Capítulo 38 (parte II)

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Blair tararea la canción que suena en la radio del auto de Matthew mientras nos dirigimos hacia el edificio más cercano.

Su emoción y sus sugerencias de lugares donde tener sexo se han quedado en el apartamento cuando salimos... cosa que agradezco infinitamente, lo que menos quiero es que ella suelte uno de sus comentarios con respecto a anoche con él presente, me pondría como un tomate.

Un hombre que ronda los cuarenta nos está esperando en el umbral de la enorme puerta del viejo edificio. Su fachada está deteriorada y la pintura está descascarada en muchas partes, es de un solo piso, pero desde mi punto de vista noto que es un lugar alargado.

—Llegan a tiempo —nos dice el hombre—. Soy Didier, les mostraré el lugar.

Minutos después, salimos sin haber hecho ningún acuerdo ni nada parecido. A pesar de tener un techo considerablemente elevado, la sensación de claustrofobia que me transmitía el lugar era difícil de ignorar; sentía malas vibras de solo estar ahí dentro, e hice mi mayor esfuerzo por no salir corriendo mientras Didier nos enseñaba todo y nos daba ideas de lo que se podía hacer con el espacio.

Es un lugar grande, eso no lo voy a negar, pero, por más que imaginaba las ideas de ese hombre o tenía las mías propias, sencillamente no me sentía completamente cómoda ahí dentro.

—Opino lo mismo que tú. —Blair se estremece apenas entra en el asiento trasero del auto, ambas esperamos que Matthew termine de hablar con el tipo para irnos al siguiente—. Esa cosa da escalofríos... ya veo por qué sigue en venta a tan buen precio.

Poco tiempo después, nuestro querido chofer toma asiento en su lugar, mirándonos a ambas.

—En mi defensa, estuve menos de cinco minutos ahí dentro cuando tomé la foto... creo que ahora entiendo el por qué estuve tan poco tiempo allí. —Sacude la cabeza e imita el mismo movimiento que Blair cuando entró al auto, haciéndonos reír a las dos—. Esperemos que el siguiente lugar sea más agradable. —Enciende el auto y lo pone en marcha.

Blair se acuesta, aprovechando que tiene todo el asiento de atrás para ella sola, y se distrae con su teléfono. Matthew habla sobre lo que le dijeron de las demás construcciones, pero realmente no lo estoy escuchando —a pesar de estar mirándolo—, mi mente está centrada en lo sucedido anoche y esta mañana, y mi cuerpo no tarda en reaccionar, ansioso por más.

Un fuerte golpe en mi nuca me obliga a volver a la realidad. A pesar de que la zona afectada es considerablemente pequeña, el golpe no fue nada equivalente. Miro hacia atrás y ella escribe algo en su teléfono; seguidamente, el mío vibra en mi mano y leo el mensaje en la barra de notificaciones.

«Deja de cogértelo con los ojos. Hay público presente».

Me volteo de nuevo para encararla con una mirada fulminante, y ella se señala con un movimiento de su mano, haciendo referencia a que ella es el público.

—No me estás escuchando, ¿cierto? —pregunta Matthew y lo miro con ojos culpables.

—Para nada —responde Blair por mí—. Está perdida en algún lugar de su mente, pensando en ti.

Él se ríe y mi amiga lo sigue muy de cerca, mientras que yo la acribillo con la mirada.

—Gracias por el apoyo —mascullo con sarcasmo, dirigiéndome a ella.

—Siempre a tu orden, querida. —Me lanza un sonoro beso, y la diversión es evidente en sus ojos—. Sabes que puedes confiar en mí para todo.

Ella lo dice en son de broma, y Matthew me lanza una rápida mirada de soslayo, lo que me hace caer en cuenta del pequeño detalle que no le he podido contar a Blair. Nunca me he puesto a pensar en eso a profundidad; cada vez que se me viene a la mente, alejo todos esos pensamientos, de lo contrario, la culpabilidad que sentiría sería inmensa.

De París, con amor [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora