Capítulo 26

4K 355 102
                                    

La comida que mamá sugirió para celebrar había quedado pospuesta para el día siguiente a la graduación, pero siguió aplazándose hasta hoy, pues no nos digamos en aparecer hasta muy entrada la noche.

Tuve que explicarle a él lo que Blair le comentó a mi familia acerca de nosotros para que entendiera por qué todos se mostraron tan efusivos.

He de admitir que me sentí un tanto extraña durante esa conversación. Una parte de mí quería mantener las distancias y estaba recelosa, mientras que la otra se mantenía firme a la idea de verlo como la persona que es, con lo que hace ahora, aislarlo de su pasado.

Les aclaré a todos que Blair se precipitó al regar la noticia, pero no pude decir mucho más.

Tampoco he podido pegar el ojo durante toda la noche; sus palabras han rondado mi cabeza, acompañadas con las escenas que mi mente ha recreado de la locura que fue su vida en Inglaterra.

Durante las horas que han transcurrido, él no ha escrito ni ha llamado, cosa que agradezco. Y lo cierto es que necesito ese espacio.

Ahora entiendo por qué él tuvo que irse aquel domingo con mi familia. Estaba frente a él, y se fue para pensar en mí... y justamente ahora yo necesito estar lejos de él para pensar con mejor claridad.

He dado más de diez vueltas a la cama —perdí la cuenta después de ese número— intentando ser lo más neutral posible, definiendo mis sentimientos luego de lo sucedido.

¿Pensar con la mente o con el corazón?

¿Ser una persona razonable o intuitiva?

«Vine a verte a ti». Fueron sus palabras cuando nos vimos en el Campo de Marte por la independencia de Francia.

Haberse despertado en plena madrugada, y recorrer París lo más rápido posible para llegar a mi apartamento con una cara de preocupación, que no se le habría quitado ni con probar limón hasta verme, me conmovió esa noche.

Haberme sacado del baño y negarse a dejarme sola por temor a que volviera a hacerme daño significó mucho para mí en ese momento, tanto que mi verborrea casi me hizo besarle los pies.

La razón por la cual quiso presentarme a Clinton de manera oficial, nuestra cita en el Julio Verne, nuestra charla luego de eso, su forma de ser cuando está conmigo...

«Quiero hacer las cosas bien contigo», ha dicho. Su forma de tratarme ha sido ambigua, pero los momentos buenos son los que mi mente más considera.

¿Y los malos?

Fueron para alejarme, no porque me lo mereciera, sino para mantenerme al margen de su pasado. Él mismo lo dijo.

«Es un experto conquistador», alerta mi mente. «Puede intentar hacer lo mismo contigo».

Huyó de eso.

«¿Y si no?»

Tiene pruebas de que sí.

«Él es un buen hombre a pesar de todo». Fue lo que Clinton quiso dejarme claro de manera sutil aquella mañana.

Son tantos recuerdos, tantas emociones y tantos detalles que, entre cabeza y corazón, terminarán por volverme loca.

No he podido contar con los consejos de Blair acerca de esto, es una información muy privada que me fue confiada a mí... y darle el contexto a Blair de mi debate no es una opción.

Así que intentaré pensar como ella... ¿Qué me diría Blair?

¿Él me hace feliz?

¿Cómo me siento con él?

De París, con amor [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora