Interrogantes

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Omnisciente

En este viaje, cada paso está marcado por el ¿Qué? de las elecciones, el ¿Cómo? de los desafíos, el ¿Dónde? de las experiencias y el eterno ¿Por qué? de nuestro propósito. Aunque creamos tener respuestas, surgen nuevas preguntas. ¿Debemos justificar cada acción? Nos detenemos, buscamos sentido. ¿Todo tiene un propósito? Nos sumimos en dudas. ¿Y si no alcanzo? ¿Y si no te encuentro? ¿Y si te pierdo en este viaje sin mapa? La vida, una travesía donde conocemos el origen, pero el destino es un enigma constante.

Mila

—Luisa nunca te dijo por qué estaba ahí, o cómo llegaste aquí, ¿no le preguntaste?—pregunto conforme a lo contado.

—Claro que le pregunté, pero solo decía: "La vida es un misterio y yo también".

Miro a Jennifer y Marcela.

—¿ustedes qué?—persisto

—Que sea su hermana no significa que sepa todo —responde Jennifer cruzando sus brazos.

—Yo solo las cuido. No estoy para hacerles preguntas —admite Marcela— lo único que sé es que ese jovencito, Ludmila y Lulú, lo mencionaba muy seguido.

—Hay que ir con las chicas —surgiero— hay que ver si lo encontraron.

—¿Y si no? —cuestiona Jennifer.

Ludmila permanece en silencio, y Jennifer, sin aguardar respuesta, se retira hacia la habitación de su hermana. En ese preciso momento, un grito proveniente de allí nos sorprende, llevándonos a correr instintivamente hacia el lugar.

—¿Qué pasó? —pregunto mientras observo la habitación desordenada y a Jennifer visiblemente asustada.

—¿Dónde está mi hermana? —señala, pronunciando las palabras con dificultad.

Aunque no comprendo su pregunta de inmediato, al seguir su indicación, me percatato de la ausencia de Lulú.

Jennifer se acerca a mí —¡¿Dónde está mi hermana?!

Kila

Después de lo sucedido en la casa de Lucas, trato de comunicarme con todos los que se relacionaban con él, pero todos me daban la misma respuesta.

—Lo siento, pero no conozco a nadie con ese nombre.

—¿Seguro, señor?—insisto.

—Sí, señorita, lo siento. Espero y encuentre lo que busca.

Lucas no tenía familia con la que pudiera comunicarme, solo me tenía a mí y a todos sus empleados, pero ninguno lo conocía, algo que me parecía extraño.

La situación se torna aún más inusual con la desaparición de Ludmila. Ya habían transcurrido tres días sin tener noticias de ella. Leysi, inquieta, llegó a comunicarse con su padre, algo que no hacía desde la muerte de su madre, pero nadie tenía información sobre el paradero de Ludmila

—Melli, deberías calmarte —surgiero mientras observo cómo Leysi camina de un lado a otro.—No estás bien —la miro con preocupación.

—¡¿Cómo quieres que esté?! —masculla, para luego empezar a comerse las uñas.

Me acerco con rapidez, alejando sus manos de la boca —Leysi —llamé para que me mirara— Leysi —volví a llamarla, a lo que ella respondió mirándome. Sus ojos estaban cristalizados, miré sus manos, las cuales no dejaban de temblar. Su respiración era acelerada—, la vamos a encontrar —trato de calmarla.

Ella desvia la mirada, noto que sus lágrimas empezaban a salir.

—Esto... Esto es mi culpa —solloza— si no la hubiese dejado, nada de esto pasaría.

¿ Todo tiene fin ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora