2- Tu amigo los convenció, Luca. No fue sencillo

269 12 39
                                    


"Ya todo está arreglado. Te quedarás con Giulia y su mamá"- Lorenzo

"Tu amigo los convenció, Luca. No fue sencillo"- Abuela 


Había sido un día largo para la familia Paguro. Largo e intenso, en especial para la cordura de Daniela. Había sufrido demasiados disgustos y ataques en una semana además del enorme impacto que le generó el contacto con la superficie. El ver a su hijo salir del nido y hacer cosas que jamás creyó que haría. Esa noche ningún miembro de la familia durmió plácidamente.

En cuanto pudo, se deslizó con sigilo hacia donde su hijo dormía. Luca estaba en todos sus estados excepto dormido. Daniela se asomó y vio a Luca revolverse en su lecho con ojos abiertos de par en par. Sonreía y suspiraba además de hacer muchísimos gestos. Parecía que sus aletas lo traicionarían y lo forzarían a impulsarse lejos en cualquier momento. Había tenido una experiencia increíble.

La adulta sonrió y cerró los ojos conmocionada. No pudo evitar preguntarse en qué momento su pequeño había crecido tanto. Luchando internamente con las lágrimas, regresó a intentar dormitar nuevamente.

Al otro día, tal como se esperaba, Luca estaba despierto antes que ella. Mas no se había atrevido a despertar a nadie. Luego de pasar un cálido momento, rodeado de abrazos y afecto por parte de su familia, Luca anunció que se iba.

—Iré con Giulia antes de que se vaya. Dijo que me dejaría libros y Alberto y yo queremos pasar tiempo con ella —les recordó mientras nadaba hacia la salida de su hogar. Allí se detuvo de golpe para girarse a los adultos detrás de él— Recuerden que el tren sale al mediodía. No lleguen tarde si quieren despedirse de ella —recordó antes de hacer un gesto con su mano a modo de saludo.

—Claro, cariño. Ve —Daniela sonrió tras asentir.

En cuanto Luca desapareció, ella suspiró. Su esposo se acercó para apoyar su mano en su hombro.

—Tranquila, hija. No puedes evitar que crezca —la voz de su madre la hizo cerrar los ojos.

—Mamá, yo...

—¡Buenos días! ¿Puedo pasar?

Los tres adultos se asomaron hacia la entrada en donde una silueta avanzaba dubitativa hacia el interior de su guarida. Enseguida fue recibido con sonrisas cálidas al ser reconocido.

Buon giorno, Alberto. Pasa, hijo —Lorenzo habló mientras sacudía su mano, indicándole que se acercara.

Habían conocido al amigo de Luca el día anterior y habían tenido unas charlas con él. No se olvidaban de lo nervioso que el adolescente se portó en cuanto Luca lo arrastró de su mano hacia el círculo de adultos.

—Él es mi amigo, del que les hablé. Él me acompañó estos días en el pueblo. Se puede decir que sigo vivo gracias a él —el menor largó una risa mientras empujaba a Alberto aún más cerca de su familia.

—Alberto, ¿verdad? —sonrió Daniela a lo que el aludido asintió. Aún no borraba esa tímida sonrisa junto a una mirada de pánico.

—S-sí señora —Alberto tragó con fuerza.

Tras las risas iniciales y provocar que el chico entrara en confianza, los niños se habían encargado de relatarles lo sucedido. Luca se había alejado disimuladamente en cuanto notó lo interesados que se veían sus padres en escuchar las historias de su mejor amigo. Debían admitir que a pesar de tener esa personalidad tan alocada y arriesgada y, en efecto, poco responsable, Alberto tenía un enorme corazón y no había que escarbar mucho para descubrir su lado sensible y alegre. Al parecer, Alberto había logrado impresionarlos. O al menos que no lo odiaran desde el primer momento por haberse llevado a su hijo. 

Luca One-Shots🐟🛵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora