090. Querido y roto pasado.

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—¿Aquí? —cuestiona Jihun observando la escalera de entrada a uno de los edificios, donde Hoseok le ha pedido que se siente

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—¿Aquí? —cuestiona Jihun observando la escalera de entrada a uno de los edificios, donde Hoseok le ha pedido que se siente.

—No confío en ti.

—Bien, entiendo.

—Te escucho.

—Nos vamos a tardar un poco.

—Tengo tiempo.

El pasado. Algo que cada vez que siente que ya ha pisado y dejado atrás, se vuelve a desenterrar para volverlo parte de su presente, rebotando una y otra vez.

Con desgano que pronto se transforma en curiosidad, Hoseok escucha la historia que Jihun le cuenta. Sin decir nada. Sin llevarle la contraria ni darle la razón. Han pasado veinticuatro años, no sabe nada sobre él además de su nombre y los escasos (y malos) recuerdos de su infancia.

Ha dejado de consumir hace al menos un mes. Dice estar limpio, y luchando cada segundo contra la necesidad. No se ha vuelto a enamorar de otra mujer, aunque sí ha tenido un par de relaciones efímeras con algunas que encontraba en su búsqueda incansable de estupefacientes, pero todas terminaban en la sobredosis o en abandonarlo por otro idiota que pudiese darles un poco más que él. Le comenta sobre sus errores y acepta cada uno de ellos, comenzando por los malos tratos cometidos durante su infancia contra él y contra Nari, hasta la última vez en que la vio antes de perderle el rastro para siempre.

—¿Cómo te enteraste? —pregunta Hoseok referente al fallecimiento de su madre.

—Las noticias vuelan —contesta Jihun con tristeza—. La encontraron sin vida en plena vía pública.

—Ya lo sé.

—Pues por eso. Iba a enterarme tarde o temprano. No lo supe hasta hace un mes.

—¿Por eso el cambio?

—Lo estoy intentando —musita Jihun con la mirada puesta en el suelo—. Es tan difícil, no tienes idea de cuánto. Desintoxicarte por tu cuenta y conviviendo con la tentación a un lado. Todos mis conocidos viven bajo esa mierda y yo sólo... quiero ser libre. Estoy cansado de necesitarla.

Hoseok no sabe qué decir, así que mantiene su vista en frente, en un punto inexistente.

—Y sobre lo del trabajo...-

—No puedo prometer nada —interrumpe de inmediato—, pero veré qué puedo hacer.

—Trabajaré en lo que sea —asegura—. Lo que sea, de verdad.

—¿Dónde te estás quedando?

—En ningún sitio. No tengo dinero para alquilar algo.

—Ya veo.

Reprime el impulso. No saldrá bien. No confía en él por más que sus palabras y su historia le hayan parecido sinceras. Sería un idiota si lo invitase a quedarse con él. Se repite de manera incasable que no se lo merece.

—Sé de algunos albergues donde puedes al menos pasar la noche, mientras te busco algo —menciona.

—Eso estaría bien.

—Bien.

—Gracias, Hoseok, te lo agradezco desde el fondo de mi corazón. —Coloca una de sus manos ásperas sobre la suya. Son similares, delgadas, de dedos alargados y bonito, aunque las uñas de Jihun están sucias y su piel luce dañada en comparación con las suaves manos de Hoseok, quien le permite tocarlo aunque se siente incómodo—. Gracias por darme una oportunidad.

—No vas a entrar en mi vida, Jihun. No es tan sencillo. No confío en ti, pero trataré de apoyar el hecho de que quieras cambiar.






Le cuesta varias conversaciones con Seokjin, y puede que un par de discusiones acaloradas, convencerlo de hacerle una entrevista a Jung Jihun para buscarle algún sitio donde pueda trabajar sin que el centro peligre en su presencia. Al final lo logra. De alguna forma sus ojos de cachorro y sus ganas intensas de ayudar convencen a Seokjin.

—Yo tampoco confío en él.

—¿Entonces qué estás haciendo?

—Quiere cambiar —afirma—, o eso dice —se corrige ante las cejas alzadas de Seokjin—. Sólo es una oportunidad, por favor, por favor.

Él mismo podría contratarlo, es el jefe, pero tampoco es idiota. Necesita un respaldo y un apoyo. Necesita sentir que no está haciendo nada malo.

—Bien —masculla Seokjin. Él sonríe de inmediato—. ¿Qué te parece personal de aseo? No podemos ofrecer mucho más. Ese hombre no tiene nada. Apenas terminó la escuela primaria. Ni siquiera deberíamos hablar con él sobre trabajo, según las leyes.

—Sí, sí, sí. Eso estará bien. Se lo diré.

—Que venga mañana a primera hora. Tengo trabajo que hacer, no puedo perder el tiempo.

—Gracias.

—Con sus documentos al día, al menos su identificación, no creo que tenga mucho más.

La expresión de Hoseok cae al instante.

—Dudo que tenga identificación siquiera.

—Entonces que vaya a sacar o renovar una y que venga al día siguiente con el comprobante.

Hoseok asiente de forma efusiva. Es ese impulso, esa necesidad casi innata de querer ayudar a alguien. Sólo espera no salir tan decepcionado como teme. No comprende cómo es que siempre termina arriesgando su trabajo.






Claro que era de esperarse.

Dos semanas transcurren en que Jung Jihun desaparece de la faz de la tierra como si jamás hubiese existido. Inclusive no contesta sus llamadas al número que él mismo le ha dejado cuando fue a buscarlo al condominio.

¿Cómo llegó a pensar siquiera que sería tan sencillo sacar adelante a alguien si ya tiene toda la experiencia de años intentándolo con su madre?

¿Cómo llegó a pensar siquiera que sería tan sencillo sacar adelante a alguien si ya tiene toda la experiencia de años intentándolo con su madre?

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Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora