Capítulo 8. Parte 1

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Narra Kayla.

Salí del coche amargamente, no me apetecía dirigir palabras y escuchar disculpas.
Cuando rodee el coche él ya estaba de pie frente al capó.
Me da un beso suave, se mete en el coche y se va.
Me quedo parada viendo como se aleja, luego entró en la mansión.
No hay nadie, solo las sirvientas.
Mando a que me preparen la comida antes de que vengan mi hermano y mi padre. Necesito estar sola y pensar con claridad.
Subo a mi cuarto a darme una ducha y cambiarme.
El agua sale caliente y me meto en la ducha, cierro los ojos dejando caer el agua por mi cuerpo.

Porque eres tan atrevidamente provocador, Ethan digo para mí.

Me provoca a quererle, a atreverme a enamorarme de él pero el miedo al dolor me frena.
Hace un rato me ha dejado, se ha ido sin darme una explicación y no se pero eso me ha dolido.

Salgo de la ducha y me pongo algo cómodo, necesito descansar lo que queda de semana, ser la jefa y poder tomarte la baja así es lo que más me encanta del puesto. Se que Beatrice lo dirigirá esta semana genial. A lo que me recuerda que tengo una chala pendiente con ella.

Acabó de comer y subo al cuarto, Ethan aún no me ha mandado ningún mensaje a donde se tendría que ir.
La tarde transcurre sin muchas complicaciones gestiono algunas cosas de la empresa desde casa y acabo viendo alguna serie romántica.
Esta tarde me siento por primera vez como si fuera una joven más de la ciudad sin ganas de más que con el chico que quiere.

Un momento, ¿Le quiero? digo otra vez para mí.

Rápidamente cojo el móvil y hablo a Beatrice:

Tía creo que me estoy enamorando, y no me atrevo a quererle.

Espero unos segundos y suena un pitido.

Ethan me ha enviado un mensaje, mi corazón da un vuelco:

Preciosa siento mucho no poder haber estado esta tarde contigo.

Le dejo en visto, para que responderle si aun sigue caliente el enfado.
Vuelvo a el chat de Beatrice que me ha escrito:

Lánzate amiga.

Una llamada aparece en la pantalla, es Beatrice:

—Chica, esta buenísimo, y por lo que se ve maneja pasta, es buen partido—es lo primero que escucho al otro lado de la línea.

—Me da miedo, ya sabes el trauma que pase cuando estábamos en la uni.

—Tía, eso es agua pasada este chico es maduro, y seguro que la tiene grande -dice riéndose a carcajadas.

—No voy a comprobarlo, ni loca—digo riéndome porque me contagió su risa.

—Entonces perderás el tren —dijo tranquilizandose.

—Bueno no pierdo gran cosa—digo más seria y no creyéndome mis palabras.

—Eso no te lo crees ni tú, espero que estés mejor ya te llamaré, besitos —dijo y colgó.

De repente llaman a la puerta.

De repente llaman a la puerta

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