Adrián León
Es amargo el sabor de la victoria cuando la sangre que la mancha ha sido derramada por vampiros.
Mi nombre natural es Aris Delyam, soy el primogénito del rey Daniel León. Heredero al trono por derecho, rechazo el beneficio si antes no puedo demostrar mi valía. Son tiempos en los que ante los ojos de mi padre tampoco soy digno de la sucesión. Confío en el camino que elegí emprender porque encauzará mi destino, eventualmente volveré al punto de origen pero lo haré ungido en glorias.
Mi formación intelectual inicial me fue dada por tutores servidores al palacio, vampiros antiguos que me enseñaron disciplinas diferentes, siendo política, historia, literatura, y ética militar las más destacadas. Una intensiva educación que satisfizo mis primeros intereses sembrados por la mujer a quién sigo considerando una segunda madre.
Por inclinaciones propias me dediqué a estudiar a fondo el legado de los principales fundadores de la filosofía zansvrika, libros cargados de sabiduría, ciencia, e ideas que despertaron mis sentidos. Enfoqué mi pasión en interpretar las enseñanzas de estas corrientes, analizando la existencia del vampiro a través de aquellos que vivieron la creación del mundo, fue así como construí las bases de mis propios pensamientos.
Concebido por padres vampiros, mi naturaleza cambió de forma espontánea cuando mi cuerpo reflejaba la última etapa de la adolescencia. Desde mucho antes de esa transformación, yo ya me estaba anticipando. Me di cuenta de que para ser un vampiro, no es suficiente la alteración genética de nuestra sangre, hay que merecerlo.
Para mí, la primera condición tiene que ver con trabajar por un propósito que beneficie a la sociedad zansvrika. Minervino Montemagno fue un hombre humano que aún sin cambiar su naturaleza se enfrentó a los acechadores. Persiguió cazadores, y les entregó campo limpio a los vampiros de la zona para que tuvieran un lugar donde asentarse. Por esto y más recibe homenajes de generación en generación, a tal punto, que allá donde se sienta en su trono el rey, llamado Zethee, a la tierra se le dio su nombre.
¿Con qué derecho podría yo tener la honra de ser vampiro si no consigo al menos la mitad de lo que logró él? Tampoco ha sido el único. Mi propio padre ha generado un impacto de gran valor gracias a la fuerza de su carácter, pero yo no apoyo ciertos aspectos de su gobierno y es por eso que estamos así, cada uno por su lado hasta que yo concrete mis objetivos. El más ambicioso es darle a la sociedad vampírica el lugar que se merece.
Pienso que de entre los varios obstáculos que se me interponen, de los más complejos es la comunidad cazadora, hoy extendida por toda la tierra y vuelta nuestro enemigo más peligroso. Además, para alcanzar el propósito superior que me he trazado, es necesaria una reformación total en la estructura política, filosófica, y cultural de nuestra propia sociedad. Darle incluso un sentido nuevo a los patrones de identidad de nuestra naturaleza.
Basado en mis interpretaciones de los textos escritos por los antiguos más influyentes, yo he diseñado mi propia doctrina. Es el estilo de vida que elegí para mí... Sin embargo, me complace que otros encuentren verdad en él.
Hui de mi casa materna en vísperas de mi conversión para ejecutar un rito iniciático espiritual. Lo hice a fin de obtener buenos augurios en la segunda vida que comenzaba, y como un sello a los hábitos que desde entonces no solo me definirían sino también a los aliados que ahora me siguen.
Mi padre, el Zethee Daniel León, como rey está a la cabeza de casi todas las comunidades que conforman a la sociedad zansvrika. Casi todas, menos una: Un severo grupo de vampiros llamados los uncrolar, y que entre otras cosas se encargan de la aprehensión de gente para su comercio, lo que es ilegal en las leyes humanas pero que no los restringe e incluso mueve nuestra economía. Las grandes mafias del mundo no captan la mercancía de la trata de personas, solo las recepcionan. Los uncrolar en cambio distribuyen hombres, mujeres, y órganos al Zethee, quién a su vez es el proveedor de cualquier interesado que pueda pagar el precio. O más bien debo decir, esa solía ser la relación entre este provechoso grupo y mi padre, la cual quedó rota el día que le pedí asilo a Denej, jefe de los uncrolar.
Los elegí porque eran los únicos con la autoridad de recibirme sin que el Zethee pudiera allanar sus instalaciones, y porque podían proveerme de lo que hace falta para exterminar a los cazadores del modo en que quiero hacerlo. Les pedí colaborar conmigo. Solicité recursos humanos, equipos de personas que no hubieran pasado por el cambio de sangre y se estuvieran preparando para tal evolución. Me llamaron loco, pero no era mucho lo que tenían que perder si se arriesgaban a ganar lo que yo ofrecía a cambio. Al final, el número de voluntarios superó mis propias proyecciones. Lo mejor vino después, cuando encontraron por sí mismos sentido de pertenencia.
Yo les hablé de mi forma de ver el mundo. Les di claridad sobre la naturaleza zansvrika, y ellos adoptaron como suyas las doctrinas ideológicas que yo había interpretado de la fuente original antigua. Se unieron a mí no nada más en mis proyectos para la aniquilación radical de los cazadores, sino igualmente en mis teorías espirituales.
Los uncrolar tienen su propia fortaleza que ha sido su sede por siglos. Fuera de ella, son dueños de pequeñas tierras al margen del conocimiento del Zethee. Dada la presión que Denej sentía por parte de mi padre que me seguía rastreando, fue necesaria mi reubicación. El nuevo grupo y yo nos trasladamos a una de estas instalaciones clandestinas construidas en montañas remotas. Desde aquí coordiné mis próximos movimientos, empezando por el asesinato de la élite podrida de la sociedad zansvrika.
Las familias vampíricas más antiguas forman la aristocracia. De entre ellos fueron elegidos hace mucho los hombres que conformaron el sistema político junto al Zethee. Sus funciones comenzaron divididas entre consejeros, jueces, directores de finanzas, y la supervisión o control de territorios puntuales ocupados por vampiros. El problema es que sus competencias se fueron extendiendo. Sus cargos les permitían abusos de los que no había forma de sancionarles porque dichos actos no los pena la ley zansvrika actual. Los viejos más chacales se atribuyeron el poder de destituir al propio Zethee, así como de pasar por encima de sus decisiones tal como lo hicieron con el vampiro a quién sucedió mi padre. Eran una cúpula de poder absurdo que sobre esperar la mejor oportunidad para traicionar a mi familia, «porque a Daniel lo han odiado desde que lo conocen, y han probado todo para que reemplace a mi madre por otra mujer» me joderían mis planes a todas luces. Por estos motivos decidí asesinarlos.
Aprovechando la oportunidad que me brindaba el desarrollo de un evento propio a la cultura vampírica, envenené la sangre de las prostitutas de las que los chacales esperaban beber. No actué solo. Tuve la ayuda tan necesaria y eficaz de un grupo de combate zansvriko con estrategia militar, paralelo a nuestro ejército. Estos se aliaron a mí después de otra de mis propuestas diplomáticas. Son conocidos entre nosotros como "perros", y les convencí de cederme su respaldo después de jurarles libertad «a consecuencia positiva de nuestras acciones» para masacrar a los cazadores como las ratas malditas que son.
Es cierto que fui yo quién le dio nombre a la fortaleza en la que todos nos estamos refugiando, lo bauticé como zahojhár. También al vorskazaho, llamado así al grupo de origen que practica los cultos interpretados por mí. Pero fuera de que haya sido indispensable un líder «se sabe que cualquier organización sin dirección no puede caminar» yo no impuse establecer ninguna estructura jerárquica en esto que somos. La que tenemos ahora, fue levantada voluntariamente por cada miembro, y ellos mismos me han puesto a la cabeza.
Así fue como Montemagno se manchó con la sangre de todos a quiénes yo consideré que debían morir. La corte antigua, representantes políticos, autoridades menores con complejo de preponderancia, hasta los esclavos.
Parte del trabajo de los uncrolar al servicio del Zethee, es el sometimiento de seres humanos para que sirvan voluntariamente y con pasión a la realeza. Mi concepción personal del vampiro no me permite entender por qué deberíamos compartir nuestra sangre superior con aquellos que no lo valen. Estoy de acuerdo con la esclavitud porque es necesaria, pero no con su conversión, ni encuentro importancia en la existencia de todo supuesto vampiro que acepte una vida ajena a la búsqueda de la gloria. No quiero débiles ni cobardes en mi nuevo mundo. El golpe que di, fue mi protesta radical.
Sobra aclarar que mis acciones son consideradas criminales. Actualmente, Daniel en sus funciones de Zethee me está buscando para dictar lo que él cree que es justicia. No tengo miedo. La razón está conmigo y así mismo se lo haré entender, sobre todo cuando él sea capaz de ver la belleza de la sociedad que construyo. Muchos sacrificios serán necesarios. Nos encontramos en el punto más importante de la historia. Por mí, por mi familia, por Elizabeth mi madrina, por Talynha mi primer amor, por los vampiros que aún no existen pero que serán dueños de la tierra en el futuro, en nuestros nombres hago esto.
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Aris | Libro 11
VampirosÉl es macabro, sádico, y perverso. Joven primogénito del rey de los vampiros, pero sin un trono al que ascender. Aún entre las cenizas, él encuentra corona. Con el desafío de definir su propia filosofía, la descubre entre los placeres de la más dura...