1- El sueño de mi vida

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"¿No sería increíble tener una vespa de verdad?" -Luca

"Sí, el sueño de mi vida..." -Alberto


Tal y como había dicho su amiga un año atrás, ese verano podían simplemente divertirse. Y eso estaban haciendo. Los alocados planes de Alberto mas las anécdotas y actividades que Luca y Giulia se esmeraban en mostrarle hacían que esos calurosos meses pasaran volando. No fue hasta que vieron la fila de inscripción, que se dieron cuenta.

—Chicos, miren —señaló Luca— Las inscripciones para la carrera ya abrieron.

Sus dos amigos dejaron de discutir sobre cuál sabor de helado era el mejor para mirarlo. Los hermanos se vieron entre sí y fruncieron el rostro.

—Así es. ¿Y? —Giulia se encogió de hombros.

—Bueno, quizá podríamos... ya saben —Luca jugueteó con sus manos como era típico de él.

Alberto sacudió la cabeza y alzó ambas manos en un gesto exagerado.

—No me digas, amigo, que quieres competir otra vez —se horrorizó el chico de ojos verdes— ¿Buscas que nos maten o algo así?

Giulia y Luca negaron con la cabeza ante la exageración que Alberto utilizaba al expresarse.

—Lo haríamos para pasar el rato. Lo veo posible, además, Ercole ya no competirá esta vez. Nadie nos molestará —Luca sonrió con timidez y juntó ambas palmas de forma suplicante— El máximo de edad es dieciséis y nosotros tenemos quince y catorce. ¡Podemos hacerlo!

—De acuerdo... —Giulia vaciló unos segundos antes de sonreír y asentir— ¿Debo nadar otra vez?

—Oh sí, tengamos la carrera juntos que no tuvimos verano pasado —Luca se entusiasmó con una risita que contagió a la pelirroja.

Enseguida ambos juntaron sus manos, listos para exclamar el nombre de su equipo, cuando notaron que faltaba una mano en el montón. Los dos voltearon a Alberto, quien los veía de brazos cruzados. Entornó los ojos y se aclaró la garganta.

—Sólo para aclarar —apuntó un dedo sin cambiar la expresión desconfiada. Luca y Giulia lo miraron con preocupación— ¿Yo comeré? —preguntó con una falsa inocencia que hizo reír a sus amigos.

"¡Relegados!"

Si hubieran dicho que dedicaron la semana siguiente previa a la carrera a entrenar, hubieran mentido. Si bien cada día comenzaban sin falta, casi siempre acababan por distraerse como los adolescentes que eran. Todo acababa en juego o risas para ellos, y no se quejaban. En el fondo sabían que no necesitaban entrenamiento, los tres eran muy buenos en sus respectivas actividades. Entrenar sólo era una excusa para pasar el rato nadando o andando en bicicleta. Y, comer por supuesto.

No pasaban por alto las miradas curiosas y divertidas de los habitantes de Portorosso, pero no se esperaban otra cosa. Habían hecho historia un año atrás y era toda una novedad que los relegados volvieran a competir.

Como cada día desde que Luca y Giulia habían vuelto, esa semana pasó demasiado rápido para los tres y pronto se vieron en la plaza principal, rodeados de personas, en medio de tan conocido y familiar festejo. Nada había cambiado.

—¿Lista? —preguntaron ambos chicos a Giulia. Ella aún conservaba su traje de baño que, si bien le apretaba un poco, le era cómodo y por alguna razón le traía seguridad.

—Siempre —respondió ella sonriente.

Tras volver a unir sus manos como solían hacer, ella corrió a la línea de salida junto al resto de competidores. Luca y Alberto permanecieron a un lado, ovacionando a su amiga a todo pulmón. El menor miró a su alrededor y largó una risita al ver a sus padres junto a Massimo, los tres adultos con diferentes carteles que ponían "Vamos relegados", entre los nombres de los tres niños. Y no sólo sus padres, sino que varios entre el público exclamaban sus nombres entre el vitoreo.

Luca One-Shots🐟🛵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora