33. Olvidémoslo todo ésta noche.

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Jimin se deja arrastrar por Jungkook a través de los jardines  nocturnos de la mansión Jeon, consciente de que hay cámaras por varios sitios y que es probable que Kim Namjoon le diga a Jeon Kwang que su hijo no ha vuelto solo, o tal vez no diga nada al respecto, pero puede ser descubierto.

Y aquello le debería aterrorizar, pero lo cierto es que su corazón está latiendo con fuerza simplemente a causa del chico que camina delante de él, embriagado por su aroma que tanto ha extrañado y que le trae la brisa fría de la noche.

Rodean la mansión y terminan entrando por una de las puertas traseras, más concretamente por una especie de habitación de almacenaje de cosas de jardinería que Jimin nunca había visto. Cuando Jungkook cierra la puerta tras de sí y quedan completamente a oscuras lo suelta y al poco vuelven a estar iluminados por la linterna del móvil del más joven.

—No quiero que mi padre nos descubra y sé que estaba en su despacho, así que no era buena idea entrar por la puerta principal.—Explica susurrando.

—Pero el tipo de...

—Namjoon no va a decirle nada sobre tí.—Lo interrumpe, poniéndose en marcha de nuevo, siendo seguido por el mayor a través de tantos trastos.—Trabaja para mi padre, pero es muy bueno guardándome secretos.

Jimin puede ver como la comisura de los labios del pelinegro se elevan en una pequeña sonrisa, pero sigue teniendo dudas al respecto.

—Pero tenéis cámaras.

—Mi padre no las mira, el encargado principal es Namjoon, no te preocupes.—Responde posando su mano en el pomo de la puerta al otro extremo de la habitación y le lanza una mirada.

—Tengo la sensación de que estamos haciendo algo malo entrando a escondidas.—Susurra Jimin, comenzando a sentir nerviosismo una vez el menor abre la puerta mirando a ambos lados y saliendo a uno de los pasillos de la planta baja que comunican con la cocina.

Jungkook se gira de nuevo a mirarlo y vuelve a tirar de su muñeca para que salga del trastero de herramientas y cierra tras él. Sus ojos brillan.

—A lo mejor lo estamos haciendo.

Y de nuevo el corazón de Jimin comienza a latir con fuerza, nunca había escuchado a Jungkook hablar con tanta seguridad. ¿Qué había tratado de decir?

Pueden ver algunas de las luces encendidas, incluida las de la cocina, así que el pelinegro le indica que se agache para no ser vistos por la cocinera y demás empleados que se encuentran dentro. Caminan agachados hasta unas escaleras pequeñas y suben por ellas, de nuevo por un lugar que Jimin no había visto, pero que sabía que eran habitaciones para el servicio ya que algunos empleados vivían allí.

Ya erguidos, fueron con rapidez por los pasillos y las escaleras hasta llegar a la habitación de Jungkook. Cuando ambos estuvieron dentro Jimin suspiró aliviado, nunca pensó que podría sentirse tan nervioso, mucho más que cuando estaba en medio de una misión.

Jungkook echó el seguro de la puerta y el rubio tragó saliva.

—Pensé en ir a mi antigua casita del árbol, pero es algo pequeña y esta noche hace mucho frío.—Dijo Jungkook, aún susurrando y mirando a Jimin fijamente.

Siguieron mirándose a los ojos, iluminados solamente por la luz de la luna que atravesaba los ventanales que tenían las cortinas recogidas, sin decir nada.

—¿Qué estoy haciendo aquí, Jungkook?—Preguntó Jimin, rompiendo el silencio y notando su garganta seca.

Aquella seguridad repentina que había embargado a Jungkook lo abandonó y el chico agachó la cabeza y caminó hasta su cama, sentándose en el borde y dándole vueltas en su cabeza a toda la maraña de pensamientos que tenía. Las palabras de la pitonisa, la noche de la subasta, la rusa, la carta de Jimin...

El mayor se quedó en el mismo lugar en el que se paró cuando entraron, mirando al pelinegro en silencio. Jungkook estuvo un rato con la cabeza gacha y el ceño fruncido, cuando volvió a alzar el rostro para mirarlo sus palabras volvieron a salir con seguridad:

—Solo quiero que esta noche lo olvidemos todo, que solo seamos Jungkook y Jimin.

El rubio caminó léntamente, hasta situarse delante del pelinegro, que lo miraba con sus ojos brillantes. Los volvió a envolver el silencio, como si tuviesen miedo de hablar y romper la mágica conexión que tenían sus miradas. Jungkook se levantó, haciendo que Jimin alzase un poco su rostro para poder seguir viéndose a los ojos. Estaban muy cerca, notaban sus alientos chocar entre sí.

—¿Qué haría Jimin, a secas, ahora?—Preguntó Jungkook humedeciéndose los labios con la lengua de forma un poco nerviosa.

—Jimin besaría a Jungkook, a secas.—Respondió y pudo ver cómo el pulso del contrario latía con rapidez en su cuello, alzó la mano, rozando con delicadeza la ateria que palpitaba.—¿Y él?

Jungkook agarró la mano que Jimin tenía a su costado y entrelazó sus dedos, Jimin sonrió y apretó un poco su agarre.

Quería preguntarle tantas cosas, pero sobretodo quería saber si el rubio lo amaba de verdad, tanto como había dicho en su carta. Pero prefirió callar, ¿por qué iba a mentir cuando podía perderlo todo? Cuando incluso podía estar en peligro. No quería perder más el tiempo, quería dejarse llevar. Quería dejarse amar y viceversa.

—Entonces hazlo.—Dijo, queriendo romper aquel jueguecito de palabras de una vez por todas.

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Capítulo cortito, porque creo que si continuaba iba a quedar demasiado largo.




🌹Dangerously🌹(Jikook)-(COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora