¿ Todo tiene fin ?

El código

Omnisciente

Cuando me preguntan si prefiero pedir perdón o perdonar, es raro que alguien elija pedir perdón. Yo opto por perdonar, pero ¿qué significa realmente perdonar? ¿Lo hacemos de verdad? Perdonar implica dejar en el pasado lo que ya ocurrió, soltar la culpa y liberarnos. La culpa es como un ancla que nos detiene. Al perdonar, soltamos esa ancla y nos permitimos avanzar. Perdonar va más allá de absolver a otros; también implica entender que no somos responsables de las limitaciones ajenas. Sin embargo, hay otro aspecto del perdón que resulta complicado: perdonarnos a nosotros mismos. Nos cuesta liberarnos de esa carga, y al no hacerlo, quedamos atrapados en nuestros propios errores. No perdonarnos es una forma de castigarnos. Al aferrarnos al 'mismo sentimiento, buscamos cambiar lo ocurrido, pero es algo imposible. Perdonarnos a nosotros mismos implica soltar la culpa de existir. Ahora, ¿tú qué prefieres: perdonar a otros o perdonarte a ti mismo?

Leysi

—Leysi, te voy a creer, pero debes escucharme —se acerca Ludmila y me sujeta del hombro—quiero que pienses en lo que quieres buscar —la observo sin entender —Tobías hará que te duermas y lo mismo que hizo conmigo pasará contigo, pero debes soltar todo lo que tienes en la mente y centrarte en lo que vas a buscar.

—No te preocupes, que cosas en la mente no tiene —me molesta Víctor.

Estoy preparada para protestar cuando de pronto siento un fuerte cansancio, mis ojos empiezan a pesarme al igual que mi cuerpo, cuando de pronto todo se hace negro.

Al abrir los ojos ya no estoy en la casa sino en un lugar bastante extraño, todo es blanco, parece un loquero. De seguro es el lugar del cual hablaba Ludmila.

—Esto es asombroso —exclamo mientras salto de la emoción—cuando se lo cuente a Kilis, no me lo va a creer. ¿Ahora quién es la importante aquí?

—No has cambiado, como siempre te tomas las cosas como si no importaran —con rapidez volteo alegre. Estoy preparada para la misión y agradecerle a Lucas por tomarme en cuenta, pero mi sonrisa lentamente desvanece al encontrarme con quien menos imaginé—te pareces tanto a tu madre.

—¿Por qué estás aquí? —mi cuerpo empieza a temblar mientras observo cómo me sonríe.

—¿Así recibirás a tu padre? —da un paso hacia mí y yo retrocedo.

—¡¿Por qué estás aquí?! —repito temblorosa —yo no...—mi respiración empieza a acelerarse y junto a ello, mis lágrimas empiezan a caer—es Lucas el que debe estar aquí, no vos —vuelvo a retroceder, al hacerlo caigo al suelo, sin embargo no me detengo, sigo retrocediendo, pero a la vez no le quito la mirada de encima —yo a vos no... yo no pensé... ¡no deberías estar aquí! —grito entre lágrimas.

—Deja de escapar de mí, pequeña, deja de verme como el culpable de la muerte de tu...

—CÁLLATE —vocifero sintiendo una fuerte presión en el pecho y la garganta —cállate, cállate, cállate —repito, mientras con mis manos cubro con decepción mis oídos y a la vez niego con la cabeza—vete, solo vete.

Lo que menos quiero es ver a este hombre, sé que es mi padre, pero así como un padre olvida sus obligaciones hacia sus hijos, yo olvidé mis obligaciones hacia él.

—Yo estoy aquí porque vos me llamaste —responde con tanta tranquilidad, lo que me enfurece más.

—¡¿Qué te llamé?!

—No recibes lo que quieres, sino lo que necesitas...

—¡¿O sea que te necesito?! —me levanto con cuidado—es cierto, lo necesito —muestro una sonrisa falsa—necesito que te mueras —grito.