Capítulo 12: Peligro

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                                                                   MADRID, 15 ABRIL 2019

                                                                                20:45

-Vete de aquí –Gritó Gus. Me acerqué a él y vi a mi padre. No entendía que hacía aquí, ¿qué coño se le ha perdido en Madrid? ¿Acaso piensa que va a solucionar algo plantándose aquí?

-¿Qué coño haces aquí, Miguel? –Dije. Cuando se separaron me prometí a mí misma que jamás le volvería a llamar papá a un hombre al que no lo considero.

-Soy vuestro padre, tengo derecho a veros, Natalia. Vamos a hablar anda.

-Y una mierda nuestro padre. Que dejaras preñada a mi madre no te convierte en ello. Un padre no es un hijo de puta y echa de casa a su hija menor de edad, sola sin dinero ni recursos. Un padre no se quita de en medio cuando se divorcia y deja a sus hijos a un lado para "rehacer su vida" y encima pretende que todo siga igual. Déjanos en paz de una puta vez. –Dijo Gus.

-¿Les has comido la cabeza verdad? Les has puesto en mi contra. Por eso no quieren ni verme.

-Quizás has sido tú quién ha conseguido ponerles en tu contra –Dijo Hugo acercándose a nosotros.

-Mira, jamás ejerciste de padre conmigo, si viví contigo fue porque Gus se vino a Madrid con mi madre, y alguien tenía que aguantarte a ti y tu puta novia. Sino, ¿crees que me hubiera quedado a quedar a vivir contigo? Ni de puta coña. Pírate y deja de dar pena.

Acto seguido pasé por al lado suya golpeando mi hombro contra su brazo y salí del instituto mientras me liaba un cigarro. Me puse los auriculares y, cuando anduve unos cuantos metros, apoyé la espalda sobre una pared y terminé el cigarrillo mientras escuchaba "cicatrices" de "natos y waor"

No dejé de darle vueltas a lo que acababa de pasar, y así me pasé más de 15 minutos.

-¿Cómo puede tener los santos cojones de plantarse aquí y hacer como si no hubiera pasado nada – Pensé en voz alta.

-Tenías razón cuando decías que era un hijo de puta –Me giré hacia mi derecha y la vi en la misma postura que yo. Me sonrojé un poco cuando la vi. Estaba tan concentrada en maldecir a mi padre y en ver como el puto cigarrillo se consumía poco a poco, que no me di cuenta de que llevaba allí un rato.

-No sabía que estabas aquí. No me he dado cuenta

-Ya... lo he notado –Se rio.

-No tenía ni idea de que había venido... Para verme estoy segura de que no... -Se acercó más a mí y apoyé la cabeza en su hombro.

-Soy una puta cobarde. Si me molas pues me molas, y sí, quiero besarte, pues lo hago. No quiero dejarte pasar, tía. No quiero arrepentirme de no haberlo intentado –La miré con ojos cristalinos y la besé.

-Lo siento mucho Marga –Dije con la respiración agitada.

-Yo también Nat. Olvidémonos de toda esta mierda y empecemos de nuevo, por favor –Asentí y volvimos a besarnos.

Mientras, Gus se había ido a casa de Lena a rogarle como un cachorro y mis padres siguieron discutiendo durante el camino a casa. De Darío seguí sin haber señales de vida y llegó un momento en el que me preocupé pensando que podría haberle pasado algo. Y Hugo, que después de la reunión necesitaba despejarse, salió a cenar con De la Vega evitando la tentación de una copa de burbon bien cargada.

Acabamos sentadas en una terraza de un barrio de mala muerte, tomando unas bravas y dos cervezas. No dejaba de mirar el móvil, no estaba en línea, no respondía a los mensajes, tenía el móvil fuera de cobertura.

¿Quién educa a quién? {HIT 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora