Cuando le han llamado para su evaluación psicosocial de parte del hogar, Hoseok creyó que era una broma. Pero él mismo lo ha buscado. Así son los trámites extensos para todas las personas. Esperar meses y años para que te den una respuesta. Y ha llegado, por fin, aun si no ha salido del todo bien debido a las circunstancias de su vida en que lo han atrapado.
Chaewon le ha advertido que las «cosas son así» y que aún está a tiempo de arrepentirse. Sin embargo, lo último que Hoseok quiere es dejar de lado uno de sus más grandes intentos de ser feliz en la vida. Irá con todo lo que tiene hasta el final. No importa si va a tardarse cinco años o diez.
—Buena suerte —añade Chaewon antes de despedirse—. Y ten mucha paciencia, Seokkie.
—Gracias.
Con una sonrisa esperanzada, Hoseok no pasa directamente a su apartamento, entra silencioso al de Yoongi. El cual permanece vacío casi toda la semana. Esta madrugada ha dejado todo listo, sólo falta un par de detalles que termina de acomodar antes de salir otra vez y caminar hasta su propia puerta como si nada ha sucedido.
—Ya estoy en casa —dice en voz alta. Los pies de Yoongi se escuchan a rastras en dirección hacia él, apareciendo con su rostro sonriente a pesar de lo cansado que luce—. Hola, guapo.
—Tú guapo —corrige Yoongi, uniendo sus labios un segundo—. Perdón por no preparar la cena antes. Me quedé dormido.
—No pasa nada. Tengo otros planes. —La expresión de Yoongi se desdibuja en curiosidad—. ¿Me acompañas?
—¿Así? —Se mira los pies cubiertos por su par de pantuflas de gato. Cortesía de Park Jimin en su cumpleaños número treinta.
—Nadie va a verte. Sólo yo.
—Está bien —acepta Yoongi, poco convencido—. Al menos deja que me moje la cara.
Se tarda menos que nada. Hoseok toma a Yoongi por detrás y le cubre los ojos a regañadientes de él. A paso lento y seguro finge que van hacia otro lugar, cuando en realidad están dando vueltas por el pasillo para que no se note tanto que sólo deben llegar al apartamento trescientos cincuenta y tres. Hoseok abre la puerta, pidiéndole a Yoongi en todo momento que no abra los ojos. Y ambos entran.
Aún detrás de su novio, con la anticipación transmitida en una sonrisa nerviosa, debe tomar un pequeño respiro antes de presionar un par de interruptores con dificultad y quita la mano de sus ojos felinos para dejarlo divisar su boba sorpresa.
—¿Y esto? —pregunta Yoongi con suavidad, abriendo los labios y cerrándolos al segundo. No tiene nada más que decir.
La oscura habitación de la sala ha sido despejada por completo. Al menos todo lo posible. Hoseok ha dejado los muebles y los sofás arrinconados. En el centro está el colchón inflable de Yoongi y todo lo demás alrededor se ha cubierto de luces que asimilan estrellas. Encontrar un proyector y aprenderlo a utilizar ha sido un poco más complicado, pero los planetas se mueven por todos sitios de manera clara y tan realista como ha estado en sus manos.
Hoseok se siente algo inseguro ante el silencio de Yoongi. Sabe que no es perfecto y también que no luce como lo imaginó. Ha hecho hasta lo imposible por conseguirlo.
—Aquel día en que fuimos a acampar —comenta, aún de pie detrás de Yoongi— dijiste que siempre te antojaba de cosas que no podías tener. Y no he dejado de pensar en ello desde entonces. Ha pasado bastante tiempo, pero reunir todo lo necesario me ha costado un poco. Soy malo con eso.
Yoongi gira sobre su propio eje y enfrenta a Hoseok con una sonrisa.
—¿Cómo es posible que te acuerdes de algo que sucedió hace dos años? —cuestiona con un nudo atorado en la garganta.
—Sé que no es el universo que quieres visitar, y no estoy seguro de que sea posible realmente tener un beso real en el universo mismo sin estallar en el intento, pero es lo más cercano que puedo darte.
—Es perfecto.
—¿Podemos escapar esta noche de todo lo que nos lastima en la tierra?
Sus párpados caen para recibir los labios de Yoongi sobre los suyos, al mismo tiempo en que sus brazos rodean sus hombros y él sólo atina a aferrar los suyos a su cintura.
Y se besan.
Y se besan.
Y se besan.
Hoseok pierde la cuenta de cuantos besos en el universo han tenido en menos de media hora, pero su boca no se cansa de recibirlos. Ni de tener a Yoongi aferrado a su cuerpo. Ni de escucharlo repetir «te amo» una y mil veces, a cuyos corresponde sin rechistar.
Se alimentan de comida china que piden a domicilio, porque Hoseok no ha tenido otro plan, y beben agua, y se besan otra vez sin parar.
—Quiero quedarme aquí por siempre —dice Yoongi—. Sólo contigo, Jung Hoseok. Yo sé que puede sonar a cliché ridículo, pero nadie nunca me ha querido como lo haces tú.
Ambos se encuentran recostados sobre el colchón, con sus manos entrelazadas y la mirada puesta en los planetas girando encima de ellos.
—No hay un día en que no agradezca haberte conocido —expresa Hoseok con convicción—. Quiero amarte y quiero que me ames.
—Lo hago. Yo sólo... Te amo. Te amo tanto, realmente no sé qué hacer con lo que siento por ti, por favor, déjame amarte hasta que no dé más.
—Hasta siempre —promete Hoseok en un murmullo.
—Creo que no hay cosa que no puedas hacer. Retiro mis palabras de ese día.
—¿Cuáles exactamente?
—Cuando mencioné que me antojabas de cosas que no podía tener: me refería a ti. Y ahora tú estás aquí. Sigues aquí. Tú eres mi universo favorito, Jung Hoseok, estoy en él cada vez que estás conmigo.
Hoseok levanta un poco el cuerpo y se apoya sobre sus codos para encontrar la mirada de su novio. Sus labios se unen un momento.
—Voy a pedirte algo. —Yoongi sólo asiente y lo mira con atención—. Nunca me olvides de ti —apunta hacia su pecho, justo donde está su corazón—. Aquí siempre voy a existir, sin importar nada. Y recuerda que donde vaya, te voy a estar amando
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Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO.
Fanfic2025 : EN FÍSICO. ✎ : ❝ Jung Hoseok es un trabajador social dedicado a los niños que sufrieron la misma suerte que él: el abandono y la desesperanza. Su pasado es un lienzo roto y mal pintado desde donde una mínima pieza deja de encajar para desmor...