Déjame cuidarte.

felicidades

Desperté con un aroma que se había vuelto mí adicción estos últimos dos meses y que me hizo sonreír al primer instante. Los recuerdos, el sentimiento, las emociones, la alegría de haber despertado sabiendo que la chica que tenía a mí lado era también la chica con la que había estado soñando por semanas y que ahora estaba en la cama conmigo después de decirme que sentía lo mismo por mí.

Me tallé los ojos viendo la cortina la cual se movía lentamente por la briza de la ventana que había dejado un poco abierta y el pequeño rayo de luz que se asomaba iluminaba un poco la habitación. Me estiré gruñendo y volteé lentamente con mi corazón latiendo al mil por hora al encontrarme a Rebecca durmiendo a mí lado. Su cabello era un desastre, algo inevitable, pero su rostro, su paz, lo preciosa que se veía durmiendo me robó el aliento. Me acomodé para verla de lado y le quité el cabello de la cara para acariciar su mejilla intentando de no despertarla. Podía quedarme viéndola toda mi vida sin cansarme. Ella empezó a moverse suspirando y arrugó la nariz alejando mí mano de forma agresiva. Yo reí y ella abrió sus ojos, solo un poco, apenas y podía ver su pupila.

—Buenos días...

Sonrió y yo no pude evitar también hacerlo. Se talló los ojos para volver acomodarse en la cama y cerrar los ojos por completo.

—Es muy temprano, déjame dormir... Además, me veo muy mal. Me veo como una papa y no quiero que me veas como una papa.

Lloriqueó cubriendo su rostro con la almohada y yo reí acercándome más a ella.

—Bueno, tampoco es que pensara levantarme justamente ahora.

Ella abrió los ojos, el reflejo del sol se asomó un poco en los ojos de Rebecca y tomé su rostro para acercarlo al mío y darle un beso corto en los labios en el cual los dos sonreímos.

Así quería despertar por el resto de mis días. Junto a ella.

—Esos sí son unos excelentes buenos días.

—¿Qué te parece si desayunamos pan tostado ahora... estamos un tiempo en la cama y luego te llevo a comer a cualquier lugar que quieras?

Rebecca sonrió para acercarse a mí y darme otro beso tronado. La abracé por la cintura mientras me sostenía de la nuca. Me puse sobre ella lentamente y ella se acomodó sobre su espalda, pero me dejó de besar cuando escuchamos su celular.

—¿Es enserio? ¿Ahora?

Me deje caer a un lado de ella escondiendo mí rostro en su cuello y ella rio mientras lo tomaba y respondía. Yo comencé a dejarle un par de besos por su piel desnuda escuchándola hablar por teléfono.

—¿Bueno? Sí, no es hasta mañana... Sí, hoy no hay nada en la agenda, puedes descansar, Jaqueline, que tengas un buen día.

Dejé de darle besos en el cuello y volteé a verla mientras dejaba el celular en la mesa. Rebecca se acercó a mi rostro acariciando mi cabello.

—Ahora, ¿en dónde estábamos?

—¿Quién es Jaqueline?

Rebecca rio mientras sus manos paseaban por todo mi pecho haciendo que un par de jadeos salieran de mis labios.

—Oh, creo que no te había dicho que tengo una amante, y es increíble en la cama.

Empecé a reír para besarla y ponerme encima de ella de nuevo sin cortar distancia el beso. Pero Rebecca fue la que empezó a hablar entre el beso.

—Es mi asistente...

—Así que al final sí me hiciste caso con respecto pedir ayuda.

Rodó los ojos mientras se acomodaba debajo de mí.