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Adrián león

—Estás loco.

Sonrío ante el comentario, es divertido.

—¿Eso es todo lo que dirás?

—¿Qué significa esto de que la sociedad humana se va a extinguir? —señala de mala gana sobre el papel, con ademán impaciente.

—Pasará mucho —comento— Dudo que incluso yo viva para entonces, pero moriré satisfecho de haber ayudado a hacerlo posible. Cada generación supera a la anterior, así como mi padre logró muchos avances importantes, mi aporte será destruir para siempre a la comunidad cazadora. Es una deuda con mis antecesores, y un compromiso con la descendencia de relevo.

—¿Qué significa? —suprime cualquier indicio de emoción en sus ojos.

—El vampiro es la máxima expresión de la evolución. Somos la especie que dominará el futuro. Llegará un punto en que la humanidad exista únicamente como ganado, se reproducirá nada más para nuestro consumo. Su ocupación del mundo se limitará a simples granjas pecuarias.

De repente, Diego mantiene su boca entreabierta. Un párpado se le nota más recogido que otro. Se pasa un par de dedos por la comisura de sus labios soltando el aire. Yo decido hacerle una pregunta.

—Piensa con lógica, ¿Eso no te suena como un futuro real? Montemagno solo es una célula de lo que los vampiros alcanzarán a gran escala algún día.

—¿Esta es la idea que le estás vendiendo a Aevë?

—De esto no hemos hablado, soy consciente de lo mucho que falta, pero qué acertado que la menciones. ¿Has notado algo en Mary Angelle que te haga pensar en su tipo de genética?

—¿Cómo qué? —alza el mentón.

—¿Pensaste alguna vez en la aparición del vampiro original? El primero en el mundo, ese quién atravesó el cambio de sangre de forma espontánea, sin heredarlo de nadie más, ni contagiarse por otros.

Se encoje de hombros, haciendo un mohín con su boca.

—¿Tiene que ver con mi hija, o siquiera es algo que me importe?

—¿Sabes, tío? Tengo la creencia personal de que cada uno de nosotros debemos ejecutar los actos que nos hagan dignos de la naturaleza que nos unge. Que debemos demostrar merecerla. Muchos aquí han decidido compartir mi fe, y yo estoy seguro de que la naturaleza misma también nos recompensa en esto. Pienso que el vampiro perdió el camino en algún punto de su desarrollo social. Que al elegir cohibirse dejando que el humano continuara siendo la especie dominante, influyó también en su adaptación evolutiva a lo largo de los siglos.

—Sigo sin entender la relación.

—Conforme hoy todavía se nos diferencia por el tipo de toxinas, antiguamente el vampiro contaba con mayor variedad en las características de su anatomía. Existía más de una sola clase de dientes, forma de las pupilas, de las uñas. Estos rasgos dependían de las capacidades de su portador, estaban asociados a su letalidad. Cuando se acondicionó al ambiente del humano, en lugar de que el humano se acondicionara a nosotros, empezó a cambiar nuestra estructura genética. Mitad biología, mitad espiritualidad. No puedo limitarme a creer que sea una casualidad la aparición de tantas enfermedades zansvrikas, entre tanto más atributos peculiares se borraban en cada descendencia. ¡Pero somos una raza capaz de lograr muchas cosas! Incluyendo la recuperación de los genes extintos... solo tenemos que actuar del modo correcto, hacer aquello para lo que fuimos hechos, tío, todo está conectado, y Aevë Kishá es la prueba viviente.

—¡¿Qué disparates dices?!

—Apostaría que también mi madre. Tiene sangre sivreugma. Obtenida por circunstancias del azar, lo sé, eso no importa. Para mí, fue el único modo que encontró el destino de cedérselo a ella, por algo es la zrasny el único vampiro con alto poder, por algo todos los demás que la tuvieron están muertos. Las hembras tienen un rol demasiado importante, son puertas para la vida, y nuestra familia está destinada a la grandeza. ¿Cómo explicas, si no, lo que está pasando? Todo esto son manifestaciones: La sangre de Damara, las posibilidades venidas de Elizabeth, la anatomía de Aevë... ¿Has visto la silueta de sus colmillos? Ella es... como habrán sido algunos vampiros hace cinco mil años.

Diego salta. Me agarra por el cuello de la camisa, asfixiándome con sus nudillos apuñados. Mi manifiesto cae al piso.

—¡¿QUÉ LE HICISTE?! —gruñe a pocos centímetros de mi cara.

—Nada —respondo tranquilo, a pesar de lo que sea.

—¡¡ACABAS DE DECIR QUE CONSIGUES CAMBIOS HACIENDO QUIÉN SABE QUÉ MIERDA ASQUEROSA!!

—Devolviéndole a la naturaleza zansvrika lo que le pertenece. Aevë decidió por su propia voluntad involucrarse en nuestra misión tan noble —sonrío solo por dentro —La naturaleza la recompensó desbloqueando para ella los genes que tenía dormidos, herencia de los antepasados del abuelo Voohkert creo yo.

Me suelta tirando de mis hombros con una sacudida violenta. Lo miro fijo, cuidando meticulosamente bien cada uno de mis próximos gestos y el tono de voz. Correspondo a sus emociones demostrándole todo lo contrario. Serenidad en lugar de agitación, respeto en vez de malicia. Me muestro como una roca firme contra la que sus pensamientos tan agitados cual río turbio pueden chocar por fin hasta volcarse sobre sí mismos antes de encontrar la calma.

—Te necesita, tío. No por las tareas que desempeñará en su labor, sé que eso lo hará bien. Pero Aevë se convertirá en una vampiro aterradora. Instintos como los que va a desarrollar no deberían dejarse a la suerte.

—¿Qué labor es esa?

—Será el caballo de Troya con el que haremos arder el nido de ratas hasta sus cimientos.

—¿La usarás de carnada?

—Su fuerza complementará la mía y viceversa. No como hombre y mujer, no como primos hermanos, sino como humildes servidores del propósito. Aevë será el prodigio que los cazadores van a ambicionar, pero su talento solo beneficiará a los vampiros. Se preparará en ingeniera genética... ella misma podría ser quién encuentre la solución más importante que necesitamos para Elizabeth.

Diego endurece sus músculos, deja de darme la cara por tan solo un instante. Cuando me vuelve a mirar encuentro entendimiento en sus ojos, como si estuviera frente al gato encerrado que había estado buscando, y que de algún modo, resolver el misterio lo complaciera.

—¿Ella quiere estudiar? —pregunta con voz mansa.

—Le interesa mucho —asiento— Está muy comprometida.

—¡¿Los malditos adictos que mantienes aquí la han estado drogando?! —regresa la actitud iracunda.

—No que yo haya notado, pero si en el rato que llevas aquí ya has visto algo que yo no, eres libre de aplicar la justicia que creas conveniente. Aevë debe viajar pronto, porque las plazas en la universidad ya están abiertas.

—Dices que ella me necesita ¿Te refieres a...?

—Puedes acompañarla, si estás de acuerdo.

Aris  | Libro 11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora