Adrián León
Elizabeth reposa en una bóveda solo para ella. Hay un sarcófago de dimensiones tan imponentes, que ante él incluso yo parezco chico. Ordené su construcción no con los fines de las tumbas. Dentro de este, mi zanshiagere no está acostada en un ataúd sino en una cama, entre sábanas de un terciopelo rojo que discrepa con la palidez de su piel, mucho más blanquecina de lo habitual debido a la ausencia absoluta de sangre.
Nadie más que yo tiene acceso a este sitio. Aevë goza de todo el derecho de venir a ver a su madre si lo deseara, más su cobardía se lo impide. Le tiene miedo al cuerpo, lo que es curioso, sobre todo tomando en cuenta la derrota de la muerte que no ha podido conquistar la belleza de Elizabeth. Estando en Montemagno la noche de mi golpe, pensé bastante en traer también los restos de Ellie, mi hermana mayor. Al final decidí desechar la idea de su uso, pero me habrían divertido las reacciones de mi prima.
Pasos humanos hacen eco en los túneles que preceden a esta sala, es una esclava que se detiene frente a las murallas que me esconden del resto del zahojhár. No es común que me interrumpan cuando vengo aquí, sin embargo sé que viene a darme un aviso que me interesa.
Beso el mármol antes de dejar a Elizabeth. Denej ha viajado por varios días para verme. Era necesario que él tomara caminos absurdos y se obligara a tomar períodos de reposo para descartar posibles perseguidores. Aún este encuentro que está próximo a suceder no es del conocimiento del resto de los vampiros en el vorskazaho, solo tres esclavos arisanos lo saben y solo porque necesitaba su cooperación, por eso él me espera en una gruta aledaña.
—¡Deja ya de llorar, zorra de mala muerte!
Sus quejas se escuchan desde lejos, previniendo sus escándalos elegí este sector lejos de todo.
Cuando ingreso, Denej acompaña una nueva orden con un golpe a la cara de la mujer a la que folla, haciéndola sangrar y gritar, sumado a las embestidas que le da sobre la mesa. Es un hombre de proporciones grandes, ancho como un toro e igual de ordinario.
Se queja conmigo.
—Te dije que mandaras a todas estas puñeteras debiluchas al unferno urris, al final cada puta necesita educación, esta no parece servir ni para vaciar bolas.
Los uncrolar, fanáticos adictos al tabaco y el ron, han creado sus propias variaciones para estos dos productos. De cuando en vez yo pruebo los habanos. No sé con qué mezclan la hoja, en una ocasión lo compartí con una de mis esclavas y cayó muerta. Justo ahora enciendo uno mientras los sesos de la pobre gritona vuelan a pocos metros de mí, Denej le destroza el cráneo a puñetazos, aburrido porque su cogida no ha sido agradable.
—¿Quedaste definitivamente absuelto o tienes que seguir presentándote ante el Zethee?
—Tienen la mierda encima— se sube el pantalón —En mi juicio solo estaba él, el máximo general, y un par de miembros del ejército zansvriko. Debiste escuchar el himno, entonado por dos miserables bocas, los gloriosos salones de Montemagno nunca habían estado tan vacíos. Casi me daba lástima.
—¿Alcanzaste a ver a mi madre?
Ladea su sonrisa antes de resoplar como reacción automática ante las dudas que le pasan por la cabeza. Gira sus dedos hacía mí.
—Dime la verdad, muchacho... ¿Todo esto es un circo?
—¿Qué, exactamente?
—¿Daniel y tú están juntos en lo que haces?
Su pregunta me pone en alerta porque no se supone que Denej, menos que nadie, presuma algo así. Y si lo considera él, entonces lo mismo deben creer muchos otros.
—¿Qué te hace pensar eso?
Frunce el entrecejo, convirtiendo su sonrisa en una expresión sarcástica.
—Me importan una gran mierda las caídas o levantamientos de los Zethees, pero no me gusta que me engañen— me señala con su mano en puño —La corte, los miembros de los consejos, y todos los burócratas eran el contrapeso del poder. Cuando dijiste que querías eliminarlos, a pesar de tu excusa chueca de que esa cúpula antigua no te dejaría actuar, era obvio que León tendría el camino libre para hacer lo que le viniera en gana. ¿Pero se puede ser tan descarado como para darle estas funciones políticas a su mujer?
No entiendo lo que dice.
—¿Qué clase de funciones?
—¿Me dirás que no planeaste que la zrasny recibiera rangos altos?
—¡Mi madre es la esposa del Zethee! Ya tiene su propia posición superior.
—No si no puede intervenir en la dirección política zansvrika, pero de eso se están encargando ustedes— se burla —¿Cómo es? Solo por curiosidad ¿Dejarán que una niña haga lo que que se le antoje con la sociedad por la que tanto pelean, o es la nueva marioneta esencial con la que León terminará de echar garra sobre todo?
—Ella no es marioneta de nadie— mi tono de voz es una advertencia.
—¿La puta del Zethee? No, claro que no.
No termino de distinguir sus palabras. Le doy un golpe directo a la boca, su sangre me mancha los nudillos y a mí me quedan doliendo los huesos de mi mano. Denej, perplejo de sorpresa, se toma un segundo en reconocer el jirón que apenas le cubre las encías.
—Pide perdón— ordeno con tono más suave.
Intenta repetir su risa irónica, el odio endemoniado con el que me mira no se lo permite.
—¿Qué te has creído?— se saca un cuchillo del cinturón.
—Pide perdón y seguiremos trabajando juntos en paz. No necesitamos pelear también entre nosotros, solo necesito que te disculpes.
—Maldito bastardo de la reina traga leche ¡Te voy a despellejar como a un cerdo!
Qué decepción. Esto está a punto de volverse un problema de consecuencias impredecibles que me gustaría evitar, pero Denej parece haber tomado su propia decisión egoísta. No entiende que el propósito que tenemos en común es mayor a nosotros. No quiero que me desafíe, necesito nuestra alianza, pero si está determinado a romperla, me obliga a reestructurar mis planes.
Pienso en ello en el fragmento de segundo que a él le toma lanzarse sobre mí. Nunca he tenido un oponente de sus proporciones. No le tengo miedo, sin embargo solo me dedico a esquivarlo mientras pongo todo en perspectiva.
Los uncrolar son salvajes, y la furia que Denej demuestra me deja claro que no se calmará hasta ver mis órganos en el piso. ¿Debería matarlo? Puedo, sé que puedo, ¿Pero qué pasará después? Los vampiros del zahojhár son más leales a mí que a él, pero todos en el unferno urris siguen considerando a Denej como su único líder. Vendrían por nosotros. Aún no tenemos los números para resistir un ataque como ese. Tengo a los perros, pero nos abandonarían si consideran este asesinato como una traición.
—¡Quieres que te ayude a acabar con los cazadores, a cambio de más migajas! Porque eso es lo que tendré siempre que los Zethee existan, sea Daniel o cualquier otro cínico bastardo. ¡Tengo una idea mejor que la tuya, y es que los uncrolar nos quedemos con todo! Dicen que la reina puta es una mujer muy bella, ¡Yo mismo me la follaré delante de los que se arrodillen ante mí!
Hay razones por las que no le hablé a Daniel de mis planes para el rui celum. Fuera de que se opondría, tampoco era mi intención que lo acusaran. Pienso que cometió un error al decir que el responsable era su hijo, aunque gracias a eso ahora me dieron un nombre gracioso. Debo averiguar qué tanto relacionan a mi padre con los asesinatos, y qué significa todo esto de los poderes políticos para la zrasny.
Pero ahora yo tengo este otro asunto urgente que atender, sin saberlo ya había una razón más para encontrarme con Denej en este sitio tan distante.
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Aris | Libro 11
VampireÉl es macabro, sádico, y perverso. Joven primogénito del rey de los vampiros, pero sin un trono al que ascender. Aún entre las cenizas, él encuentra corona. Con el desafío de definir su propia filosofía, la descubre entre los placeres de la más dura...