Un cambio

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Omnisciente

Buscar un verdadero amigo en este mundo puede ser complicado. Algunos se acercan por curiosidad y otros parecen confiables, pero terminan decepcionando. Sin embargo, hay momentos en los que aparece alguien especial, alguien presente en tus peores momentos y cuando desconfías de todo. Esa persona te muestra que no te fallará, estará ahí para ti, y al confiar en ella, empiezas a depender. Cuando estás acostumbrado al dolor, recibir consuelo es tan dulce y anhelado que deseas más de ese amor incluso que el de tus propios familiares.

Me dijeron que todo en exceso hace daño, una frase patética pero real. Ya he comenzado a depender de esta amistad; su felicidad es la mía y viceversa. ¿Será malo volverse adicto a una amistad? Es un hermoso dilema.

Mila

(Horas antes)

La música retumba a todo volumen mientras me muevo al ritmo de la canción, sin parar de sonreír. Bailo con entusiasmo, la gente grita mi nombre, mi madre y mi hermano me miran con orgullo.

Todos me observan, y no siento ni un atisbo de miedo o arrepentimiento, simplemente soy yo. La música termina de repente, y un silencio se apodera del lugar. Una luz enfoca a Juan, que se acerca con un ramo de flores.

Todo parece transcurrir en cámara lenta; él llega al escenario, me sonríe, lo cual yo correspondí, y me entrega la rosa. Se acerca, dándome un breve beso en la mejilla, lo que me pone nerviosa. Luego, susurra en mi oído:

—Ya no te necesito —se aleja rápidamente. De repente, el rostro de Juan se transforma en el de mi hermano Víctor, dejándome paralizada.

Abro los ojos lentamente.

—¿Con quién soñabas?

—¡Por Dios! —exclamo asustada al ver el rostro de mi hermano tan cerca de mí—, puedes dejar de hacer eso —digo mientras pongo mi mano derecha en su cara y lo aparto.

—Solo quería saber si seguías respirando.
—Lo miro con cara de pocos amigos.

— Mila, Víctor, el tiempo es oro —grita mi madre.

—Lo siento, mamá —se disculpa Víctor, saliendo de la habitación.

Mi nombre es Mila Pérez, de origen eslavo, nací en Buenos Aires. Mi madre siempre me dijo que cuando nací fui la luz del pueblo, por eso me llamó Mila, que significa "amada por el pueblo".

No somos como esas familias adineradas que gastan sin preocuparse por el mañana, pero no me quejo. ¿Sabes por qué? Porque aunque no tengamos mucho dinero para cosas lujosas, tengo la mejor familia, y eso me hace feliz.

Solo somos mi hermoso Víctor, mi madre y yo. Una familia pequeña, pero la mejor. Siempre hay amor y apoyo incondicional entre nosotros. Mi padre nos abandonó cuando éramos muy pequeños, nunca lo conocí y no me preocupa saber de él.

—Princesa, ¿en qué piensas tanto? —pregunta mi madre, sentándose a mi lado.

—Seguro en Juan —interrumpe Víctor al entrar en la habitación mientras come una manzana.

—Si es por él, no tienes por qué ponerte nerviosa. Seguro aprueba el examen.

—¿Y si no? ¿Y si pierde un año de clases?

—¿Por qué eres tan negativa? Vamos, princesa, él va a poder, y estarán juntos este año —se levanta—. Te lo prometo, y cuando mamá promete...

—Mamá cumple —respondemos Víctor y yo al mismo tiempo.

—Exacto —le quita la manzana a Víctor y sale—. Apúrense, si no quieren llegar tarde el primer día.

¿ Todo tiene fin ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora