VIII ★ Las esposas del Rey Cohakuu Kusonhre

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Entraron entonces a un comedor espléndido, de techo plateado, lustroso y alto, donde rutilaban rayos negros

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Entraron entonces a un comedor espléndido, de techo plateado, lustroso y alto, donde rutilaban rayos negros. Tan pronto entraron, el Rey Kusonhre se sentó en su majestuosa silla haciendo un ademán con la mano para que sus invitados se sentasen. En ese momento se abrió la puerta. Jesús pensó que era obvio que hubiese una reina, pero jamás imaginó que no fuera sólo una. Venían entrando siete mujeres con extrema belleza, todas parecían lindas muñecas vestidas con finas prendas (negras, púrpuras y grises), algunas con encajes plateados. Todas de cabellos largos, a excepción de la Princesa Erizaketh. Caminaron en orden hasta la silla del rey, mirando a los desconocidos invitados, en especial al de ropa extraña. Junto al apuesto rey formaron una hilera, empezando por Erizaketh y terminando con una mujer pálida que esbozaba una firme y dulce sonrisa.
El rey se volvió a ellas, con una sonrisa de suficiencia, y las mujeres se inclinaron un poco.
—Familia —habló su majestad Cohakuu—, tengo el honor de presentarles al honorable señor Jesús Naranjo, es decir, a la Reencarnación de Ilev, y su acompañante, el señor…
—Vanaih Vahnark, su majestad.
—Han venido del reino de Olbatas, y están de paso, así que el señor Ilev nos ha honrado con su presencia. ¿No es muy grato este momento?
»Pues bien, Ilev, le presento a mis amadas esposas e hija.
—Mu-mucho g-gusto. —Jesús se levantó con torpeza, anonadado por ver tanta belleza, e hizo una acentuada reverencia casi estampándose en la larga mesa.
—Ya has conocido a mi única nieta —dijo el rey.
Y Erizaketh sonrió rebosante de alegría.
—¡He aquí a mi hija y a mis esposas, señores, las mujeres a las que pertenezco!
—Keriza Rutherén —se presentó una mujer joven, parecida a Erizaketh—, primogénita del rey Cohakuu Kusonhre y la Reina Zakketh, mucho gusto. —Hizo una reverencia.
—Rutherén —murmuró el rey—. Se estará preguntando eso, ¿a que sí? —dijo mirando a Jesús—. Digamos que en un acto de desobediencia mi amada Keriza se casó con ese infeliz de Rutherén… ¡Ay!
Erizaketh le hubo dado un codazo, haciendo un mohín. Keriza no se quedó atrás, le lanzó una mirada despectiva a su padre. Quien soltó una risa con cierto descaro, guiñándoles un ojo.
—Fue una lástima lo que acaeció con Rutherén —dijo, no convenciendo a su familia, ni a sí mismo.
La historia de aquel difunto hombre figuraba en el libro Eventos del Mundo Oscuro, Treceava Edad.
Jesús se preguntaba qué había pasado con Rutherén, y le daba vergüenza preguntarle al rey, o a Vanaih por lo bajo.


De Eventos del Mundo Oscuro, Treceava Edad, por Yesúforos Tólkuhn, capítulo La historia de la princesa Keriza y Rutherén:
El rey Cohakuu Kusonhre consideraba qhe Rutherén no era digno de su hija, pese a qhe recién habían contraído matrimonio, por lo qhe como condición para dejarlos estar juntos le asignó una misión casi imposible: hurtar de las mazmorras del castillo del Dios de la Oscuridad, en Tannitritkz, el espíritu del Obol Ohrhgen en una piedra sagrada.
Arehjam Rutherén, siendo un simple etreumano, se embarcó él solo en su viaje hacia Káentritux, maguer el Rey Kusonhre trató de impedirlo a toda costa. La princesa Keriza fue tras su amado para ayudarlo en su encomienda. La princesa Keriza insistió en acompañarlo, aunqhe Rutherén qhería seghir su misión solo.
En el camino a Tannetret, Rutherén se vio asediado por los neghiot, sirvientes del Amo y Señor del Tretóranhd, y a pesar de sus esfuerzos fue encerrado en Dar-Asuaki. Pero la princesa Keriza logró escapar. Y, haciendo uso de sus habilidades, fue en busca de su esposo hasta Dar-khe-negi’ott, la Isla de los Infestos.


—Mucho gusto —se presentaba la abuela de Erizaketh—. Zakketh Kusonhre. —Concluyó haciendo una leve reverencia.
Jesús la imitó en silencio.
—Kahzly Kusonhre, es un placer.
—Un honor conocerlo. Kiruh Kusonhre.
—Encantada de conocerlo, soy Akarih Kusonhre.
—Ina Kusonhre, señor, mucho gusto.
—E-el placer es mí-mío, ¡digo!, el g-gusto es mío. ¡Mucho gusto! —decía el nervioso Jesús repitiendo la reverencia por sexta vez. Mirando de reojo a la siniestra se percató de que Vanaih hubo hecho lo mismo.
Las reinas y las princesas ya estaban sentándose a la mesa; y Vanaih se sintió muy nervioso cuando la Princesa Erizaketh tomó asiento junto a él. A la cabecera estaba sentado el Rey Kusonhre, quien chasqueó los dedos. Enseguida entró un puñado de servidores, colocando sendos platos y copas y cubiertos de plata frente a cada uno de los comensales. Los Sirvientes del Rey se movían con garbo, tan raudos y eficaces que impresionaron a Jesús, que jugaba con un tenedor.
—¿Así que vienes de un planeta remoto, Ilev? —preguntó el rey.
Jesús dio un respingo.
—Cre-creo que sí —respondió—. Pero no sé dónde mero esté.
—Supongo que tienes que regresar esta misma noche.
—Sí, por favor —farfulló Jesús, lo que le extrañó a Kusonhre.
—Si lo deseas… puedo pedir que abran ahora mismo un portal directo a tu hogar.
El terrícola se puso muy nervioso, no sabía qué decir, pero tenía que hablar.
—A-así está bien, gra-gracias —dijo, ruborizándose.
—¡En ese caso —exclamó el rey— permítanme ofrecerle algunos manjares de mi reino a usted y al señor Vahnark! Será una comida breve, por favor, acepten.
—Con gusto, su majestad —expresó Vanaih—, siempre quise probar la comida eleiyana.
—Y está a punto de hacerlo, señor Vahnark. Le recomiendo la pasta de oplup.
Para sorpresa de Jesús, delante de los platos ya había charolas repletas de comida, distintos manjares culinarios que despedían aromas apetitosos. No le vendría mal volver a comer —aún no estaba ahíto—, ya que consideraba no haber comido a llenar jamás en su vida, cosa errónea, pero que él creía con fervor. Los demás ya estaban comiendo, mientras él no sabía de dónde escoger; o si era eso carne de cerdo, res, o si aquello era pollo, y desconocía si lo que parecía un cerdo con aleta era pescado. También había salchichas —no supo de qué—, así que tomó unas cuantas. Pero también llamaron su atención unas cosas que parecían zanahorias bañadas en algo semejante a mostaza con hojas como de cilantro. Entre más platillos desconocidos.

—… Con razón tu apellido se me hacía tan familiar —declaró el Rey Kusonhre.
Al salir de su ensimismamiento respecto a la comida, Jesús se dio cuenta de que el rey y Vanaih entablaban una conversación; al igual que las reinas entre ellas y la Princesa Keriza con su hija. Era sólo él el que se hallaba en silencio, comiendo con la mirada fija en el plato, sintiéndose muy, pero muy nervioso.
—Se volvió muy famoso por eso —comentó Vanaih en su conversación—. Se ha dicho en mi familia que incluso conoció a los padres de Ilev…
Todos se volvieron a Jesús.
—… y ayudó cuando sellaron el poder de Ilev antes de dejarlo vivir en el Érez con los etreumujyin.
—Pero, según tengo entendido, la Técnica Yahz contiene magia, ¿no es así? —preguntó el rey.
—En cierto modo sí —respondió Vahnark—. Y es extraño, porque el estado Dark Wild no es algo mágico, no obstante, el estado Dark Glow sí que libera maná. Con razón las leyendas cuentan que la madre de Ilev era una Winyï zahatirvana.
—¿No conociste a la madre de Ilev, cariño? —preguntó la Reina Zakketh.
—Sólo recuerdo a ese tal Dok-Rab, su padre. Era mi tío. Un tal Jeota, algo así, no recuerdo con claridad.
—Pero —dijo la Reina Kiruh—, sí pudiste ver con tus propios ojos el Dark Wild cuando Ilev lo usó contra Eliv, ¿no?
—Sí, y espero que el Dark Wild no vuelva a causar problemas —rio el Rey Kusonhre, volviéndose a Jesús—. Y dinos, Ilev, ¿cómo es tu vida en ese planeta… Tierra?
—N-no sé. Yo digo que b-buena.
—¿Tu planeta tiene algo qué ver con el planeta Arreito de la Galaxia Mórtox? —quiso saber el rey.
—No —respondió Jesús—, creo que no. A mi planeta casi nadie lo conoce…, o n-no sé.
—Supongo que el Gran Azrael hizo un buen trabajo al mandar el espíritu de Ilev tan lejos —dijo el rey—. Ya habría ido alguien a enfrentarte desde que fueras un infante y ahora estuvieras aquí, quizá, aunque no vivo. A ese Arcángel de la Muerte no se le escapa nada, el Gran Izraíl sí que sabe cumplir las órdenes de Kúame.
Allí, la Princesa Erizaketh inclinó la cabeza hacia delante para ver a su abuelo.
—¿Te imaginas, abuelo —dijo con retintín—, que hubiese reencarnado en un etreumujyin?
El Rey Cohakuu frunció el entrecejo por unos segundos y gruñó por lo bajo, ocultando su cólera.
—Por suerte —terció— la gracia de Kúame ha hecho que no sea así.
—¡Amén! —dijo Erizaketh con una sonrisa sarcástica.
—¡Eri, compórtate ya! —la riñó su madre con un tono adusta.
—Cuéntanos, señor Naranjo —dijo el rey—, ¿tienes familia? Aquí el señor Vahnark me ha sorprendido al contarme que es de la estirpe del famoso Yahzzaih Vahnark.
Debido a esto, la Princesa Erizaketh le pidió a Vanaih que le hablara respecto a su antepasado famoso, y él lo hizo encantado, aunque tartamudeando.
—Sí —respondió Jesús—, tengo a mi mamá, a mi papá y a mi hermanita.
—Qué sensato eres —manifestó Kusonhre—, porque la única familia que cuenta es la que te dan tus padres, la que tú mismo procreas o la que eliges. Y hoy, mañana y siempre, le agradeceré a mi difunta madre todo lo que hizo por mí. Valora a tu familia, amigo mío, en especial a tus padres.
—S-sííí —exclamó Jesús, y al cabo se sintió estúpido.
—Tal vez no lo sepas, pero mi madre, la Reina Erekkut, hija del dios Eléiyar, peleó contra el Krad Etreum poco antes de que Ilev lo derrotara. Ella era de verdad muy fuerte y poderosa, y una de las más hermosas mujeres de este y todos los mundos.
Jesús apenas sabía cuál era esa Bestia Oscura gracias a Vanaih, y de los dioses y reyes de antaño poco sabía. Sin embargo, no había escuchado nada sobre el perecimiento de la Reina Erekkut.
—Amor —llamó la Reina Zakketh—, creo que es mejor no hablar de eso.
—Supongo que el señor Naranjo quiere saber.
Pero Jesús no dijo nada, aun cuando los ojos de todos se clavaron en él. Prefirió seguir comiéndose esa cosa que parecía un taco de mole que tenía en el plato, aunque se viera muy grosero, no obstante, tenía curiosidad por aquella historia.
—Fue el Kuroi Kaibutsu, ¿no, señor? —dijo Vanaih, cabizbajo.
—Todo fue culpa de Glir-Uhjab —farfulló el rey con amargura. Se volvió a Jesús en el mutismo de todos—. Sí, señor Naranjo, Ilev, una despreciable Bestia Oscura acabó con la existencia de una de las reinas más hermosas que han existido.
Las cinco reinas y Keriza adquirieron un aire lúgubre al ver el apuesto del rey.
—Lo siento mucho —masculló Jesús, y apenas se le oyó.
—Un Mago —contó el Rey Kusonhre—. El Mago Lóbrego Ignómal ar Maabutho Kurom Glir-Uhjab causó la muerte de mi amada madre al desatar al Nahafleste Shwaah aquí, en el Reino Soberano de la diosa Akuerte, tras liberarla del encierro que le dieron los magos del planeta Nippon de la Galaxia Zura. La temible Bestia Oscura no pudo ser controlada como pasó con el Krad Etreum… En esa ocasión ya no estaba Ilev para ayudar… y la Bestia asesinó a mi madre.
»Ignómal the Black Monster Glir-Uhjab fue encerrado en la prisión Kurocytsu tras sus actos malévolos, y lleva ahí poco menos de Tres Eras del Mundo Oscuro.
No hablaron mucho después. Tan sólo se levantaron de sus asientos y el Rey Kusonhre y su familia estrecharon las manos de Jesús y Vanaih antes de que estos dos se dirigieran a la Central de Portales.
—Espero que haya amistad entre nosotros desde ahora, señor Naranjo, Ilev —expresó el Rey Cohakuu.
—Ah, sí, estaría bien —dijo nervioso Jesús, antes de salir tras Vanaih, el cual hacía continuas reverencias caminando en reversa.
Aquello le causó gracia a la Princesa Erizaketh.
—Yo los acompaño, no sabrán cómo llegar. —Y salió del comedor a toda prisa.

Más tarde llegaron al mismo lugar donde ese tal Karuhk y los demás eleiyanos armaron jaleo. Empero, ahora no había más que una sola persona.
—Ilev —dijo Erizaketh—, me encantaría conocer tu mundo. ¡Ya llegará el momento! Por lo pronto me despido y que les vaya muy bien, Ilev, joven Vahnark. —Sonrió y se fue.
Vanaih hizo una reverencia, en lo que el atolondrado de Jesús le echaba una mirada furtiva al contoneo de las caderas de esa hermosura de caminar divina. Sin más, los muchachos entraron a la Central de Portales. Los recibió el mismo hombre de rostro severo y toga negra.
—¡Ilev! —exclamó, sorprendido—. Permítame atenderlo a usted y a su acompañante, para mí es todo un honor. ¿Adónde se dirigen? Yo los llevaré sin problemas.
Jesús aún no sabía cómo explicar dónde estaba ubicada la Tierra, aunque supuso que de todos modos esos portales podían llevarlo sin que él no lo supiera con exactitud.
—Yo voy de vuelta a la región de Nergya —indicó Vanaih.
—Por aquí, por favor. —El hombre de la lanza los llevó hasta la puerta por donde hubieron llegado; el portal que abrió Kehrus Gharok seguía abierto.
Vanaih caminó hasta él, pero antes de cruzarlo se dio media vuelta y miro a Jesús.
—Es hora de irme —dijo—. Fue agradable tu compañía, eres una persona amena y reservada.
—Muchas gracias por todo, Vanaih.
Jesús sonrió y le estiró la diestra. Vanaih se la estrechó, también sonriendo.
—Fue un gusto conocerte, Jesús Naranjo; cuídate, espero vernos pronto.
—Lo mismo digo, gracias.
El muchacho del arco y carcaj no dijo más y cruzó el portal. Jesús se quedó allí parado, tan sólo esperando que pudieran regresarlo a la Tierra.
—Creí que iría con él —declaró el hombre de la toga—. Pero lo llevo adonde guste.
—Ocupo llegar a un planeta que está muy lejos, o eso dicen, nada más que no sé en dónde mero está… ¿Me podrá llevar? Tengo que irme hoy.
—Dije que lo llevaré sin problemas, usted no se angustie. Permítame.
El hombre apuntó con la mano el portal por donde Vanaih se hubo ido, y al cerrar la mano, el portal se cerró.
«GYUUU…»
Abrió la mano de nuevo. Hubo un resplandor de luz y lo acompañó un extraño sonido.
«GYOOO…»
Sin embargo, este gran círculo negro no parecía una ventana, sino que era todo negro, y la negrura de la energía, espesa, se arremolinaba por todo el círculo como las nubes en una tormenta.
—Entre y lo llevará adonde quiera, sin problemas.
—¡Muchas gracias!
—Ezkih Tarehk. Ese es mi nombre, señor, es un gran honor conocerlo y haberle servido.
Jesús le estrechó la mano con apremio, exultante. Sintiendo un alivio inconmensurable por poder regresar a su hogar.
—Muchas gracias, Ezkih Tarehk, gracias.
—¡Sélom!
Jesús se aproximó al portal, pensando en que quería llegar a la puerta de su casa en Ciudad Mante, en el Estado de Tamaulipas, de la República México, en el planeta Tierra.
«SHYUH»
Y así fue como regresó por fin a su hogar en la Ranhd, el Mundo de los Vivos.


«SHYUH»
Y así fue como regresó por fin a su hogar en la Ranhd, el Mundo de los Vivos

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Ilev -Dark Glow- I. El estado Dark WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora