26- Voy a ser el empleado perfecto

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—Voy a ser el empleado perfecto. Y haré que Massimo se sienta orgulloso. Ciao! —Alberto.


Cuando Luca llegó a la casa de sus amigos esa mañana, podía sentir el ambiente tenso a pesar de que todos andaban de un lado a otro con naturalidad. Casi que parecía un día común y corriente. Pero no lo era.

Ese día Giulia estaba más arreglada de lo habitual. Realmente nunca se esmeraba demasiado en cómo se vestía ya que, si no estaba trabajando, estaba nadando con sus dos amigos. Por lo que arreglarse o verse bonita no era algo dentro de su rutina. Solamente lo hacía las pocas veces que cenaban afuera o en algún evento.

Y ese día sí que se notaba el cambio. Llevaba puesto el vestido amarillo que su papá le había regalado y no traía su gorro azul como solía hacer. En su lugar, una tiara con un moño del mismo color que el vestido adornaba su cabello rojizo.

La chica sonrió cuando Luca le señaló que se veía muy bonita. Momentos atrás, Alberto le había dicho lo mismo seguido de su papá.

Ella no era la única. Alberto, lejos de la ropa que usaba habitualmente, también estaba vistiendo una ropa diferente, mucho más elegante y arreglada, cosa que su mejor amigo no había visto jamás. Realmente Luca repartió el cumplido para ambos.

—¿Estás listo? —le preguntó Giulia.

—Creo que esa pregunta es para ustedes —sonrió él.

—Concéntrate Luca —ella lo tomó por sus hombros, mirándolo fijamente— Esto no es un juego. Tiene que salir bien, ¿okay? Pero descuida, no te dará ningún problema.

—Siento que no estás hablando de tu gato realmente...

Giulia soltó a Luca y ambos se voltearon en cuanto Alberto se paró detrás de Luca.

—Ten cuidado con los vasos o tazas. Le divierte tirarlos al suelo por alguna razón —dijo, juntando ambas manos en un gesto de miedo cosa que solía hacer más el propio Luca que él.

Pero nuevamente, el monstruo marino sabía que no era el hecho de que él debía cuidar de Machiavelli durante su ausencia ese día lo que traía tan nerviosos a sus amigos.

—¡Entendido! —Luca alzó los puños y asintió. Se tomaría muy enserio su tarea ese día para no decepcionar a sus amigos a pesar de no haber empezado muy bien la relación con el gato.

Bambini... no lo torturen. Estoy seguro de que Luca hará un trabajo excelente con Machiavelli —Massimo sonrió a los tres niños y ellos asintieron, satisfechos.

—Estamos listos, papá —le anunció Giulia a lo que el adulto asintió también y se encaminó hacia la salida, indicando que era hora de partir.

Alberto y Giulia se giraron a Luca por última vez.

—Okay, nos vemos en la noche —saludó Giulia, dándole un rápido abrazo y luego se agachó para acariciar a su mascota— No le des problemas a Luca. Bene?

Machiavelli maulló en respuesta. Giulia se adelantó para alcanzar a su papá y Alberto se giró hacia Luca. Este lo observó, notando el nerviosismo y la duda en su rostro además de su postura. Sin duda se veía igual que él mismo la mayoría de los días cosa que le dio un poco de gracia.

—Quisiera que vengas con nosotros... —susurró el mayor, mirando el suelo.

—Tranquilo —sonrió Luca mientras apoyaba su mano sobre su hombro— Todo irá excelente, no tienes que tener miedo —le aseguró con una sonrisa— Además estarás con Giulia.

—No tengo miedo —frunció el ceño Alberto, apartando la mirada.

Una vez que su amigo le dio un abrazo antes de irse por fin, Luca notó el apretón que le dio durante este.

Luca One-Shots🐟🛵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora