2

5K 134 15
                                    

17 de septiembre de 2021

Narra Mía.

Llevo dos días en Barcelona y no puedo estar más encantada con la ciudad. Ya he conocido ya algunos de sus lugares más emblemáticos y asombrosos como, la Rambla, la Sagrada Familia, entre otros.

Mi adaptación está siendo bastante buena, mucho mejor de lo que esperaba. Pensaba que
estaría encerrada en casa continuamente, pero para nada ha sido así. Dama viene todos los días en cuanto puede y su horario laboral se lo permite, y me lleva a conocer diferentes rincones de la ciudad. Dama está siendo muy importante para mí en esta nueva etapa de mi vida.

Hoy es el primer día de universidad, hoy empieza mis andadas en la facultad de Bellas Artes. Solo estaremos un par de horas para conocer a los profesores, recibir la charla informativa recoger el horario. Lo típico del primer día.

El despertador suena a las siete de la mañana. Me despierto, muy a mi pesar. Me meto en el baño, hago mis necesidades, me lavo la cara y me peino. Luego me visto: unos pantalones negros anchos, con algunas roturas en las rodillas y una camiseta de manga corta blanca.

Después de desayunar unas simples pero ricas magdalenas y un vaso de leche, me lavo los dientes, cojo el bolso y salgo de casa.

Voy andando tranquilamente, concentrada en la música que suena por mis auriculares. Siempre me ha gustado pasear con ellos puestos. Mientras camino, cruzo por un paso de peatones y, de pronto, casi me atropellan.

Me quito los auriculares y miro hacia el coche. Dentro, veo a dos chicos bastante jóvenes: uno más morenito y el otro castaño.

- ¡Niñata, quítate de en medio! - grita el castaño.

Le lanzo una mirada fulminante y le saco el dedo del medio. El chico moreno le da un golpe en el brazo al castaño, y después grita por la ventana.

- Lo siento, no te había visto.

Niego con la cabeza y levanto la mano en señal de restarle importancia. Me vuelvo a poner los auriculares y sigo caminando. Si sigo a este paso, voy a llegar tarde, y no es conveniente.

Mientras ando, pienso en los dos chicos de antes. El castaño ha sido muy maleducado conmigo. Podría haber preguntado, si estaba bien o al menos disculparse, pero no. Su reacción ha sido repugnante. Sin duda, no me ha gustado nada.

El moreno, en cambio, ha sido mucho más amable. Se ha disculpado, y estoy segura de que lo ha hecho de corazón.

Levanto la cabeza y por fin estoy frente a mi destino: la Facultat de Belles Arts. Suspiro, los nervios están a flor de piel.

Miro a mi alrededor y veo a mucha gente entrando. Me espero un poco hasta que el ambiente está más tranquilo, y entonces entro. Veo un tablón de madera con varias listas y me acerco a
a buscar mi nombre para saber en qué turno estoy y a dónde debo ir.

Cuando por fin me localizo en la lista, veo el aula que me corresponde y, después de darle unas cuantas vueltas al centro, llego.

- ¿Quieres sentarte conmigo? - me pregunta una chica pelirroja muy mona.

- Claro - respondo con una sonrisa.

- Por cierto soy Beatriz, pero puedes llamarme Bea - dice con una sonrisa. - ¿Cómo te llamas tú?

- Me llamo Mía.

Empezamos a entablar una conversación bastante interesante hasta que llega una profesora.

Después de conocer al equipo docente, las asignaturas que tendremos en el primer cuatrimestre, el horario y demás, ya podemos irnos a casa.

Salgo junto a Bea, y las dos comenzamos a andar. Su casa está antes que la mía, así que me despido de ella y continúo mi camino.

En estas dos horas he conocido a varias personas que me han caído muy bien y que parecen afines a mí, como Bea. Creo que tendré buena relación con ella. Y, como en todas las clases, también está ese grupo de gente engreída que se cree superior a los demás.

Voy llegando a casa y me fijo en el lugar donde está mañana casi me atropellan. Miro a mi alrededor y me doy cuenta de que es el Joan Camper, el campo donde entrenan los jugadores del Barça. Así que los dos de antes... seguramente serían jugadores.

Como aún faltan un par de horas para la comida, aprovecho para ir a comprar algunas cosas de material escolar. Voy con Bea; su madre nos recoge en coche y nos lleva hasta la librería más cercana.

Llego justo para la hora de comer, y preparo una tortilla de patatas.

Estoy tumbada en el sofá leyendo un libro cuando el timbre suena y me interrumpe. Me levanto y voy a abrir.

- Hola, mi niña - dice Dama, dándome un abrazo - ¿Qué tal te ha ido?

- Bien, conociendo a profesores y demás.

Ella asiente y nos sentamos en el sofá. Preparo dos cafés y saco un paquete de galletas. Le cuento lo que ha pasado esta mañana, y ella niega repetida veces.

- Hombre, algo maleducado sí que es - dice, dándome la razón.

- Y tanto que lo es.

- Tengo algo que decirte - me dice.

- Adelante - respondo, llevándome una galleta a la boca.

- Tengo entradas para el partido de mañana del Barça ... y tú te vienes - dice, y me atraganto con la galleta.

- ¿Yo? ¿A un partido del Barça? ¿En el Camp Nou? Nah, eso es imposible - digo, riendo.

- ¿Eres del Madrid? - pregunta, y yo asiento con orgullo.

- Ser madridista está en mi ADN - respondo, y ella sonríe.

- Yo también soy madridista, pero ya que he conseguido las entradas tendremos que ir ¿no?

- Bueno... solo porque has conseguido entradas. Que si no ¡ni en broma entro ahí!

Las dos nos quedamos en mi casa viendo una película y comiendo palomitas.

Me está gustando mucho esta etapa de mi vida. Vuelvo a ser yo. Vuelvo a sonreír.
La nueva Mía ha venido para quedarse.

CúrameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora