XV ★ Noche en la Mansión Vahnark

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Venkoh llegó a la vetusta Mansión Vahnark, abrió la puerta y lo primero que hizo fue arrojar el equipaje junto a la entrada

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Venkoh llegó a la vetusta Mansión Vahnark, abrió la puerta y lo primero que hizo fue arrojar el equipaje junto a la entrada. Buscó y buscó la evo de su padre por toda la mansión, sin embargo, no la encontró. Supuso que había salido a hacer algún trabajo en el pueblo. Por lo que no supo qué hacer, así que fue a tomar un libro y se sentó a leer en la entrada, esperando a que los demás volvieran.
«Si las cosas van mal tendrán que huir», pensó.
Gracias a Kúame volvieron, todos. La niña los vio en lontananza: dos figuras levitando. Con su increíble vista de akertana se dio cuenta de que su hermano cargaba a Kora, mientras que, por asombroso que pareció, Jesús volaba y llevaba a la hermana de Kora.
Ya no irradiaba ningún resplandor oscuro, pero levitaba, y eso le seguía maravillando, lo hacía sentirse feliz, muy feliz.
Llegaron hasta la puerta de la mansión.
Venkoh se levantó cuando los vio acercarse.
—¿Qué ha pasado? —preguntó, con un gesto inexpresivo.
Vanaih entró —con Jesús detrás—, yendo hacia las escaleras que había después del amplio vestíbulo.
—Venkoh —dijo—, te contaré cuando papá esté presente. Percibo que no está. ¡Hazme el favor de indicarle a Jesús dónde colocar a Kena Dózart!
—¡No hasta que me digas lo que sucedió! —chilló su hermanita desde la entrada.
Vanaih la ignoró, y sólo le indicó a Jesús en qué habitación debía dejar a Kena. No obstante, Jesús tuvo una idea.
—¿Y si mejor las acostamos juntas en la misma habitación? —propuso a Vanaih—. A lo mejor cuando despierten se van a querer ver la una a la otra, no sé.
—Bien pensando. Después de todo se angustiaron por el bienestar de la otra.
Jesús sólo sonrió, complacido, observando el bello rostro de Kena, pleno de tranquilidad. Pensó en lo mucho que se amaban ella y Kora, y lo unidas que eran, lo cual le causó ternura y felicidad. Se alegró de haber conocido a un par de chicas como ellas.
Abrazó a su amiga Kena.
«Que bueno que están bien —dijo en el pensamiento—, no quiero que nada les pase.»
Después la recostó junto a Kora. Ambas inconscientes aún, tan indefensas que se veían (al igual que él antes de manifestar el Dark Glow). Jesús tuvo la sensación no dejarlas solas, de quedarse para cuidarlas. Se sentó en una esquina de la cama.
—¿Quieres algo de comer? —preguntó Vanaih—. Iré a la cocina.
—No, gracias. Aquí me voy a quedar, ¿no importa?
—Ju, ju. Estás en tu mansión. Bueno, aunque Ilev tenía una cerca de la playa Kenhty, allá para el oeste.
Jesús no supo qué decir. Vanaih sólo sonrió y salió de la habitación. Kora y Kena permanecieron inconscientes, lo que hacía que Jesús se preguntara cuándo despertarían, o si debían atenderlas por estar heridas; supuso que Vanaih haría algo al respecto, lo más seguro.

—¡Papá ha llegado! —avisó Venkoh desde la planta baja luego de un rato.
Se oyó que subía las escaleras. Entró Vanaih, con su hermanita abrazándole un brazo, y detrás de él venía un hombre. Jesús dejó de ver el suelo, y entonces vio al padre de Venkoh y Vanaih. Un hombre apuesto y robusto, de cabello erizado, y con unos ojos semejantes a los de su hijo.
El señor Vahnark hizo una reverencia a Jesús y éste le dirigió una amable mirada.
—¡Sélom, Ilev! —dijo el señor Vahnark sonriendo con una mezcla de felicidad y asombro.
—Sé-sélom.
—Me da mucho gusto que estés aquí. Y me hace muy feliz saber que mis hijos pertenecen a tu círculo de amigos. Te agradezco sobremanera que así sea. Ahm… ¿te apetece algo de comer?
—N-no, gracias…, señor —repuso Jesús con timidez.
—Pide lo que quieras, anda, que no te dé pena, y si no lo tengo, lo traeré del pueblo. Supuse que tendrías hambre luego de enfrentar a una Bestia Oscura. Vaya, Ilev y su reencarnación han derrotado Bestias Oscuras. Admito que no me sorprende tanto —rio el señor Vahnark.
Vanaih también rio, aunque Venkoh se limitó a sonreír, era una sonrisa tenue, pero no dejaba de ser una sonrisa. Jesús soltó una risita nerviosa. Para nada se consideraba poderoso, ni siquiera luego de lo que hubo hecho con la Bestia Oscura; incluso pensaba que Kora había hecho más. Ilev era poderoso, sin embargo, él, Jesús, no lo era.
—Si no mal recuerdo —dijo el señor Vahnark—, Kena dijo que tu nombre es Jesús; y también que eres amigo suyo y de Kora.
—¡Ah, sí! S-son mis amigas. —Jesús, abochornado, se levantó y le tendió una mano levemente callosa al señor Vahnark—. Me llamo Jesús Naranjo, mucho gusto.
El señor Vahnark le estrechó la mano, sonriendo de oreja a oreja.
—Devanaih Vahnark de Soreko, de Yenkoh Soreko. El gusto es mío, señor Naranjo.
—Si quiere dígame Jesús, no hay problema.
—De acuerdo, señor Jesús.
—P-p-pero no… no me diga señor, luego me voy a sentir más viejo.
—Jesús, entonces.
—Ándele. —Jesús sonrió.
Devanaih Vahnark rio entre dientes.
—Pero cuéntenme, cómo que el Kuroi Kaibutsu.
—¿Cómo podemos saber que se trataba del auténtico Kuroi Kaibutsu? —atajó Venkoh.
—Considero que lo era —respondió Vanaih—. Alguien pudo haber extraído la esencia de la Bestia directo de la persona que reencarnó con el espíritu del Kuroi Kaibutsu. Además de Ilev habría muchas más reencarnaciones.
—Muy cierto —convino su padre.
Jesús les estaba entendiendo muy poco, y no tenía nada que opinar, como siempre limitándose a sólo escuchar. Después de todo le interesaba escuchar.
Venkoh arqueó las cejas, volviendo la vista hacia su hermano.
—Oye, Van, ¿y cómo hicieron para escapar vivos?
—Gracias a Kora y Jesús —contestó Van—, ellos nos salvaron.
—¡Qué maravilla! —exclamó su padre, con una gran sonrisa, mirando a Jesús.
—¿Kora? —se preguntó la niña, muy extrañada.
Todos observaron entonces a la pequeña Kora durmiendo plenamente. Al ver bien a las Dózart, el señor Vahnark dijo:
—Lo mejor será que pasen la noche aquí, así podré tratar sus heridas, y de ser posible tendrá que ser más de una noche; solas no podrán atenderse. Aunque Yúeki ni Keron ni Kerena jamás me lo hayan pedido, debo cuidarlas por ellos.
—¡¿Pero cómo sucedió?! —clamó Venkoh a su hermano—. ¿Qué hizo Kora? Ella aún no ha cumplido los quince años y su hermana no le ha enseñado mucho de combate. ¡Papá, dile que hable!
Su padre sólo soltó una agradable risa. Le agradaba ver a Venkoh un poco molesta, eso le hacía recordar a su difunta esposa, que era muy parecida en carácter. La niña sólo hizo su habitual mueca de enfado que causaba demasiada ternura, lo cual era peligroso.
Devanaih intentó rodearla con un brazo, pero ella se quitó.
—No —replicó Venkoh—. Te ríes de mí.
Vanaih suspiró, pues esto era de todos los días.
—Creo que ellas pueden dormir aquí —dijo a su padre—. También tendremos que darle una habitación a Jesús, él vino a pasar unos días a la casa de las Dózart.
—Bueno, será un honor que la Reencarnación de Ilev pase la noche en la mansión de mi familia.
—Gracias —habló Jesús por fin. Después enmudeció por completo.
—Lo de las habitaciones lo veremos luego —dijo el señor Vahnark—. Jesús, por favor, cuéntanos cómo salvaste el día con ayuda de la pequeña Kora.
—No sé cómo le hice —declaró Jesús, haciendo un esfuerzo por hablar ante su timidez.
—Pero logró manifestar el Dark Glow —comentó Vanaih.
Lo que sorprendió por mucho a su padre y a su hermana, dejándolos con la boca abierta.
—Y por cómo fueron las cosas, Kora fue dominada por el Descontrol Demoníaco. Si no la hubiese visto no me la creo.
El chico les contó todo lo que aconteció, dejándolos boquiabiertos más de una vez. Devanaih quedó maravillado por todo, en especial cuando oyó cómo Jesús fue rodeado por el Dark Glow. Cuando Vanaih terminó, Kena se movió en sueños —sueños lóbregos y funestos— y al cabo comenzó a despertar.
—¡¿Qué fue lo pasó?! —exclamó azorada, sentándose de súbito (por lo que se mareó), viendo a todos quienes la miraban.
Al ver que su amiga hubo despertado, Jesús se sintió aliviado, ella parecía tener buen aspecto a pesar de todo.
Kena ya estaba envolviendo a Kora entre sus brazos para sentirla cerca. No se alarmó por su hermana —a pesar de que tenía sangre seca en la frente y por las sienes— porque de alguna u otra manera supo que estaba bien. Kena estaba confundida, sin embargo, le reconfortó ver que todos estaban bien y aún con vida; no sólo Kora, también le preocupó Jesús.
—¡Señor Vahnark! —dijo—. ¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo llegamos?
«¡Volando! Yo te traje… ¡volando!», pensó Jesús, rebosante de felicidad.
—Tranquila, atenderé tus heridas y pasarán la noche aquí. Supongo que apenas pueden moverse, no podrán irse a casa así. Jesús también se quedará.
»Vanaih, muéstrale a Jesús dónde dormirá.
—Enseguida, papá.
—¡Disculpe! —se apresuró a decir Kena—. No nos molestaría a mi hermana y a mí si Jesús se queda con nosotras. Claro, si él acepta. La cama es grande de todos modos.
—Como ustedes quieran —repuso el señor Vahnark con un tono amable.
Venkoh salió entonces de la habitación. Vanaih sólo se dirigió a la puerta.
—Iré a preparar la cena —informó—, en un momento los llamo. —Y salió de la habitación doblando a la derecha—. ¡¡Oye, Venkoh, ayúdame a preparar la cena!!
—¡¡Qué inútil saliste!! —chilló la niña—. ¡¡Hazla tú solo, no soy tu sirvienta!!
—¡¡No dejaré que te escabullas en mi habitación en medio de la noche!!
—¡¡Ya voy, ‘princeso’ gruñón!!
—Lo que tengo que aguantar —dijo el señor Vahnark soltando una risotada, haciendo sonreír a Jesús (Kena permaneció serena)—. Están en su casa. Kena, en un momento regreso con todo lo necesario para sanar sus heridas. Cenarás aquí; y si Kora despierta habría que darle de comer cuanto antes. —Salió de la habitación.
Jesús y Kena cenaron juntos en la habitación. Kora continuó dormida. Y los Vahnark cenaron en el comedor del piso de abajo. Aunque no cenaron hasta que el señor Vahnark trató las heridas de las hermanas Dózart con la ayuda de Jesús, quien estaba atento a las pocas indicaciones que se le daban. De verdad quería que sus amigas estuvieran bien.
Mientras el señor Vahnark usaba hierbas y ungüentos desconocidos para Jesús —aunque la verdad éste sabía nada de eso—, puso al corriente a Kena. Lo del Descontrol Demoníaco la dejó consternada y anonadada, y no lo creyó hasta que Jesús se lo confirmó.

Ilev -Dark Glow- I. El estado Dark WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora