, chica... tienes una obsesión enfermiza con mi novio. Te recuerdo que Gavi no te ha dado ningún like. Más bien, te tiene bloqueada.
Se hace el silencio. Lorena abre la boca, pero la cierra sin saber qué decir. Sus amigas la miran boquiabiertas.
—Si pensabas que hoy me ibas a tocar las palmas, lo tienes complicado —añado, con una sonrisa serena.
Bea rompe a reír. Y yo también.
Mi móvil se enciende. Una notificación.
Gavi✨
amoooor¿qué pasa?
mira 📸
te lo mereces muchísimo, amor.
lo vais a hacer genial, estoy orgullosa de ti ❤️
no te entretengo más, nos vemos después.
yo también estoy orgulloso de ti, siempre, bombón ❤️
Bea me observa.
—Tienes una sonrisa gigante y los ojos brillantes —dice, enternecida.
—Gavi va al Mundial de Qatar.
Sabíamos que había posibilidades, pero hasta que no llega la confirmación... Nunca se quiso hacer ilusiones, aunque en el fondo le hacía una ilusión enorme.
Representar a tu país en un Mundial. Y con esa edad. Para él es el primero. Para otros, será el último.Cuando llego a casa, me sorprende el olor a comida recién hecha. Asomo la cabeza por la cocina y allí está Gavi, con un delantal y una sonrisa de oreja a oreja. En cuanto me ve, corre a abrazarme.
—Qué felicidad —dice, y yo río entre sus brazos.
—Te lo mereces, Gavi. De verdad.
Asiente y deja un beso en mi cuello.
—Vamos a celebrarlo bien. En unos días ya tengo que irme.
Nos sentamos a comer. Me cuenta cómo le dieron la noticia: sus padres y su hermana lo sorprendieron con la convocatoria.
—¿Y tú qué tal en clase? —pregunta.
—Bien, aunque he tenido un pequeño encontronazo con Lorena...
—¿Qué ha pasado ahora?
—Se inventó que le diste like a una foto suya en Instagram.
Gavi pone los ojos en blanco.
—¿Y qué le dijiste?
—Que eso era mentira. Que la tienes bloqueada.
—Ni vive, ni deja vivir —dice, indignado.
—No tiene otra cosa que hacer —respondo, encogiéndome de hombros.
Por la tarde, me tumbo en el sofá, pero pronto escucho su voz desde el dormitorio.
—¡Amor! ¿Me ayudas con la maleta?
—Voy.
La hacemos entre los dos. No hace falta mucha ropa: casi todo el tiempo llevará la de la Selección.
Por la noche, invitamos a Nico, Pedri, Gabriela y Eric a cenar en casa. Un momento de amigos, de familia, de celebración. De esos que se quedan grabados.
La mesa está llena de platos caseros, risas y vasos medio vacíos. La cocina huele a salsa recién hecha y a hogar. En el salón, suena música suave, alguna canción de Morat que tarareamos sin darnos cuenta. Gabriela y yo colocamos los últimos cuencos con patatas bravas y pan de ajo, mientras los chicos ya están sentados, discutiendo de fútbol y riéndose por cualquier tontería.
—La cena está servida, señores —dice Gavi con tono solemne, y todos aplauden como si acabáramos de presentar un banquete real.
Pedri se levanta para ayudar a repartir, Nico brinda por el Mundial, y Eric propone un juego absurdo que termina en carcajadas.
Yo miro a Gavi. Él me devuelve la mirada y, en silencio, entre tantas voces, siento que también me está diciendo gracias. Gracias por estar. Gracias por compartir esto. Gracias por ser su refugio.
Gabriela me da un pequeño codazo.
—Te brillan los ojos, Mía.
—¿Sí?
—Sí. Y a él también.
Sonrío. Porque es verdad.
La noche avanza entre sobremesas largas, recuerdos de infancia, algún brindis más, y muchas fotos improvisadas. Nadie tiene prisa por irse. Nadie quiere que se acabe.
Y yo tampoco.Porque a veces, la felicidad está justo ahí: entre platos compartidos, miradas cómplices y promesas que no necesitan palabras.

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Cúrame
Fanfictionʟᴀ ᴠɪᴅᴀ ꜱᴏɴ ᴄᴀꜱᴜᴀʟɪᴅᴀᴅᴇꜱ ʏ ᴛú ᴇʀᴇꜱ ᴍɪ ᴍᴀʏᴏʀ ᴄᴀꜱᴜᴀʟɪᴅᴀᴅ. - " Qᴜɪᴇʀᴏ ᴛᴏᴅᴏ ᴅᴇ ᴛɪ" - " ꜱé qᴜᴇ ᴛᴜ ᴄᴏʀᴀᴢoɴ ᴠᴀ ᴀ ʟᴀᴛɪʀ ᴘᴏʀ ᴍɪ"