001. Un silencio doble.

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La tarde se siente fría, más de lo que estaba hace tan sólo dos minutos, a pesar de que la primavera comienza a pintar de colores las hojas de los árboles y las baña en flores blancas

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La tarde se siente fría, más de lo que estaba hace tan sólo dos minutos, a pesar de que la primavera comienza a pintar de colores las hojas de los árboles y las baña en flores blancas. Alza la mirada cargada de tristeza hacia un cielo que ya no se tiñe de azul, comienza a ser naranja y rosa. Sus colores favoritos.

Hay un sonido dentro de su cabeza, como si estuviesen martillando junto a su corazón, intentando reconstruir lo que acaba de ser roto lo más rápido posible.

El silencio es doble, aunque dentro de su cabeza las burlas se unen a la repetición de las palabras que acaba de escuchar, ahogado en una burbuja de recuerdos que se vuelve cada vez más grande, porque ha decidido acarrear desde su memoria todos los momentos en que se sintió tan feliz que creyó que pasaría el resto de su vida con la mujer que está de pie detrás de él. Bajo un suspiro que por poco lo ahoga, niega con su cabeza. Puede sentir como se le oprime el pecho y su pusilánime forma de ser queda retratada. Lo único que ha respondido es un vago «¿qué?».

—Me has oído —dice ella con la misma dureza en la voz.

Song (Jung) Ye'un, su mujer, a quién ha confiado su vida, su corazón y su felicidad. La mujer de sus sueños, la única en su vida desde los quince años.

—No lo entiendo, Yeun, ¿por qué? ¿Qué pasó?

—Se acabó, Hoseok, es todo. —Él niega con su cabeza—. ¿Puedes voltear a verme, por favor?

Así lo hace. Cabizbajo. Aunque para nada listo para afrontarla. Las lágrimas le pinchan los ojos. Está al borde de estallar.

—¿Es todo? —cuestiona sin poder creerlo, volviendo a negar con su cabeza—. ¿Así nada más?

—Hoseok —vacila ella como si no estuviesen hablando de nada importante—. Es lo mejor para ambos. Ven aquí. —Palmea el sofá donde permanece sentada conteniendo sus sentimientos por primera vez en diez años. Como siempre, él obedece y extiende sus manos para que ellas coloque las suyas—. No, Hoseok.

Sus manos. Le está negando sus manos. A las que tan acostumbrado está de tener sobre sí. Como si se tratase de cualquiera menos él, Jung Hoseok, con quien lleva seis años casada.

—¿Cómo es que tú sabes lo que es mejor para los dos? —cuestiona con la voz suave, intentando que ella no muestre una reacción desfavorable a sus palabras.

Yeun lanza un suspiro, él no se atreve a mirarla, sólo ve con tristeza sus manos vacías y luego, se las lleva al rostro para limpiar las lágrimas que han logrado salir.

—Bien, pues es lo mejor para mí y no voy a echar pie atrás —contesta Yeun.

—¿Qué fue lo que hice?

—Nada, Hoseok, nunca haces nada —responde ella con sarcasmo—. Ese es el problema.

—¿Qué significa eso?

—No confío en ti, ya no, estoy cansada de vivir con alguien que no me respeta. Siempre es lo mismo. No estoy segura contigo, y ya me cansé.

Las palabras le caen como un cubo de agua fría, algo se remueve en su estómago y aprieta los dientes sin querer.

—¿O sea que es por eso? —murmura—. ¿Por la discusión de ayer?

—No te hagas el inocente ahora, por favor —Yeun bufa—. Sabes bien lo que sucedió y lo que yo vi.

Finalmente, Hoseok levanta la mirada.

—Te he repetido una infinidad de veces que no me interesa nadie más que tú.

—Eso no es lo que yo veo. Vives pendiente de las mujeres a tu alrededor, como si quisieras encontrar algo para dejarme de una vez. —Yeun niega con su cabeza y presiona sus manos en dos puños—. Ya me harté. Te voy a dar la ventaja. Me voy, esto se acaba aquí y tú puedes hacer lo que quieras.

—Yeun, por favor...

—Ya tomé mi decisión. Espero que al menos respetes esto.

—Yeun —solloza.

Lo que Hoseok no sabe es que Yeun se ha llevado sus cosas por la mañana, cuando él se encontraba en el trabajo. Por lo que no comprende del todo la expresión de su mujer cuando le dice «adiós» remarcando el «para siempre» en la oración, con una expresión de molestia y malestar, como si le tuviera asco.

Y eso termina de romperlo. Cada paso que explica que Yeun se aleja de él, acerca sus lágrimas otra vez, y el sonido de la puerta cerrándose con fuerza provoca que se deslicen por sus mejillas.

A veces, con amar no basta.

Y amar cuesta muy caro, por lo demás.

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Dulces de humo ✎ 2025: EN FÍSICO. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora