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Narra Mía.
Viernes 24 de septiembre.

Me despierto con la ruidosa y puñetera alarma. Si hay un ruido que más deteste, creo que podría decir perfectamente que es el de la dichosa alarma.
Por suerte, hoy entro una hora más tarde, ya que la profesora que tengo a primera hora no puede asistir.

Después de despertarme y hacer las rutinas habituales de la mañana, empiezo a vestirme para ir a la universidad.

@miagonzalez

Después de vestirme, me peino y bajo a bajo

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Después de vestirme, me peino y bajo a bajo. Estoy terminado de meter las cosas en el bolso cuando oigo algunos pitos de un coche en la calle. Por simple curiosidad, miro por la ventana y veo que es el coche de Dama. Me extraña un poco, pero salgo de casa y me acerco al coche.

Mientras avanzo, veo que en el asiento del copiloto está sentando Gavi.

- Buenos días, Mía - saluda.

- Buenos días, Gavi. - saludo. - Dama, ¿pasa algo? - pregunto. Ella niega con la cabeza mientras sonríe.

- Vamos, que te llevo en coche a la universidad. - dice.

- Está bien.

Me monto en el asiento trasero del coche y me ató el cinturón; ante todo, seguridad.

- Toma sé que no has desayunado, así que churritos para la niña bonita - dice Dama, agitando una bolsa de churros.

- Gracias - digo con una sonrisa.

Empiezo a comerme los churros mientras vamos camino a la universidad.

- Por cierto, Gavi ¿qué haces aquí? - pregunto.

Lo veo rodar los ojos y me rio.

- Voy al entrenamiento, y hoy me lleva Dama. - responde, girándose para mirarme.

Asiento y sigo comiéndome los churros. Él se ríe mientras niega con la cabeza.

- Llegamos a su destino señorita, Mía - dice Gavi.

Antes de bajarme del coche, dejo un beso en la mejilla de Dama.

- ¿No te vas a despedir de mí? - pregunta Gavi.

- Adiós, feo - respondo, mientras bajo del coche.

El se ríe, se cruza de brazos y hace una mueca. Me despido de los dos con la mano y llego a la puerta, donde me esperan Bea, Alejandra, Patricia y Marc. Los saludos a todos con abrazos y entramos al infierno.

Cuando acaban las clases, soy la niña más feliz del mundo. Salgo con una sonrisa de oreja a oreja.

Llego a casa y me pongo a preparar la comida. Sinceramente, no me voy a complicar mucho: una ensalada y filetes de pollo a la plancha.

Estoy terminando de preparar la comida cuando llaman al timbre. Me acerco a mirar por la mirilla primero, para ver quién es, y así decidir si abrir o no abrir.

Me sorprendo al ver quién está al otro lado de la puerta, Gavi. Cuando abro, él sonríe.

- ¿Qué haces aqui? - pregunto.

- vengo a visitar a mi nueva amiga - responde, y niego con la cabeza.

- Anda, pasa - digo, dejándolo entrar.

Pasa y cierra la puerta detrás de él. Yo voy rápidamente a mirar que no se me haya quemado la comida.

- Menos mal - murmuro.

- Huele muy bien - dice, acercándose a la cocina.

- Gracias. ¿Has comido? - pregunto y él niega. - Pues siéntate que te prepare algo para comer.

- Nah, me quedo aquí mientras la preparas.

Se sienta en un taburete y yo voy mientras voy preparando su comida.

- ¿Cómo te ha ido el día? - pregunta.

- Ni bien ni mal, un agotamiento - respondo y él ríe. - ¿Y tu día?

- Bien, preparándonos para el próximo partido.

Ayer jugaron partido de liga contra el Cádiz, en el Nuevo Mirandilla, y quedaron empate sin goles.

- Esto ya está listo - digo.

Entre los dos ponemos la mesa y nos sentamos a comer. Terminamos de comer y dejo las cosas en el lavavajillas para después ponerlo.

- Ahora vuelvo - le digo a Gavi.

Él asiente y yo voy al baño a lavarme los dientes.

- Quiero preguntarte algo - dice Gavi.

- A ver qué vas a preguntar - digo riendo.

- ¿Por qué te sentó tan mal lo que te dije ayer? - pregunta, y yo suelto un suspiro. - Si no quieres hablar, no pasa nada.

Pienso qué hacer, si contárselo o si no. Por un lado, quiero hacerlo para que así me entienda, pero por otro, no me apetece abrirme así. Finalmente, decido que lo mejor es contárselo.

- A ver, es un tema algo delicado - digo y este asiente.

- Ai en algún momento quieres parar, paras ¿vale?. - dice, y asiento.

Empiezo a contarle toda mi historia. A veces se me escapan algunas lágrimas y él las limpia con cuidado. Está sorprendido; sé que esta historia no se la esperaba para nada.

- Dios... no sé qué decir - dice, negando con la cabeza.

- Gavi, no hace falta que digas nada.

- Simplemente, esas personas no te merecen. Y menos mal que ahora estás aquí - dice, y yo asiento. - Siento haberme portado mal contigo -añade, haciendo una mueca triste.

- Yo también lo siento, tampoco me porté demasiado bien contigo - digo, y él niega.

- Ahora vamos a conocernos mejor - dice y yo asiento. - Vale, mm, ¿cuándo es tú cumpleaños? - pregunta.

- 27 de agosto - dice y, él abre la boca.

- El mío es el cinco - dice y hace una mueca. - Espera, ¿cuántos años tienes? - pregunta.

- Diecisiete - respondo.

- ¿Y cómo que estás en la universidad?

- Me adelantaron un curso - digo.

- Vamos, que eres superdotada - dice riendo, y yo niego.

- Nah, tampoco para tanto.

Seguimos haciéndonos preguntas, y me doy cuenta de que Gavi no es como lo juzgué el primer día. Me parece un chico interesante y buena persona.

- Una cosa - dice, y yo lo miro atentamente.

- A ver por donde sales ahora - digo, y reímos.

- Mañana hay comida en casa de Piqué y los chicos quieren que vayas. Parece que les has caído bien.

- Ay no que vergüenza... yo no quiero ir - digo.

- No de eso nada. Si te invitan, te vienes.

- Pero si yo no pinto nada ahí...

- Vamos, Mía - dice.

- Bueno está bien. - digo, rendida.

- Bien. Lo más seguro es que venga a recogerte Eric o Nico - dice, y yo asiento.

Seguimos hablando un ratito más hasta que él se tiene que ir a casa. Por mi parte, me quedo haciendo algunas cosas de la universidad.

CúrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora