VII ★ La electrizante región de Eleiyar

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La Princesa Kurhia, el joven Vahnark, con la señorita Kare, y Jesús llegaron al ala oeste del castillo

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La Princesa Kurhia, el joven Vahnark, con la señorita Kare, y Jesús llegaron al ala oeste del castillo. Junto a la puerta de la Central de Portales de Energía Oscura había un pequeño letrero donde se leía: «Lahrtnec ed Selatrop ed Aígrene Aruhcso», con letras plateadas que brillaban a la luz de las antorchas de fuego oscuro que colgaban en argollas sujetas en las lisas paredes. Entraron. Los recibió un hombre alto de pelo alborotado que vestía una toga gris de largas mangas negras con la runa odal (ᛟ) en el pecho. Dicho hombre reverenció a la princesa, reparando en la chica desmayada.
—Buena es la noche en que han venido —dijo—, sin embargo, tal parece que la situación no lo es, no. Disculpe mi atrevimiento, señorita Kurhia, pero ¿qué ha pasado?
—Fue atacada por un usuario de magia —repuso la princesa con desgana—. Ahora debe ser llevada con su padre lo antes posible. Que abran inmediatamente un portal a la región de Eléiyar, que aquí el joven y el señor Ilev la llevarán. ¡Rápido!
El hombre se acercó a Jesús, advirtiendo que era él la Reencarnación de Ilev.
—¡Por Kúame! —exclamó—. Apenas me lo creo, ¡eres el Heredero de Ilev! —Le tendió la mano a una velocidad impresionante.
Jesús se sorprendió y se la estrechó; sintió que casi le exprimía su pobre mano.
—Kehrus Gharok, a su servicio…, es todo un honor.
Jesús sólo esbozó una tenue sonrisa, pues no supo qué decir. Le dolía mucho la mano. Kehrus Gharok caminó hacia el fondo de la Central de Portales —que era una estancia estrecha con cubículos de piedra a los lados—, entonces los encaminó hasta el último cubículo del lado derecho, el único vacío. Allí, Gharok apuntó con la diestra hacia la vacía pared de grandes ladrillos negros. Hubo un resplandor oscuro y se produjo un sonido que Jesús recordó, que le heló la piel.
«GYOOO…»
Acababa de abrirse un gran círculo color carbón, que parecía la ventana de un hobbit. Mostraba una puerta al otro lado. Algo asombroso e increíble para Jesús.
—Un portal a la región de Eléiyar —comunicó Kehrus Gharok, radiante.
—Bien —dijo la princesa—. Aquí me despido, señor Ilev.
Hizo entonces una reverencia, justo cuando Jesús también hizo una y… chocaron sus cabezas.
—¡Agh!
—¡Ayy! ¡Perdón…, perdón! ¡Perdóname! —se disculpó Jesús de inmediato, tocándose la frente.
Kehrus Gharok se alarmó y Vanaih aguantó la risa, un poco en vano.
—Discúlpame tú a mí, Ilev.
Al cabo, la señorita Kurhia salió del lugar —frotándose la cabeza, entre risitas—, dejando un dulce aroma a flores que hizo sonreír a todos.
—Es tan hermosa —dijo Vanaih con voz queda, un poco atontado.
—Sí que lo es, chico —convino Gharok—. Es como la Flor Muerta de la Necromancia: una de las más hermosas e imposible de conseguir para uno mismo —soltó una risotada.
Vanaih rio entre dientes.
Jesús se quedó pensando en la belleza divina de la Princesa Kurhia y de la Reina Kihrian, y no podía faltar la señorita Kare, así como algunas de las mujeres que lo hubieron tocado, aclamado y que le estrecharon la mano. En poco tiempo había visto muchas mujeres con extrema belleza, pensó que quizás aquí todas las mujeres eran así.
—Cuando quieran partir —dijo Gharok—, pero he de suponer que sería ya, por lo que dijo la princesa.
—Usted lo ha dicho. —Vanaih se adelantó hasta el círculo negro. Pero no entró.
Jesús también se acercó al portal, ansioso de pasar a través de él, de ver los interiores de otro castillo perteneciente a un Rey Demonio Oscuro, otra región y… muy probablemente vería más mujeres hermosas y de cuerpos esculturales. Le bastaba con sólo verlas; aunque fuese con ropa, el muy pervertido. Y no porque en Ciudad Mante no hubiese bellezas como las de aquende, sino que él no las frecuentaba; ninguna belleza se juntaría con el zoque de Jesús.
Gharok se acercó a Jesús, estrechándole con fuerza la ya magullada y dolorida mano, causándole dolor una vez más, pero el muchacho nada dijo.
—Como he dicho, es todo un honor conocerte, Ilev, la beatitud que me anega es indescriptible. Jamás imaginé vivir para conocer a la reencarnación del Legendario Ilev.
—Fue un placer conocerlo, señor —habló Jesús por fin, haciendo una mueca de dolor—, muchas gracias… ¡Ay!
Cedió el apretón de manos y Gharok los despidió con una reverencia, diciendo sélom. Vanaih con la señorita Kare fue primero, traspasó lo que parecía un hoyo en la pared.
«SHYUSHYUH»
Jesús hubo traslado el portal tras el chico. Fue algo raro, pero tampoco era la gran cosa. Fue como cruzar una puerta nada más, una que los llevó a miles de kilómetros en cuestión de segundos.

Ilev -Dark Glow- I. El estado Dark WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora