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La ansiedad puede ser el pan de cada día, la resignación la bebida favorita ante el trozo atorado de miedo en la garganta junto a protestas en súplica a una libertad que jamás se le otorgaría.

- estoy bien, estoy bien, estoy bien...

Esa era la vida de Isabela Madrigal, gritos internos ocultos por una sonrisa perfecta, piel arrancada que se esconde fácil como se cura con una arepita y manchas de sangre en su espalda que su cabello negro no deja delatar que traspasaron sus inmaculados vestidos.

- estoy bien, estoy bien, estoy bien...

Un gemido de dolor se ahoga, para no dejar salir un grito desgarrador y el sonido de la carne siendo arrancada junto a la ramificación que la asfixiaba, sollozó en silencio y tiro el objeto que representaba su dolor, dañando varias flores y manchando las rojo como la espalda de la joven mujer.

- estoy bien, e-estoy bien -se dijo a si misma, sin poder contener se más un sollozó, desnuda a los pies de su escondida escultura-, pero sin tí... No lose, perdona me, no estoy bien -se rompe al no poder mentir se más, abrazándose a la mancha en su vestido favorito.

O el vestido favorito de su abuela realmente.

Lágrimas arruinaron su maquillaje, pero ningún beso de esa mujer las borraría, y sus manos teñidas de rojo solo arruinaban más la tela, pero no tocaban el manchón que había hecho horas antes.

Cuando dejó ir a lo único que sentía dar le libertad, a la mujer que amaba.

Isabela sabía que Salomé jamás la abandonó, el recuerdo de sus palabras se lo deja claro, fue ella quien se alejó, quien dejó que el miedo le impidiera abrazar a quien era su mejor amiga, pedirle disculpas y confesar le que a tan tierna edad sentía un profundo amor que sus hormonas y corazón no pudieron evitar mostrar con el tacto de sus labios con los suyos.

Porque Salomé tenía razón, ella la beso, siempre fue Isabela quien infantil mente se mostró más dispuesta a amar la.

Porque era una niña y no sabía que significaba.

- te amo, te amo -repite como una epifanía, queriendo que sea la real Salomé y no una creada por su Don para menguar el dolor de su ausencia y la necesidad de tener la cerca- perdona me por no dar me cuenta antes, p-perdona me por no ser tan fuerte como tú...

Ahogada entre lágrimas y con la visión borrosa hundió la mano en la tierra, le temblaba y buscaba desesperadamente lo que había escondido y resguardado ahí por más de una década.

Cómo su tesoro más hermoso pero que se decía no podía ver, porque la incitaba a caer en esos sentimientos.

Y recordar le que Salomé Pérez no era una desconocida para ella.

- n-no puedo decir te adiós aún... N-no p-puedo estar con el y v-verte, si tan solo... Pudiera escapar a tu lado -soño en voz alta con una sonrisa rota como su tono, sacando de la tierra aquel objetó más que mágico, siendo simplemente era una caja de madera descuidada y avejentada con los años- quisiera ese milagro, ir a tus brazos y decir te que no soy felíz, que no te puedo dejar, que te he extrañado todos estos años.

Las grietas se muestran en las paredes, hacen caer flores marchitas pero Isabela, en su dolor y pena no lo nota, ella solo puede ver la caja en sus manos que con manos temblorosas abre como un cofre de su propio tesoro y ríe al ver lo que hay dentro.

- hubiera dado todo porque fuéramos como ellas -confiesa Isabela, con una foto en sus manos y en la otra unos anillos que había atesorado a escondidas.

La foto de dos mujeres besandose castamente, en blanco y negro con sus bellos tonos grises.

Sin miedo, sin vergüenza, orgullosas, diferentes, hermosas.

Secretos De Familia (Brunoxlectora)(Cancelada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora