Entre llamas y despedidas

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Omnisciente

Los misterios ejercen una fascinación única, atrayendo con su magnetismo. La urgencia por descubrir la verdad es innegable, pero ciertos enigmas persisten por razones ocultas. Algunas revelaciones podrían ser prematuras, ya que quizás no estamos preparados para asimilarlas. Aunque resolver un misterio impulsa la satisfacción y elimina dudas, ciertos secretos resisten el escrutinio, manteniendo viva la llama del deseo. Cada misterio tiene su propósito, y algunos están destinados a perdurar en la oscuridad para conservar su atractivo. Como dice el proverbio, la sabiduría reside en aceptar lo inexplicable, ya que los misterios trascienden nuestra comprensión. Aunque jugar con ellos puede ser arriesgado, reconocer que ciertas cosas deben permanecer en la penumbra es parte de la sabiduría humana.

Ludmila

Corro sin pensar, mi mente está nublada por el pánico. Adentro, me sumerjo en un caos de humo y fuego. El estallido de las llamas ilumina mi rostro, pero solo busco frenéticamente a mi hijo.

— ¡Tobías! ¡Tobías, dónde estás!

El humo espeso dificulta mi visión, y el calor agobiante me hace toser. Reviso cada habitación, llamándolo desesperadamente, pero el rugir del incendio ahoga mis gritos. El temor se apodera de mí cuando me doy cuenta de que Tobías no está a la vista.

— ¡Tobías! ¡Por favor, responde!

El tiempo corre en mi contra mientras las llamas avanzan implacablemente. Mi desesperación se intensifica, y el miedo paralizante me envuelve cuando comprendo que Tobías no está donde debería estar. En ese momento siento que alguien toma mi brazo.

Juan

Persigo a Ludmila, sujetándola del brazo con firmeza.

— Debemos irnos, Ludmila.

— ¡No! ¡Mi hijo! — Ludmila se debate, intentando liberarse.

Ignoro sus súplicas y la levanto, cargándola sobre mis hombros.

— Debemos irnos, Lumyla. Si el fuego llega al laboratorio, todo explotará.

— ¿Qué me importa eso? Es lo único que me queda y no lo perderé. —responde entre lágrimas.

Desafío sus palabras mientras la llevo hacia la seguridad. Una vez afuera, la suelto y Ludmila, llena de angustia, me golpea con una cachetada, expresando su desesperación y dolor.

— ¡Imbécil! Todo esto es tu culpa, ¿ahora te quieres hacer el bueno? —cae de rodillas— ¡Perdí a mi hijo!

— Mami, estoy aquí.

Ella levanta la mirada al escuchar a su hijo. Tobías, con ojos llenos de inocencia y valentía, le sostiene la mirada a Ludmila.

— No llores, mami, estoy aquí.

Ludmila abraza con fuerza a su hijo y escudriña con la mirada en busca de alguien; al parecer, lo encuentra, ya que la nota suspirar aliviada.

— Vámonos de aquí. —ordeno con desesperación al observar la situación.

Sin embargo, comienzo a preocuparme al notar la ausencia de Kila.

— ¡¿Dónde está Kila?! —pregunto con temor, buscando entre el caos.

— Juan, tranquilo. Kila no está aquí —interviene Luisa—. La llevé a la cabaña antes de que todo se complicara —explica mientras observa sospechosamente a Jennifer—. Ahora, necesitamos salir inmediatamente.

—¿Por qué te la llevaste a ella?—pregunto cuestionando su respuesta.

—Porque de no ser así, ella iría detrás de ti—contesta Víctor.—Vámonos por favor —insiste. su rostro refleja temor.

¿ Todo tiene fin ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora