Luca One-Shots🐟🛵

15- Sé que es lo mejor para ti

—¡No sabes qué hay arriba! —Luca

—Te conozco. Sé que es lo mejor para ti, hijo. Ya lo decidí —Daniela

(Los padres a veces se equivocan jajs)

Cierto monstruo marino se paseó inquieto entre los peces a los que vigilaba, jugueteando con el bastón en sus manos. Suspiró con impaciencia y alzó la mirada para ver como el sol se filtraba entre las olas y el agua de mar.

Luca volvió su atención a los peces, algunos lo miraban, otros comían las algas del suelo. Golpeteó sus pies y sacudió la cabeza. Volvió a juntar su bastón para reunir a todo su rebaño y nadó con prisa hacia su casa.

—¡Ya terminé mamá! Ya me voy con Alberto y Giulia —anunció hacia su hogar, sin siquiera entrar.

Sin embargo, su madre no tardó en salir de la cueva en la que la familia Paguro vivía, y lo interceptó.

—Aún te quedan diez minutos —Daniela alzó las cejas e inclinó la cabeza.

Luca rodó los ojos. ¿Acaso su mamá dejaría de ser tan obsesiva con el tiempo algún día? Ella relajo el semblante y se rió.

—De acuerdo, puedes ir. Yo me encargo de esto —dijo mientras le sacaba el bastón de las manos a Luca. Este abrió grandes los ojos con emoción.

—¿En serio? ¡Gracias mamá! —Luca se abalanzó a abrazarla unos cortos segundos antes de comenzar a nadar.

Su emoción por dirigirse a la superficie era notoria además de hacerle nadar con torpeza algunas veces. Daniela lo vio irse rápidamente para luego chocar con alguien unos metros más adelante.

—Ay, hijo...—la mujer frotó su cabeza y se apresuró a nadar hacia él y los que habían llegado.

—Lo siento, lo siento —Luca se disculpó enseguida— B-buenos días —se aclaró la garganta y enderezó su postura para saludar a sus dos vecinos.

Allí estaban el señor Branzino junto con su única hija con la cual se había chocado segundos atrás. Su padre largó una risa en voz baja a lo que ella se cruzó de brazos.

—No es gracioso papá —espetó ella al adulto antes de girarse a Luca— ¿Siempre vas tan apurado? —la chica lo miró con desaprobación antes de negar con la cabeza. Luca miró hacia abajo.

—Perdón —sonrió con timidez— ¿Qué haces aquí? —preguntó a su vecina.

—Qué tal Daniela, Luca —saludó el señor Branzino con una cordial sonrisa antes de suspirar.

—Hola señor Branzino —saludó Luca educadamente como era costumbre en él.

—¿Podemos ayudarlos en algo? —Daniela preguntó mientras apoyaba sus manos sobre los hombros de Luca.

—En efecto, sí —el hombre mayor sonrió de manera tensa y luego le indicó a Daniela con un gesto que se apartara de los niños a lo que ella obedeció con curiosidad— Ahora regreso, Eva.

Luca vio a los adultos hablar en voz baja. No pudo evitar preguntarse si estaba todo en orden y si se enteraría luego. Su vecina aclarándose la garganta llamó su atención.

—Entonces... —Eva sonrió— ¿Ibas a la superficie?

—Eh, sí —Luca asintió mientras giraba su cuerpo para enfrentarla— Iba a ver a mis amigos y...

—Okay, qué lindo —interrumpió ella, sacudiendo sus manos— Yo también iré a la superficie algún día.

El chico ladeó la cabeza. Sabía que los padres de Eva habían ido algunas pocas veces a Portorosso, pero no con su hija.