27- Él no es así

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"¿Por qué mi madre tuvo que hablarle de este pueblo de lunáticos crueles?" —Daniela.

"Yo nunca creí que se atrevería. Él no es así" —Lorenzo.

El silencio de la noche se vio interrumpido por el sonido de un portazo seguido de unos gritos femeninos.

—Esto no puede ser, tiene que ser un malentendido.

Signora Paguro por favor...

Si había algo que Daniela, Lorenzo y Massimo no se esperaban ver jamás era a sus tres hijos en la oficina policial de Portorosso. Y muchísimo menos que tuvieran que estar ahí debido a una acusación.

Massimo sabía que la posibilidad de tener que reportar algún incidente siempre estaba. Conocía los riesgos al tener un hijo que no era humano y que su especie había sido odiada por mucho tiempo. Era por eso que se esperaba estar ahí por esos motivos antes que lo que tenía enfrente. Sus dos hijos detenidos. ¿Cómo era posible?

En cuanto Luca vio a su madre abrir la puerta de golpe y posar sus ojos en él, sintió una mezcla de alivio y miedo ya que, por más de sentirse a salvo al tener a sus padres ahí, sabía que se aproximaba el fin para él.

—Mamá, ¿qué... no estabas durmiendo? —se rió de manera nerviosa, encogiéndose más en su asiento.

—Me desperté y vi que no estabas —dijo ella con toda la paciencia del mundo, aunque a simple vista parecía que intentaba no perder la cordura y explotar en un ataque de cólera— ¡¿Me puedes explicar qué estás haciendo aquí a siete horas de tomarte el tren a Génova?!

—Yo... —Luca balbuceó.

—¡A este punto no creo que vayas a ningún lado jovencito!

Luca ablandó la mirada y apretó el libro que traía entre sus manos que de milagro no se lo habían quitado. Eso sí, lo habían revisado de punta a punta por puro protocolo. No recordaba haberse sentido tan tenso y nervioso en su vida. Sabía mediante historias y películas lo que era la cárcel, sin duda un lugar al que no quería ir.

—Pensamos que querrías estar con tus amigos —siguió Lorenzo— ¿Pero en la cárcel, enserio? —abrió los brazos con sorpresa.

Massimo miró a sus dos hijos quienes desviaron la mirada casi enseguida con pena. Ellos también se aliviaron al ver a su padre, figura salvadora, en la oficina. Pero sin duda la reacción no sería nada bueno. Si Alberto pensó que la mayor decepción que le había dado era quemar su bote, sin duda se equivocaba. Y Giulia jamás creyó que le daría a alguno de sus padres ese disgusto de verla en un lugar como ese.

—¿Giulietta? ¿Alberto? —insistió con calma, pero firmeza a la vez.

Al no recibir respuesta de ninguno de los tres, los adultos se vieron entre sí.

—¿Alguien quiere decirme por qué están aquí? —exclamó Daniela.

La oficial suspiró y se acercó a los tres, llevando una mano a su cintura.

—Los niños... fueron descubiertos dentro de propiedad privada. Y son sospechosos de robo.

—¡¿Qué?! —soltaron los tres.

—¡Un momento! —soltó Giulia, parándose de un salto— Eso no es cierto.

—Yo los vi y hay testigos —explicó la maggiore.

—¡Pero fue un malentendido! —habló Alberto, también parándose junto a Giulia.

—¿Qué clase de malentendido? La evidencia es bastante clara.

Luca One-Shots🐟🛵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora