55. Te he dado todo de mí, ya no me queda nada.

195 31 12
                                    

Jungkook había pasado por el detector de metales y había soltado todas sus pertenencias en la bandeja de plástico gris que  había antes, pasaron tres días desde que Jimin y los demás habían entrado en prisión y hoy les permitían hacer la primera visita.

Había ido con el nuevo chófer que le había asignado su padre, la cárcel estaba a una hora y quince minutos de su casa y aunque él había insistido en ir en autobús los guardias de seguridad que ahora se encargaban de él mientras su padre también cumplía condena se habían negado rotundamente.

De camino habló con su padre, a Jeon Kwang lo habían trasladado a otra prisión, más al sur. A pesar del escándalo seguía siendo una persona importante y había ciertas separaciones por clases sociales y delitos dentro de las prisiones en Corea del Sur. A Jungkook le quedaba mucho más lejos, así que solamente hablaron por teléfono y ya concretarían cuándo iría a verlo, al fin y al cabo, tampoco iba a estar tanto tiempo encerrado.

La conversación lo había puesto nervioso, Jungkook no quería ver las noticias, no soportaba ver en la pantalla o en las portadas de periódicos y revistas fotos de sus seres queridos esposados. Pero su padre sí que estaba pendiente de cada noticia y le había comunicado que se había descubierto de dónde había salido el dinero para la fianza de los cuatro jóvenes.

En pocas horas después de eso ya se había hablado sobre qué tipo de relación tenían Yoongi y Jungkook con los cuatro presos y habían comenzado a salir cosas a la luz. Jungkook supuso que algunos de sus compañeros de clase habrían soltado la lengua y cuando se bajó del coche con cristales tintados algunos periodistas lo esperaban para abordarlo con preguntas.

Su padre le advirtió sobre aquello y aunque no le gustaba no iba a dejar de visitar a Jimin. No le importaba que el mundo supiera la relación que tenían, le daba igual que supiesen que lo amaba. No iba a dejarlo solo.

Se sentó en la silla que le indicó el funcionario de prisiones que lo acompañó hasta la sala de visitas y aguardó con otros presos y familiares o amigos en otras mesas a su alrededor. No eran peligrosos, por lo que las visitas podían hacerse sin cristal de por medio. Jungkook cruzó los dedos para que a Jimin no lo trajesen esposado.

Pero cuando lo vio aparecer con otro guardia a su espalda el alma se le cayó a los pies. Jimin venía con las manos esposadas hacia adelante, tenía el cabello mucho más corto, casi rapado, pero de forma desigual y una mejilla morada. Se sentó frente a él y el guardia se alejó un poco de ellos.

Jungkook se apresuró a acercarse un poco más y extendió sus manos sobre la mesa, para coger las esposadas de Jimin. Tenía heridas en los nudillos y viéndolo más de cerca pudo ver que también tenía un corte en el labio y en la ceja.

—¿Qué te ha pasado?—La voz de Jungkook salió en un susurro, como si le costase.

—Soy nuevo y las noticias vuelan.—Jimin contestó sin levantar la mirada de sus manos levemente unidas.—Nos llegan periódicos y algunos también ven la televisión.

Jungkook tragó saliva, comprendiendo que el estado de Jimin no se debía solo al hecho de ser un chico guapo y joven que acababa de entrar en la cárcel, si no que también se sabía de su relación. Si pensaban que era gay todo sería peor. Apretó sus manos con fuerza, como si así fuese capaz de arrastrar a Jimin con él para ponerlo a salvo.

—¿Qué te han hecho?—Preguntó con la voz un poco quebrada y con sus ojos llorosos.

Jimin jugó con los dedos de Jungkook, acariciando las heridas que se hacía al morderse las uñas y la piel de alrededor.

—Solo han sido unos golpes, Jungkook, sé defenderme bien, ¿recuerdas?—Le dedicó una pequeña sonrisa, aún sin mirarlo a la cara, pero eso no tranquilizó al chico.

🌹Dangerously🌹(Jikook)-(COMPLETADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora