Capítulo 16. Parte 2

162 13 0
                                    

Narra Ethan

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narra Ethan

Había pasado toda la tarde fuera de casa, ahora solo trabajaba en el caso de buscar a mi hijo. Cuanto más pasaban los días menos esperanza tenía de encontrar a Adam. Lloraba en silencio, sabía que si dejaba ver lo destruido que en verdad estaba, Kayla se rompería aún más y no podía permitir que sufriera más.

—Creo que por hoy debes irte a descansar —dijo un compañero tocándome el hombro.

—No tenemos nada, de nuevo no hay ninguna pista, hemos buscado por todos los sitios —dije destrozado.

—Vamos Ethan no decaigas encontraremos a tu hijo aunque sea lo último que haga —dijo mi jefe.

—De acuerdo —tuve que decir sin fuerzas.

Las lágrimas brotaban por mis ojos, no podía ir así a casa sin caer en los brazos de Kayla llorando. Aumente la velocidad del BMW sin quererlo, me salte unos cuantos semáforos en rojos. Y antes de llegar a la mansión me pare en un bar de carretera. Nunca fui ha esos bares.

Cuando entre olí la comida frita, y algún producto de lejía para disimular el mal cuidado del local.

Me acerque a la barra con el más máximo cuidado, no estaba seguro de lo que podían hacer los pocos clientes que habían cenando allí.

—Hola guapo, ¿te has perdido? —dijo una camarera joven y con un montón de pirsing y tatuajes.

—Whisky, del mejor que tengas por favor —me limite a decir.

Solo era una copa y me iba a casa con mi mujer, tenía que estar con ella, Kayla. La camarera me sirvió el Whiskyy y pegue en trago largo, el sabor amargo me ardió por la garganta. Seguidamente bebí el otro trago que quedaba en la copa.

—Hombre despechado, a ti te ha tenido que dejar la novia ¿cierto? —dijo la cotilla de la joven camarera.

—Mucho peor que eso —espete de mala gana.

—¡Oh! ¿Era tu mujer?—dice sirviendo otra copa.

—¿Por qué no te metes en tus cosas? —susurre con furia.

—De acuerdo hombre —sirvió otra copa.

No se cuantas copas bebí una tras otra, ya no quedaba nadie.

—Deberías irte —dijo la camarera—. Voy a cerrar ya.

Con fastidio me bebí el último trago, y pague todas las copas.

—Estas muy borracho para coger el coche, si quieres te puedes quedar un rato aquí —dijo con tono guason.

La camarera salio y se sentó a mi lado.

—¿Realmente que paso? —dijo sorprendiendome, esta mujer no se callaba.

En ese momento me ví besando esos labios, pero no era Kayla y rápidamente sabiendo el error que había cometido aleje mi cuerpo y me dispuse a irme de allí.

Atrévete a quererme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora