075. Un hábito que permanece.

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La alarma ha sonado hace una hora

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La alarma ha sonado hace una hora.

Hoseok a estas alturas de la mañana debería estar comprando un café de camino al trabajo. Sin embargo, su cuerpo se ha quedado unido a las sábanas junto a la suave piel de Min Yoongi, quien le ha prohibido fervientemente levantarse sin besarlo. Y el beso ha encontrado el trasfondo de un par de caricias que denotan una necesidad apremiante que no han tenido capacidad de detener.

Sus manos recorren los muslos de Yoongi con lentitud. Hoseok se promete a sí mismo no dejar ningún rincón de su piel libre de sus labios. Quiere volver a marcarlo. Quiere que vuelva a oler a él. Como ha extrañado sus gemidos, sus susurros y el empuje de sus caderas. Ni siquiera le importa iniciar su día luchando por caminar con normalidad, sólo quiere que Yoongi también vuelva a dejar su huella en él.

—Seok —masculla cerca de su oído, apoyado con ambas manos sobre las almohadas que acunan su cabeza—. Estoy cerca.

—Hazlo —jadea de manera errática—. Lo quiero.

Y lo obtiene. Casi en el mismo instante en que él alcanza su propio orgasmo, volviendo todo un pegajoso desastre. Inclusive es capaz de asegurar que su cama lo extrañaba tanto como él. La humedad. Cada vez que Yoongi repite su nombre y termina cayendo sobre su pecho, donde sus respiraciones agitadas y el sudor que bordea sus pieles se mezclan. Lo único que puede hacer es sonreír.

—Mierda, como te extrañé —murmura Yoongi acariciando el brazo de Hoseok que se encuentra tendido en el colchón.

Con suavidad, acaricia el cabello de su novio, recorriendo con cuidado el lugar donde sobresale la cicatriz de la operación que aún puede verse si le prestas demasiada atención.

—Me hiciste mucha falta —dice—. Tenía tanto miedo.

—No hablemos de eso. —Yoongi levanta su torso y se acomoda con cuidado sobre su abdomen para mirarlo a los ojos—. Estoy aquí, ¿lo ves? Y no iré a ningún sitio. Todo saldrá bien.

Aunque sabe que son palabras vacías que se expresan por sí solas en un intento de tranquilizarlo, Hoseok asiente y deja que una pequeña sonrisa se dibuje en sus comisuras. Observa a Yoongi con detenimiento, mientras la acaricia los muslos y él el pecho. Minutos que podrían ser eternos y un sitio donde se quedaría para siempre.

—Todo estará bien —asegura con suavidad—. Yo estoy aquí para lo que necesites. Llama, grita. Siempre voy a llegar, ¿está bien?

—Aquí estarás —susurra Yoongi—. Gracias.

Sus labios se unen un momento, impulsado por un necesitado y agobiado Hoseok. A pesar de que se convence para mantener la calma, tiembla en su interior. El miedo de perder a Yoongi es intenso y arde.

—Tengo que irme —menciona, abultando los labios—. Ya voy demasiado tarde y Seokjin estará furioso.

—Está bien —suspira Yoongi—. Ve. —Le besa los labios que aún se mantienen abultados y después de unos prolongados segundos donde sus bocas parecen no querer soltarse, él se aleja y Yoongi añade—: Bien, bien, señor responsable.

Y baja de su cuerpo, al mismo tiempo en que Hoseok aprovecha de levantarse tan rápido como puede para evitar volver a caer rendido frente al cuerpo de su novio que lo mira desde la comodidad de su cama y se burla de él cuando finge que camina con normalidad en dirección al baño.

Se ducha y viste tan rápido como puede, oliendo bien como a Yoongi le gusta, aunque lo encuentra dormido al salir. Susurrando un «te amo», besa su frente y se marcha una vez le envía un mensaje a Jimin para avisar que Yoongi está solo en su apartamento y que le deja una copia de la llave con el portero inútil.






—¿Qué hay de este? —pregunta Seokjin con esperanza.

Todo el día se ha tratado de hacer entrevistas y aplicar pruebas psicológicas proyectivas a los vacantes del reemplazo de Min Yoongi en el despacho del contador. Ninguno lo convence del todo, y a su compañero se le están agotando las opciones, además de la paciencia que tanto lo caracteriza.

—No lo sé. No lo paso en la prueba del árbol, me da mala espina —responde mirando el dibujo con desdén que termina arrugando y lanzando a la basura de forma fallida—. Ya está. Me rindo.

Se derrite en su asiento, aguantando el ardor en la parte baja de la espalda a causa de la fricción. Sólo recordar la causa le quita las ganas de arrancarse el culo para dejar de sentirlo.

Seokjin se sienta frente a él y lo escudriña con la mirada entornada, lanzando un pesado jadeo de exasperación.

—Sólo serán unos meses —intenta convencerlo—. Tal vez un año como máximo, ¿por qué no darles la oportunidad? Tenemos demasiadas opciones y quizás alguno haga bien su trabajo por más dilemas mentales que tenga. Se te olvida que Kim Namjoon fue el contador por más de cinco años.

Algo se ilumina en la cabeza de Hoseok y se inclina hacia adelante como si acabase de encontrar la solución a todos los problemas que aquejan al mundo. ¿Cómo es que no se le pasó por la cabeza ese pequeño detalle?

—Joder —masculla—. Soy un imbécil.

—No te pongas grosero —alega Seokjin—. ¿Qué sucede?

—Namjoon. Me olvidé por completo de Namjoon, si es que no sé dónde tengo la cabeza, dios.

—En el dolor en el culo, ahí la tienes. —Las mejillas le arden de golpe y alza las cejas en su dirección—. ¿Qué? Sé detectar un recién follado a kilómetros.

—Retira tus palabras. —Le apunta con el dedo—. Soy tu jefe, Kim Seokjin.

Ambos comparten una pequeña risa que termina en carcajadas, un escándalo que la directora Lee ya habría hecho terminar.

—¿Qué hay de Kim Namjoon? —cuestiona Seokjin aún con la burla en las palabras.

—Que regresó.

—¿Cómo? ¿Qué?

—Pues sí. —Se encoge de hombros.

—¿Y me tuviste todo el día perdiendo el tiempo?

—Te están pagando por perder el tiempo, Seokjin.

—Buen punto. —Se lanza contra el respaldo del asiento—. En fin, ¿lo llamo o lo harás tú?

—Es tu trabajo. —Sonríe con altanería—. Llámalo ahora mismo. Mañana ingresa si es que acepta.

—Bien.

Seokjin se levanta y camina arrastrando los pies hacia la puerta, desde donde da media vuelta para dirigirle una mirada a Hoseok.

—¿Sí? —pregunta con una ceja arqueada.

—La crema para las hemorroides es buena para que no andes todo el día caminando así.

—Ash, sal de aquí.

Hoseok lanza un borrador contra su cabeza, fallando en el intento, pues Seokjin sale de su despacho justo antes de que caiga sobre él.

Y aun así, pasa por la farmacia en la salida del trabajo.

Y aun así, pasa por la farmacia en la salida del trabajo

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Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora