Capítulo 46

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Poco más de un mes ha transcurrido desde todo lo sucedido con Henri, y la llegada de diciembre no fue precisamente color de rosas.

Las cosas entre Matthew y yo estuvieron algo tensas al principio. Esa facilidad con la que congeniamos normalmente se vio afectada, y debo admitir que fue un golpe más o menos fuerte para mi corazón.

Al principio, me costó un poco adaptarme a la nueva realidad, pues he estado acostumbrada a su lado cariñoso, atento y juguetón. Pero, luego de lo que pasó, Matthew comenzó a mostrarse algo distante en el tema amoroso, aun cuando pasamos tiempo juntos como de costumbre.

Por mi parte, me he privado de expresarle cariño como normalmente he hecho, a pesar de sentir unas enormes ganas de exteriorizarlo. Sé que él ha estado atravesando una fase un tanto complicada y confusa a nivel emocional, así que no quería empeorarlo todo.

Quizás sí, quizás no, pero no me quise arriesgar y preferí darle su espacio hasta que él diera el primer paso. Tampoco quería forzarlo, sin querer, para estar como antes lo más rápido posible.

Durante estos días, las palabras de Matthew han sido mi mantra: pensar aún más las cosas cuando alguna idea impulsiva pase por mi mente... Y creo que ahora he estado analizando todo un poco más, sin importar si colma mi paciencia o no, examinando mi reacción ante lo que me rodea.

Para la fecha del veintitrés de diciembre, pedí permiso en el trabajo para ausentarme dos semanas. Si bien Alphonse y Bruno no estuvieron muy de acuerdo al principio, me vi en la obligación de convencerlos diciéndoles que trabajaría horas extras cuando volviese para compensar los días que no estaría en la ciudad.

Partí a Marsella esa misma tarde, despidiéndome de Blair, André y Matthew temporalmente. La pelirroja pasará navidades y año nuevo con la familia de André, e invitó a sus padres a pasar esas fechas en París, ambas familias juntas.

Por nuestra parte, a Matthew le toca guardia el veinticuatro y luego el veintinueve de diciembre, por lo que quedamos en que yo me iría a Marsella primero, y él luego de salir de su turno el día treinta en la mañana.

Haremos una pequeña cena los que estaremos allí mañana en la noche —me dijo para calmar mis pensamientos sobre que pasaría esa ocasión como si fuese un día cualquiera—. No es el primer año que me ha tocado trabajar estas fechas, pero estaré en Marsella para tu cumpleaños —prometió.

Nuestra casa en Marsella consiste en un espacio de dos pisos lo suficientemente grande como para abarcar a siete personas, pero sin tener un tamaño exagerado. El piso de arriba consta de tres habitaciones y dos baños; la habitación de nuestros padres con su baño propio, y un baño en el pasillo que compartimos los cinco... o esa es la idea.

Las otras dos habitaciones las repartieron entre chicas y chicos; una para Adrienne, Amanda y yo, y la otra para Abel y Allan.

Al lado izquierdo del pasillo se encuentran las habitaciones, siendo la de nuestros padres la primera puerta luego de subir las escaleras. Después viene la nuestra y, al final del pasillo, la de los chicos.

Del lado derecho, está el baño y una pequeña sala que hicieron para que los cinco tuviésemos un lugar dónde jugar cuando éramos niños y que, eventualmente, fue evolucionando con nosotros hasta convertirse en un espacio de entretenimiento.

Justo ahora, me encuentro saliendo de la habitación que comparto con mis hermanas para ir a la cocina y ver en qué puedo ayudar para la cena de esta noche.

—Hay algo en Gabe que no me termina de convencer. —Me detengo en seco al oír la voz de mi papá saliendo de su habitación a un volumen cuidadosamente moderado—. Siento que hay un trasfondo en todo esto.

De París, con amor [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora