Capítulo 38 (parte I)

3.3K 288 52
                                    

Despierto debido a un agradable cosquilleo causado por un montón de suaves y cortos besos depositados en mi hombro, seguidos del roce de su nariz sobre mi piel hasta llegar a mi cuello, donde esconde la cara, a la vez que una de sus manos se desliza por mi cintura y se posiciona en mi abdomen, abrazándome desde atrás.

—Buenos días a ti también —ronroneo con una pequeña sonrisa dibujada en mi rostro.

Me estiro, y cuando comienzo a girarme hacia él, me encuentro con su rostro cerca del mío, mirándome con dulzura. Quedo acostada boca arriba, mirándolo.

Peino su cabello hacia atrás con mis dedos, dejando totalmente descubierto su hermoso rostro, admirando con detalle cada centímetro de él. Apoyo la mano en su nuca y hago la fuerza suficiente para elevarme un poco y besarlo, sintiendo que sus brazos me rodean por completo y nos gira sobre la cama para quedar él debajo de mí, con mis piernas a cada lado de su cuerpo.

Me acaricia la espalda lentamente con las yemas de los dedos mientras nuestro beso se intensifica. Por un momento se me viene a la mente que no me he lavado los dientes, pero ese pensamiento queda desechado inmediatamente cuando el roce de su piel contra la mía es más profundo.

Sus manos divagan por mi cuerpo, dejando un camino de suaves roces que comienzan en mis hombros, pasan por mi espalda y culmina en mi trasero, dando un apretón en éste.

Me acomodo mejor sobre su entrepierna semi erecta, y un suspiro, que parece más un gemido, queda ahogado entre nuestras bocas al sentirlo. Mi cuerpo reacciona de inmediato ante el roce, moviendo mis caderas hacia adelante y hacia atrás lentamente, y él aferra sus manos en mi trasero, inmovilizándome, a la vez que rompe el beso.

Cuando abro los ojos, veo que los suyos están más abiertos de lo normal, mirando con ligera sorpresa y un poco de picardía.

Una sonrisa traviesa escapa de mi boca.

—Me toca —murmuro, haciendo un poco de presión en él, justo ahí, para que sepa a qué me refiero.

—Creo que revelé una nueva faceta de ti —lo dice con la respiración contenida, controlándose. Me encojo de hombros y lo miro con inocencia. Nunca había hecho el amor con nadie, así que ni yo misma conozco esta parte de mí.

—Solo me estoy dejando llevar —comento casualmente, y poco a poco me incorporo sobre su cuerpo, acariciando su torso con los dedos en el proceso, hasta quedar sentada sobre él, sin despegar mi mirada de la suya en ningún momento—. Así que, señor Goldenberg, enséñeme lo que sabe.

Matthew se incorpora con un movimiento rápido, quedando sentado sobre el colchón. Mira mis ojos por unos segundos, como si esperara hallar algo en mi mirada.

Sus palmas rozan mi espalda baja, dejando un rastro de caricias que van desde allí hasta mis rodillas, ida y vuelta por mis muslos, y su boca se posa sobre la mía, atrapando y succionando mi labio inferior.

—Me vas a volver loco —susurra con voz rasposa, esa que tiene cuando recién despierta.

—Me temo que ya lo hice. —Sonrío de la forma más angelical y pícara que me sale, volviendo a frotar mis caderas contra las suyas. Su miembro reacciona ante mis movimientos, nublándome la mente y el ligero cosquilleo que había comenzado a sentir en mi sexo incrementa.

Rodea mi cintura con sus manos, incitándome a elevarme un poco sobre él, y eso hago. Dejo de sentir su mano derecha en mi piel, para luego sentirlo rozando justo en mi entrada, la ansiedad me invade y no puedo esperar a que esté dentro de mí otra vez.

—Poco a poco —musita, conteniendo el aliento al mismo tiempo que marca el ritmo con la mano que aún permanece en mi cintura, guiando a qué velocidad nuestros cuerpos se unen—. No te apresures, aún no estás acostumbrada —continúa ayudándome en mi descenso a una velocidad tortuosamente lenta.

De París, con amor [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora