XI ★ Kusonhre, Olbatas y Refaider

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Tras una larga caminata cruzando el pueblo Nergya se hallaban subiendo las Escaleras de Madur, unas escaleras de piedra que conectan el pueblo con la entrada del Castillo Fure O-Azuta, atravesando la muralla

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Tras una larga caminata cruzando el pueblo Nergya se hallaban subiendo las Escaleras de Madur, unas escaleras de piedra que conectan el pueblo con la entrada del Castillo Fure O-Azuta, atravesando la muralla. Junto a ellos iban y venían más personas, que echaban leves miradas a Jesús, pues parecía un etreumujyin.


Jesús iba en la espalda de Kena, ya que el resto subía levitando y ella se había ofrecido a llevarlo. El muchacho se abrazaba con fuerza de ella -fuerza insignificante para Kena- porque temía caerse y rodar por todas las escaleras. Sin embargo, llegó sano y salvo hasta el bonito jardín de pasto café verdoso y flores de kin. Ahí había akertanos que también pululaban, pero nadie le prestó mucha atención al Heredero de Ilev, por lo ocupados que estaban. Kena bajó a Jesús.


-Ay -dijo Jesús-. Me venías apretando las nalgas.


Kena se volvió a él con brusquedad, resoplando por la nariz.


-Tenía que tocarte las posaderas para que no terminaras cayendo -dijo.


-Comoquiera, muchas gracias por traerme hasta acá, yo me hubiera cansado de volada.


-No es nada, recuerda que somos amigo, y según sé, los amigos se apoyan.


-Claro que sí. -Jesús le tocó el hombro y le dedicó una sutil sonrisa.


Comenzaron a caminar hacia las majestuosas puertas del castillo. Jesús le echó una ojeada al lujoso y elegante edificio de la Casa de Sanación. Entraron al castillo por la puerta principal. Todos en silencio, a excepción de Kora y Venkoh, que conversaban. Fueron por varios pasillos hasta llegar ante la puerta con el pequeño letrero donde se leía: «Lahrtnec ed Selatrop ed Aígrene Aruhcso».


-¡Es aquí! -exclamó Kora, emocionada.


Jesús se le acercó -en lo que Kena abría la puerta- y le preguntó:


-¿Vienen muy seguido al castillo?


-De vez en cuando -explicó la chica, con Venkoh de la mano-. Venimos cuando es requerido, ya que Kena presta sus servicios a los Ángeles de la Muerte.


Jesús caviló en ello, preguntándose si alguna vez vería a un Ángel de la Muerte.


-¡Doy gracias a Kúame por verlo a usted de nuevo, mi señor Ilev! -exclamó Kehrus Gharok, sacando de improviso a Jesús de su ensimismamiento-. Qué gusto tenerlo de vuelta. -Gharok movió su mano a gran velocidad y se la acercó a la Reencarnación de Ilev.


-¡Ugh! I-igualmente -dijo Jesús, estrechándole la mano.


Gharok los miró a todos, alborotándose más el pelo.


-Supongo que ustedes también se dirigen a la región de Eléiyar -manifestó-, a la fiesta del rey.


-Así es -asintió Kena-, ¿podría abrir un portal hacia allá?

Ilev -Dark Glow- I. El estado Dark WildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora