Lo que implica conocernos

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Omnisciente

A menudo pensamos que las cosas son fáciles, pero incluso ser real, simular y hasta respirar resulta difícil. La euforia llega con impactos emocionales intensos, y aunque dicen que puede ser peligrosa, yo creo que nos protege de la cruel realidad. Sin embargo, ¿es posible perderse a uno mismo en ese estado?

kila

Mi nombre es Kila de la Rosa. Es extraño mi nombre como mi familia. Mis padres dicen que es un nombre “peculiar” que significa “la que ilumina”, de origen hawaiano. A pesar de mi corta edad, soy muy consciente de la vida.

—Debes quedarte con ella, mi viaje es más importante que el tuyo —grita mi padre.

—¿Estás insinuando que mi trabajo no importa aquí? —murmura mi madre al borde de las lágrimas.

—No es así, pero debo irme.

Me encuentro observando a mis padres, inmersos en discusiones interminables. No son malos, simplemente es mejor que estuvieran separados.

—¡¿Por dos meses?! Acabas de regresar y no puedo quedarme con Kila esos dos meses, ¿estás loco?

—Es tu hija, mujer —dice tomando su brazo con fuerza.

—¡Y la tuya también!

Suspiro cansada. No entiendo cómo parejas que discuten constantemente pueden durar, y otras, aparentemente felices, se separan en un abrir y cerrar de ojos.

—¡¿Por qué mejor no se van los dos y me dejan de joder?! —interrumpo, finalmente captando su atención—Déjenme con la servidumbre que me cuida mejor que ustedes dos.

Caminé decidida hacia la puerta, la abrí, salí y la cerré de un portazo. Fue entonces cuando me encontré con el chofer, a quien estuve esperando para no llegar tarde al colegio.

—¿No crees que tardaste? —mascullé molesta.

—Eh, buenos días, niña, disculpe la demora —se disculpó el chofer avergonzado mientras abría la puerta del carro.

—Delia, ¿alguien vino por mí? —pregunto observando que se acerca con algunas compras de la casa.

—Si se refiere a su novio —la miro de reojo—, no, niña, no ha venido y sobre las mellis no he tenido información.

—No sé por qué mis padres contratan a personas tan ineficientes como ustedes dos —me quejo entrando.

—Será porque somos los únicos que te aguantamos —escucho soltar entre dientes al chofer.

—Repite lo que dijiste —alzo una ceja, dándole la oportunidad de arrepentirse.

—¿Si vamos a buscar a las mellis a su casa?

—No, no las vamos a buscar. Vamos al cole.

Leysi

—Melli, despierta. ¿Qué te pasa? Siempre eres tú la que me despierta —insisto.

—Déjame tranquila, boluda.

—¡¿Cómo que boluda?! A mamá no le gustaba que dijeras boluda y lo sabes.

Se levanta de golpe, haciendo que me caiga al suelo.

—Pero no está. Se fue y tenemos que aguantar la lástima de la gente, por eso.

Me levanto y le sostengo la cara.

—Ninguna lástima. Nosotros no damos lástima y pronto sabremos lo que realmente pasó.

Quito mi mano de su cara.

—¿Qué va a pasar? Murió, ¿qué más quieres?—me fulmina con la mirada

¿ Todo tiene fin ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora