M. Angelle Voohkert
Salgo del zahojhár no muy tranquila, pero confío en Aris porque no es posible para mí vivir de otro modo. Confío en su promesa de que él estará bien. Tengo miedo de que se equivoque y me deje sola en este mundo, pero me aferro a la esperanza de que mi destino no sea tan malo. No puedo perder a Adrián. Preferiría morirme.
Viajo con un vampiro que sabe ubicarse mucho mejor que yo. La idea es pasar desapercibidos, pero podrá protegerme si hay problemas. En cuánto llegamos a la ciudad más próxima a las montañas, encontramos lluvia. Es de noche. El agua baja por las pendientes de las calles y las luces de los faroles públicos parpadean amenazando con dejar de iluminar de un momento a otro.
—Espérame aquí —pido, procurando que se quede en la plaza.
Cuatro veredas más arriba ubico una cabina telefónica. Traje suficiente dinero suelto para resolver lo más urgente. Los dígitos que presiono corresponden a la línea anexa de la habitación de mi tía, en llamada internacional a Venezuela. Necesito hablar directamente con Damara, por eso hablo a su número privado. De todos modos estoy lista para colgar si es que fuera Daniel el que responde.
—¿Quién es?
Esa voz me confunde, lo primero que pienso es que se trata de alguno de mis falsos hermanos, y de solo considerar que Damara les permite entrar a su recámara me da de todo. Sin embargo, su próxima duda revela su identidad real.
—¿Tío Diego?
—¿Lezanger?
—¿Quién es? —insiste.
—¿Es Diego? —mi tía se escucha cerca, cuando completa la pregunta ya habla pegada a la bocina —¿Hola?
Se me anuda la garganta. Dejo escapar un suspiro que ella reconoce sin que sea esa mi intención.
—¿Aevë? —su tono es medio nostálgico.
No puedo creer que de solo oirla me den ganas de llorar. Los músculos de mi cara se contraen, aprieto fuerte mis ojos. Estaba tranquila hace un segundo, ahora tiemblo nerviosa.
—¡Aevë! —repite, más ansiosa cada vez —¿En dónde estás?, ¡Vuelve a casa!, ¡Dime en dónde estás y ya mismo iré a buscarte a dónde sea!
—¿Y yo? —pregunta la voz infantil.
—¿Aris está contigo?
Por él me recupero lo suficiente.
—¡Adrián necesita que lo ayudes!
—¡¿En dónde están?!
—¡¿Quién es?!
—Está herido, dice que necesita que enciendas una vela en su nombre o algo así.
—¿Qué?
—Pero mami, ¡¿Quién es?! —la línea suena como se le metieran chicharras.
—¡Suelta el cable! —el sonido se repite —¡¿Cómo que herido?!, ¡¿Por qué estás llorando?!
—Solo enciende la vela, ¿Quieres? Hazlo por él. Dice que tiene que ser la de la ceremonia de su nacimiento.
—¡¡AEVË!!
Escuchar que empieza a llorar ella también es algo que no soporto. Corto la llamada. Mi reflejo en el vidrio empañado me devuelve una mirada de profunda culpa. Arrastrándome de espaldas contra la puerta caigo sentada en el suelo. Recojo mis piernas, me tapo el rostro con las manos, siento que se me parte el corazón en dos. Cada uno de mis dedos tiemblan.
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Aris | Libro 11
VampirosÉl es macabro, sádico, y perverso. Joven primogénito del rey de los vampiros, pero sin un trono al que ascender. Aún entre las cenizas, él encuentra corona. Con el desafío de definir su propia filosofía, la descubre entre los placeres de la más dura...