Capítulo 53

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André estuvo en reposo durante dos días, casi coincidiendo con mi reintegro al restaurante. Su torso y rostro están magullados, pero los médicos no encontraron nada que no se cure con el tiempo, como sus cardenales, afortunadamente.

La simple tarea de levantarse de la cama se volvió una odisea para él, pues toda la zona abdominal le ha estado doliendo, al punto que optó por pedir nuestra ayuda las primeras veces mientras aprendía cómo hacerlo por su cuenta sin que le doliera tanto.

En cuanto a su trabajo, no canceló las citas que tenía durante esos días de reposo, sino que las convirtió en consultas a distancia, pidiéndole a Blair que lo dejara solo en la habitación durante esas horas.

La policía aún no ha encontrado nada nuevo... y, en el fondo, no me sorprende. Los hombres que vimos en la grabación de seguridad figuran el primer lugar en la lista de los culpables.

Pero, así como pasó con el otro involucrado en el accidente de Blair, no se ha sabido nada más de esos dos hombres. Ni siquiera el investigador privado que Matthew contrató.

Ver cómo ambos, Blair y André, intentan recuperarse física y emocionalmente de lo que han vivido en menos de una semana ha sido una completa tortura llena de culpa para mí.

Saber que han pasado por esas situaciones me carcome por dentro, y verlos dándose apoyo mutuo casi ha hecho que me ponga a llorar frente a ellos.

He podido contenerme o huir a mi habitación y calmarme las veces que ha ocurrido... y eso que apenas han transcurrido dos días del atentado hacia André.

Buscando aliviar la presión en mi pecho, me ha faltado poco para convertirme en la sirvienta personal de ambos, ofreciendo mi ayuda en cualquier cosa que quieran hacer.

Como si ayudarlos de algún modo redujera mi cargo de consciencia y les hiciera un poco más fácil atravesar esta situación.

Para cuando Laetitia y yo nos reincorporamos luego de nuestra linda suspensión, nos encontramos con que todos están más crispados de lo normal.

Con dos pares de manos menos en las estufas, la responsabilidad había caído sobre los hombros de quienes sí tienen buena conducta. Ambas llegamos a la hora habitual, pero si la cosa entre nosotras estaba tensa antes de lo sucedido, ahora es peor.

Actúo indiferente hacia ella, suficiente carga emocional tengo encima como para también añadir a Laetitia. Tampoco paso por alto que han cambiado nuestra posición en la cocina, colocándonos lo más lejos posible la una de la otra... aunque, personalmente, no creo que volvamos a tener contacto luego de lo que pasó.

Yo dije todo lo que tenía que decir, y espero que ella siga su vida con el inepto como mejor le parezca sin involucrarme.

Se puede decir que hoy es un día un tanto diferente a los demás, porque han reservado parte del restaurant para un cumpleaños con treinta y un invitados, y han solicitado una cena bastante costosa no solo en lo económico, sino también en la mano de obra.

Ninguno nos quejamos, pues es mejor para nuestros bolsillos. Alphonse me cita nuevamente a su oficina para enseñarme lo que se necesita para que el Allexia Mourie consiga la máxima calificación, y que pronto se invertirá el dinero que se ha ido recaudando para hacerle las mejoras necesarias a las instalaciones.

Dentro de ellas está: crear una sala de espera, una enorme encimera que servirá para montar un buffet frío a la vista de los clientes —compuesto por ensaladas, entrantes y aperitivos—, duchas para los empleados y un guardarropa para que los clientes dejen allí sus abrigos en otoño e invierno.

Este cumpleaños significa mucho para el restaurant en cuanto a los ingresos, así que debemos lucirnos.

Estoy en medio de Bruno y Mathilde, escuchando los consejos que él me dice mientras la ayudo a ella a cortar vegetales, cuando de repente escuchamos un estrépito provenir desde fuera de la cocina que nos llama la atención a todos, seguido de un chillido.

De París, con amor [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora