21- Somos increíbles como humanos

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"En serio creí que ya no la contaríamos" —Luca

"Hey, relájate. Somos increíbles como humanos" —Alberto

Oh sorpresa, dos capítulos en un mes JAJS bueno creo que vale la pena después de tanta espera. Esto no tiene nada que ver con Octubre sino todo lo contrario. Al final del capítulo aclaro algunas cosas<3 POR CIERTO, ESTE CAPÍTULO TIENE MÁS SENTIDO SI LEYERON EL 14 YA VERÁN LA RAZÓN.

En una de las pocas y pequeñas tiendas de Portorosso, una de las empleadas atendía con una enorme sonrisa como cada día a cada uno de los clientes. Algunas veces eran turistas y otras veces los mismos vecinos de siempre. Al ser alguien con un gusto particular por charlar, se había hecho amiga de la mayoría.

Su clienta favorita era una madre que siempre iba con su bebé a comprar, casi siempre llevaba cosas para su hija. Y ese día al tenerla frente a ella como sucedía casi todos los sábados, la pequeña estaba un poco más inquieta de lo normal.

En brazos de su madre no dejaba de sacudirse y señalar hacia la playa justo delante de la tienda.

—No sé qué le sucede, ma tiene una obsesión con el océano —la mujer negó con la cabeza y acomodó al bebé en sus brazos— Stai un po ferma, tesoro...

La otra mujer detrás del mostrador no pudo más que reír.

Che carina! Es hermosa —juntó ambas manos con emoción antes de estirar su mano buscando algo bajo el mostrador— ¿Puede comer dolci?

—No, no —se apresuró a aclarar su mamá— Aún no, apenas tiene un año.

—Ah —sonrió, asintiendo con su cabeza. Luego frunció los labios al ver a la madre luchar con la inquieta bebé en sus brazos, regañándola por lo bajo —¿Cuándo fue la última vez que saliste a divertirte? —preguntó, mordiendo su labio inferior.

—Año y medio, cuando mi embarazo empezó a notarse —se rio sin dejar de concentrarse en su hija. No tenía duda de su respuesta.

La mujer del otro lado golpeteó sus uñas en el mostrador mientras pensaba rápidamente. Luego sacudió la cabeza.

—Mira... esta noche mis amigas y yo vamos a cenar. No muy lejos de Portorosso —aclaró, alzando las manos— ¿Quieres venir? —sugirió, encogiéndose de hombros.

La madre negó con la cabeza con una pequeña sonrisa.

—Me encantaría, pero... —señaló con la cabeza a su hija esperando que se entienda su mensaje.

—¿Los niños que ganaron la carrera el año pasado no la habían cuidado ya? —preguntó de nuevo, alzando una ceja.

Claro que había sido así y le había relatado con una enorme admiración lo que esos tres niños habían hecho por ella hacía algunas pocas semanas. Ella esperaba que la primera persona en cuidar de su pequeña Anna hubiera sido alguien adulto o especializado en niños. Esa era sin duda su última opción y era increíble lo bien que le había salido. Incluso habían logrado hacerla soltar su primera palabra. Para su madre fue algo extraña su elección, pero tras haber pasado la tarde rodeada de adolescentes, supueso que era casi imposible que dijera algo más.

—No es lo mismo. Esa vez fue una emergencia y con toda la paciencia del mundo me hicieron el favor. Pero esta vez sería diferente, tendría que darle todas sus cosas y... —su hija interrumpió al jalar con fuerza su cabello. Suspiró y frunció los labios antes de tomar aire profundamente— ¿Dónde puedo encontrar a esos chicos?

Como respuesta, la mujer señaló a algo detrás de ella.

Justo a sus espaldas los dos amigos monstruos marinos estaban esperando pacientemente a que los atendieran, fijando su atención a unas máquinas extrañas que habían llegado como novedad que se utilizaban en la cocina. Para ella fue muy fácil reconocerlos, especialmente a Alberto a quien veía regularmente en la playa.

Luca One-Shots🐟🛵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora