Capítulo 12. Parte 2.

189 15 5
                                    

Narra Ethan.

No me lo puedo creer, se que me ha mentido, conozco bastante a Kayla para saber que me ama, ese numérito no se lo cree ni ella. Salgo de la casa sin mirar a atrás si es lo que quiere no toca más huevos que aceptar su decisión, con un dolor en el pecho que me aprisiona, jamás me han roto el corazón así.

Llego a mi coche y golpeó el volante con fuerza, las lágrimas corren, ya no lo puedo evitar, llorar aunque sea hombre no me hace menos hombre.

Me paro allí largos minutos, llorando, la rabia que siento me impide conducir. La luz de un coche me ciega y se que es Kayla quien lo conduce y está saliendo de la casa. No me estará poniendo los cuernos, digo para mí mismo, sabiendo que eso es imposible.

Arrancó el coche y la sigo a una distancia prudente.

Cuando llegamos a su destino me paro a ver donde estamos, la casa donde me crié. ¿Por qué quería ella venir hasta aquí y sola? Luego veo que otro coche se acerca pero no le conozco. Para el coche casi al lado de donde está el de Kayla. Nadie sale del vehículo y me está dando mala espina, pero decido esperar a esa distancia prudente, sin que nadie me vea. Los minutos pasan y no hay nuevos movimientos. Hasta que Luke sale del coche que antes paro. ¡Maldita sea! Kayla me estas poniendo los cuernos con Luke y encima vienes a mi casa. Me desespero. Inmovilizado espero unos largos minutos tranquilizandome antes de entrar en mi casa y romperle los huevos a Luke por acostarse con mí mujer.

Pero cuando estoy apunto de bajar veo como Luke y Kayla agarran a una desmayada chica que es Beatrice.

Los escucho decir:

—Vamos a la mansión y llamemos a la policía—dice el chico.

—De acuerdo—dice mi mujer.

Arrancan los coches, Luke y Beatrice en el de él, Kayla en el suyo y se van. Espero un minuto más para intentar encajar las piezas, pero solo se me ocurre el quién.

Salgo del coche a toda prisa, entro en la casa donde me crié esperando encontrar al desgraciado de mí padre, saco el arma que llevo a mis espaldas siempre.

Cuando llego al salón, Frank está tirado en el suelo con una brecha en la cabeza.

—Nos volvemos a ver hermanito —río.

No me lo podía creer no había cambiado nada, y el gran parecido que acabó teniendo a mi padre me sorprendió pero su mirada era igual que la de Kayla, a diferencia de esa sombra siniestra.

—¿Qué quieres Frank? —dije tranquilo escondiendo el arma.

—Me sorprende que nuestra mujer sea tan obediente al igual que guerrera —dijo con una sonrisa diabólica.

—No es tuya Frank, es tú hermana o te lo tengo que recordar —dije enfurecido.

 
Frank y yo habíamos compartido infancia, muchas tardes mi padre invitaba a una elegante mujer a venir a casa y traía a ese niño inocente. Era un amigo para mí. No sabía que años después descubriera toda la verdad. Me acuerdo cuando la mujer dejó de venir y ya las visitas de mi único amigo en años desaparecieron.

Atrévete a quererme. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora