Flashback

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Omnisciente

La vida va cambiando silenciosamente, y no solo evoluciona nuestro entorno, sino también nosotros mismos. Nuestra perspectiva se transforma gradualmente; lo que ayer veíamos de una manera, hoy lo percibimos de otra. Aceptar los cambios que trae el tiempo y discernir cuándo es el momento adecuado para cambiar puede ser un desafío. Quizás eso sea parte de la experiencia de ser adulto: madurar implica reconocer y adaptarse a estas transformaciones. No es simplemente una cuestión de edad; la madurez puede manifestarse a los quince años o faltar a los cincuenta. Aprender a abrazar los cambios y discernir cuándo es hora de cambiar puede ser un proceso complejo, pero quizás sea fundamental para el crecimiento personal.

Ludmila

(2011)

¿Qué puede experimentar un adolescente de 14 años? A menudo, sus preocupaciones pueden parecer trivialidades y dramas, pero a medida que creces, te das cuenta de que esos problemas son simplemente nimiedades. Si la juventud se considera la mejor etapa de la vida, me pregunto dónde estoy yo que no estoy disfrutando de ella.

— Mellis, por favor, ya bajen. Se les hace tarde en su primer día de escuela —gritó la dulce voz de mi madre.

—Como si fuera la gran cosa —me quejé bajando las escaleras.

—Melli —Leysi salta sobre mí—, ven, nos vamos a divertir.

—¡Bájate, Leysi! —exclamé molesta.

—No seas una amarga —da un beso en la mejilla derecha que con rapidez me limpio.

—Ludmila, es tu hermana, solo te quiere mucho —insiste mi padre mientras tomaba su taza de café de todas las mañanas.

—No la quiero —se baja y se pone frente a mí mientras sostiene con sus manos mis mejillas— ¡la amo!

Mi madre se acerca a nosotras y nos abraza —mami también las ama.

—papá también —nos recuerda mi padre tirando tres besos al aire, los que nos hizo reír.

—No hay tiempo, deben regresar a la escuela.

—Sí, mamá —contestamos las dos.

Siempre ignoré el "no hay tiempo" de mi madre, pues para mí, el tiempo se percibía como algo extenso y monótono. En el momento de nuestra partida, mis padres nos contemplaban a través de la ventana con amplias sonrisas.

El camino a la escuela comienza tranquilo, con calles tranquilas y árboles sombreados. Con cada paso, se une al bullicio de la ciudad y risas de compañeros. El aroma del pan fresco flota en el aire, y las esquinas se llenan de vendedores. Finalmente, el cruce animado frente a la escuela marca el final del viaje matutino. Por último, el concurrido cruce frente a la escuela señalando el término de mi trayecto matutino.

—¡Mellis! —Kila va corriendo hacia nosotras al vernos llegar —Las extrañé, todo estaba re aburrido sin ustedes.

— ¡Shhh! Cállate que nos están viendo —desvío mi mirada avergonzada.

—Ay, Lumi —me abraza—extrañé tu falta de amor.

—¡Kila! —mi hermana la toma del brazo y la abraza—yo sí te extrañé, esos años en Italia fueron demasiado largos, pero papá no quería que regresáramos, ya que tenía que atender sus negocios.

Kila corresponde el abrazo —Lo sé, tu mami me lo contó, iba todos los días a su casa, preguntándome cuándo volverían.

Permanecí a la expectativa, aguardando a que concluyeran su escena emotiva, pero eso nunca sucedió.

¿ Todo tiene fin ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora