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Narra Mia.

Me despierto debido a unas suaves caricias en mi pelo y en mi espalda. Una mano que va subiendo y bajando lentamente acariciando mi piel desnuda. Un ligero escalofrío recorre mi piel y Gavi parece darse cuenta de ello porque suelta una ligera risa.
Me giro para estar los dos cara a cara y el roza su nariz con la mía y después deja un beso en mi mejilla.

- ¿hoy estas en modo mimoso?

- siempre lo estoy. - murmura. - Pero algunos días no se me nota tanto como otros.

Nos quedamos un ratito en la cama, disfrutando del sol que se va colocando por la habitación y dándonos besos y abrazos.

Estoy terminando de tomarme el café cuando siento sus manos en mi cintura, me giro y apoyo mi cabeza en su pecho.

- tengo ganas de salir a correr - me dice Gavi. - ¿Te apuntas? - pregunta con una sonrisa ladeada.

- si no vas a un ritmo alto, si.

- no voy a ir dejándome el alma, Mia. Voy a ir a ritmo normal, como suele hacer la gente normalmente.

- entonces me apunto.

Los dos cogemos ropa deportiva y nos ponemos los deportes.

- quiero intentar atarme los cordones - dice Gavi y yo me rio. - ¿me dejas intentarlo con tus zapatos?

- ¿con los míos? ¿Para que me hagas varios nudos y después no se puedan quitar? Uy no no.

- no va a pasar eso Mia. Que poca confianza tienes en mi.

- mejor otro día lo intentas - digo y él pone los ojos en blanco.

Estamos una media hora corriendo, y debo de decir que el ritmo que ha puesto no ha sido muy alto y se lo agradezco, porque mira que a mi me gusta correr pero a un ritmo suavecito y tranquilo.

- voy a cortar fruta.

Yo asiento y mientras el corta fruta, yo hago dos zumos de naranjas. Ya estoy acostumbrada a comer constantemente frutas o verduras, porque Gavi cada vez que viene a casa, que son la mayoría de los días, come fruta y verduras.

- Mia, come más, eso sólo es muy poco.

- no tengo mucha hambre Gavi.

- venga anda que es poquito - dice haciendo un puchero y yo suspiro, para luego llevarme a la boca un trozito de kiwi.

Salimos al jardín y nos sentamos en unos sillones beige que tengo justo enfrente de la pequeña piscina. Me quedo mirando a un punto fijo que no me doy ni cuanta del tiempo que llevo mirando hacia vete tú a saber el qué.

- Mia ¿Estás bien?

- ¿por qué no iba a estarlo? - respondo girando la cabeza para mirar a gavi.

- estabas como ¿ida? ¿distraída?

- me he quedado empanada - digo y el se ríe. - Suele pasarme a menudo.

Gavi cruza sus piernas y suelta un suspiro.

- ¿tú estás bien? - pregunto al ver sus ojos.

- no lo sé, hay una cosa por ahí que me tiene un poco preocupado.

- ¿y por qué no me habías dicho nada?

- supongo que no quiero que te preocupes demasiado, tú también tienes tus cosas.

- pero Gavi, lo que te preocupa me lo tienes que decir. Porque también es parte de mi preocupación. - digo y el asiente. - ¿qué ocurre mi vida? - pregunto y entierra su cara en mi pecho.

Me abraza fuerte y empieza a llorar. Dejo besos en su nuca y le acarició el pelo lentamente.

- la renovación con el club no avanza, todo está paralizado y cada vez más hay más clubes interesados.

- ¿tú qué quieres hacer?

- el Barcelona siempre ha sido mi sueño desde pequeño, pero si no me renuevan tendré que buscar otro club y seguro que no sería en España. Y yo no me imagino viviendo en Inglaterra.

- Gavi todo es cuestión de hablar con representantes y el club y ver lo que se puede hacer.

- ¿tú te vendrías conmigo? - pregunta con los ojos llorosos.

- yo por ti, me iba al fin del mundo si hace falta.

- ¿de verdad te vendrías conmigo?

- por supuesto que si Gavi, donde tu estés allí estaré yo.

- bendita la suerte que tengo contigo. - dice y deja un beso en mis labios. - contigo me ha tocado la lotería niña.

- la suerte es mutua amor mio.

- ¿por qué crees que tengo tantas ofertas de tantos clubes? - me pregunta con una mueca. - Soy futbolista, como muchos otros.

- por el amor de dios Pablo, si tienes tantas ofertas serás porque tienes un talento que no todos pueden tener, eres un diamante en bruto aún muy joven, todos quieren tener a estrellas en su equipo y tú eres una de esas, porque brillas como el que más.

- no te merezco - dice abrazándome.

- mereces todo lo bueno del mundo.

- ¿tú en qué equipo me verías?

- ¿yo? Pues como el corazón blanco que tengo, te diría que en el Real Madrid, moriría por verte ahí. - digo y el se ríe. - Lo digo totalmente enserio eh.

- lo sé perfectamente. Si no me hubieses dicho el Madrid hubiese sido muy raro - dice poniendo mi cabeza en su hombro. - Señorita madridista - me da un toquecito en la nariz.

- ¿me dejas que te dibuje? - pregunto y él sonríe.

- ¿me vas a hacer un retrato? - pregunta y yo asiento. - Ósea que seré tu musa - dice y reímos.

- si algo así.

- debe ser guay - dice asintiendo con la cabeza.

Voy a por las cosas y me siento más alejada de él, para poder captarlo a la perfección y captar también el mágico atardecer que se está produciendo en la ciudad, el cielo se está pintando de unos tonos anaranjados y rosados.

Una hora y media después acabó de hacer el retrato, sonrió al ver cómo ha quedado, y Gavi se pone de pie para venir a verlo.

Abre su boca y niega con la cabeza repentinas veces.

- mi niña tienes un arte increíble.

La noche se hace en Barcelona y cogemos una manta para tapamos mientras estamos en el jardín.
Estamos los dos tumbados y siento los latidos de su corazón.

- contigo no me hace falta nada más.

CúrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora