083. El sonido de la ausencia.

193 68 3
                                    

Como un animal perdido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Como un animal perdido. Indefenso. Desorientado. Como si llevase media vida sin comer y sin un poco de cariño. Así es como Hoseok se siente. Sus pies abandonan el apartamento de Yoongi, que ya no es de Yoongi, y los dirige al suyo por mera inercia, porque sabe que no puede quedarse allí a oler sus sábanas hasta el día siguiente como en aquellos días en que estuvo en el hospital. Si la dueña original lo encuentra allí, llamará a la policía.

No es capaz de asimilar lo que ha sucedido. A pesar de que el interior de su pecho golpetea con alevosía y siente que está a punto de explotar por el dolor. Las lágrimas no han cesado y sabe que no lo harán hasta que el punzar en su cabeza sea insoportable por la deshidratación y el estrés.

Permanece toda la noche en su cama vacía. Tan enorme. Más grande de lo habitual. Tan sola. Tan fría. Sin Min Yoongi a su lado.

La convicción de verlo y que todo mejorará al otro día antes de irse al trabajo ha desaparecido. Yoongi ya no está. ¿Cómo es eso posible? ¿Por qué se lo han arrebatado así? ¿Qué se supone que esperan de él?






La mañana de lo que debería ser un perfecto día de primavera, se torna oscura y nubosa, fría. Hoseok apenas abre los ojos cuando la alarma suena, pues le pesan de sobremanera, inclusive la arden a causa del dolor de cabeza que acompaña el dolor de su pecho cuando recuerda lo que está pasando. Como de costumbre, y sin querer, su brazo busca a su lado y no encuentra a nadie. Sabe que los sonidos en el trescientos cincuenta y tres no provienen de su causante habitual. Sabe que Yoongi no está cerca y que no puede ir por él a ningún sitio por más que lo quiera, porque Yoongi ha decidido irse.

Como un cuerpo inerte que sólo sabe llorar, se levanta, entra en la ducha y va al trabajo. Pasa de largo en saludar a todos aquellos que pretendan hacerlo, incluso la pobre Goeun se queda con el saludo entre los labios y lo observa con preocupación mientras desaparece dentro del ascensor directo a su despacho. Lugar donde Sobyul tampoco recibe siquiera una palabra.

Cierra la puerta detrás de él con los tres seguros para que nadie pueda entrar siquiera teniendo la llave principal. Pretende permanecer encerrado todo el día. Y tal vez toda la semana. El mes. Y la vida. Podría ser. Hasta que el dolor cese, que hasta ahora, se siente eterno.






Señor Jung, tiene una visita en la recepción —anuncia Sobyul.

—Diles que no estoy.

Estoy escuchando, Hobi —expresa la voz de Namjoon a través del teléfono esta vez—. Abre la maldita puerta. No puedes estar allí encerrado todo el día.

Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora