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Narra Mía.

11 de noviembre 2021.

Los rayos del sol se cuelan por mi ventana, tiñendo la habitación con una luz suave y dorada. Me desperezo lentamente, miro la hora en el móvil y me levanto para salir a la terraza de la habitación. Despertar en Sevilla no está nada mal.

Gavi me ha invitado al partido que juega hoy España contra Suecia en su ciudad natal, y yo no podía decir que no.

Tengo muchas ganas de conocer Sevilla, y hoy es el día perfecto antes de que empiece el encuentro.

Desayuno temprano unas tostadas de jamón y aceite que están para morirse. Luego salgo del hotel con la ilusión de recorrer las calles de esta cuidad que ya me enamora.

Camino por las calles de Sevilla sintiendo el arte en su gente, el color de las calles, la magia que la envuelve. Porque, como dice la canción, Sevilla tiene un olor especial, y vaya si lo tiene.

Mi primera parada es la Giralda. Qué maravilla: la torre, la catedral el campanario... todo parece sacado de un cuento. Sigo mi ruta: La Torre del Oro, el Puente de Triana, las Setas, el Parque de María Luisa... Y aquí, como un sueño entre adoquines y buganvillas, la Plaza de España rodeada por la universidad y un estanque donde pequeñas barcas flotan entre reflejos dorados. Cerca, unos puestos de souvenirs me devuelven a la realidad.

Normal que Gavi me dijese que Sevilla era maravillosa. Y tanto, que lo es.

Almuerzo en un bar del centro. Hace unos días, Gavi y yo de las comidas típicas de nuestras ciudades: él de la andaluza, yo de la madrileña. Apunté varias cosas, y hoy decido probar un plato que me llamó la atención por su nombre tan andaluz: huevos a la flamenca. No podía haber elegido mejor. Lo acompaño con una tapa de croquetas, unas aceitunas y una fanta de naranja. Tras la comida, regreso al hotel.

Hoy es jueves. Como no he ido a la universidad, me pongo al día de lo que han dado hoy, así que me siento en el pequeño escritorio de la habitación y me pongo manos a la obra.

Al principio, me negué a venir cuando supe que el partido era en jueves, pero Gavi insistió... y, Dama, como siempre, encontró la solución. Hizo un pequeño chanchullo: un justificante médico, aprovechando que es doctora. A mí no me terminaba de convencer la idea, pero... ¿cómo decirle que no?

Al terminar de revisar que es lo que han dado hoy, suspiro. Hoy parece que ha sido un día algo ajetreado. Parece que cada asignatura compite por ver cuál agobia más.

Miro el móvil. Tengo mensajes de Gavi.

Gavi

Rubiaaa, tengo ganas de verte,
pero también de que me veas jugar.

Yo también :)

¿Has conocido Sevilla?

¿Y qué te parece?

Maravillosa

Pues como yo.

Don egooo

Shhh

Anda, nos vemos luego.
Céntrate y suerte, aunque eso no lo necesitas

Te quiero, rubia 🤍

Y yo también, Pablito 🤍

🙄🙄

Sonrío y me voy directa a la ducha. Pongo algo de música mientras el agua caliente acaricia mi piel. Al salir, veo la ropa que he dejado sobre la cama.

Gavi, el mismo día que me dio la entrada del partido, también me regaló su camiseta. Me pidió que la llevara puesta. ¿Cómo negarme a ese capricho suyo?

Me pongo unos pantalones negros, rotos por la zona de las rodillas, anchos y cómodos. Me maquillo un poco: labios, máscara de pestañas y algo de colerete.

Miro la hora. Ya va siendo hora de pedir un taxi hacia el Estadio Olímpico de La Cartuja. En menos de diez minutos, el taxi me espera frente al hotel. Durante el trayecto comento con el taxista lo emocionante que será el partido de esta noche.

Unos quince minutos después, llego al estadio. Pago, me bajo y me uno a la multitud que avanza hacia la entrada. Por suerte, la cola avanza rápido.

Busco mi asiento. Cuando por fin lo encuentro, me acomodo y reviso las redes sociales para hacer tiempo. De pronto, siento un suave golpecito en mi espalda. Me giro y me encuentro con una chica de pelo castaño que tiene cierto aire familiar.

- Soy Aurora, la hermana de Gavi - se presenta con una sonrisa. - Dime que eres Mia.

Rio, un poco nerviosa, y ella me mira con curiosidad.

- Soy Mia - respondo, sonriendo. Entonces me abraza con fuerza.

- ¡Dios, por fin te conozco! - exclama, separándose. - Mi hermano ha hablado tanto de ti que he llegado a pensar que eras un invento suyo - bromea, y ambas reímos.

- Él también me ha hablado mucho de ti.

Seguimos hablando un buen rato, y descubro que Aurora es encantadora. Cercana, simpática, divertida.

- Papá, mamá... ella es Mia - dice Aurora con una sonrisa cómplice. Sus padres abren los ojos sorprendidos.

- ¿En serio? - pregunta su padre, y yo asiento, algo nerviosa.

- Ay, hija mía, ¡eres mucho más guapa en persona! Y eso que en fotos ya parecías divina - dice su madre mientras me abraza. - Por cierto, soy Belén.

- Un placer - respondo, sintiéndome arropada.

- Qué alegría conocerte, Mia. Gavi no ha parado de hablar de ti - dice su padre. - Por cierto, soy Pablo, encantado.

- El placer es mío - respondo con sinceridad.

Nos sentamos juntos, y al poco tiempo vemos a Gavi salir a calentar. Nos lanza una mirada, saluda con la mano y nos tira un par de besos. Mis mejillas se encienden sin remedio.

La familia de Gavi es genial. Hablan de todo, con humor, con cariño. Me hacen sentirme muy bien con ellos.

Comienza el partido. Todos atentos. Aunque, para ser sincera, mis ojos se escapan constantemente hacia él.

La primera parte no tiene mucha acción. Sin goles, sin tarjetas, sin nada destacable.

En el minuto 59, España hace dos cambios: entra Morata por Sarabria y Rodrigo por Raúl de Tomás.

- ¡Gooool! - gritamos cuando marca Morata.

A los pocos minutos después, Luís Enrique decide sacar a Gavi. Todo el estadio se pone en pie para aplaudirlo y corear su nombre. No es para menos. En el minuto 95 el partido termina con victoria para España.

Salimos a esperar a Gavi, que aún tiene que ducharse y cambiarse. No tarda mucho.

Abraza primero a sus padres, luego a Aurora, y por último a mí. Me rodea con sus brazos, me levanta del suelo y me eleva, y da un par de vueltas mientras todos ríen.

Los tres se despiden con cariño. Belén, Pablo y Aurora me prometen que nos veremos pronto.

- Tengo algo para ti - me dice Gavi con una sonrisa traviesa.

Alzo las cejas curiosa. Lo veo abrir su mochila, rebuscar y sacar algo pequeño. Me coge de la mano y me coloca una pulsera. Al mirarla, veo que lleva una inicial: G. Él se pone otra, igual, con una M.

- ¿Qué es esto, Gavi?

- Mia, ¿quieres ser mi novia?

Abro los ojos, sorprendida. No me lo esperaba en absoluto.

- Sí, Gavi - respondo sin dudar.

Se acerca y me besa. Y en ese beso cabe todo lo que siento.

Sí, Sevilla tiene algo especial. Y hoy, sin duda, me lo ha demostrado.

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