Especial 9: La historia completa del secuestro.

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Narrador omnisciente

Hona paseaba en la calle de la mano de su abuelo paterno. Iban de camino al banco a sacar dinero y de un momento a otro, un pistolero que se encontraba en unos edificios en diagonal a 50m disparó. Acto seguido una furgoneta paró y la recogió. Se despertó en una playa en la que le hicieron bajar del coche y caminar unos metros a un camino.

_Secuestrador: Camina maldita niña, no te conviene no hacernos caso -dijo el secuestrador más alto y fuerte-

Hona lloraba, solo quería ver a su madre y a su padre, ella ya sabía que su abuelo no estaría más con ella.

En su casa todo pasó rápido. Al principio recibieron una llamada del departamento de policía y esta le comunicó la muerte de su abuelo. Ellos pensaban que Hona continuaba en su habitación y que nunca había salido esta tarde de la casa con su abuelo. Por tanto no estaban alarmados hasta la hora de la cena.

Ella lloraba de camino a ese camino, un camino de ramas secas y árboles grandes y frondosos. Se apoyó en un árbol cuando los secuestradores pararon, le miró el reloj al secuestrador que tenía al lado fijándose en los números que este ponía y continuó cuando todos continuaron. Llegaron a una casa abandonada en la que la hicieron entrar y la cambiaron. Una pequeña niña de tres años modelaba una ropa interior y le hacían llevar un número en la barriga. Esa pequeña niña llamada Hona.

_Señor: 45000€ y en efectivo.
_Señor 2: 70000€ Esa niña puede ser bien amaestrada.
_Señor 3: En un futuro será linda, servirá de mascota si se educa desde ya. 120000€ ahora mismo.

Comentarios así se escuchaban mientras la niña modelaba una ropa no apropiada para ella. Cada vez subían más las apuestas y el morbo de los señores y señoras.

La primera prueba era visual. En la segunda prueba la niña era amarrada desnuda a las patas de una mesa e iba siendo tocada por las mismas personas que pujaban. Algunos la estimulaban, otros le tocan el culo, otros la agarraban y otros la ahorcaban un poco mientras otros le estimulaban. La tercera prueba consistía en darle golpes, pasearla como a un perro, obedeciendo órdenes y también las personas la ponían a estimularlos o se autoestimulaban con esas manitas.

Cada vez las pujas subían más, 10 millones de euros fueron las ofertas finales. Ya ambos señores no tenían más dinero y no podían pujar más. Hubo peleas y ese día ella volvió al lugar donde la retenían sana y salva, al menos físicamente, o eso aparentaba.

Varias veces fue y en todas pasó lo mismo, no tenían dinero suficiente ya que querían subir las pujas del primer día o igualarlas. Hona no fue vendida, pero si usada.

Los días pasaron y cada vez era peor, recibía videos de torturas que le hacían diariamente con cadenas, audios gritando, electricidad por todo su cuerpo mientras era sentada en una silla y no podía ni moverse, ya que estaba atada y muchas otras torturas impensables recibía diariamente.

Hona lloraba día y noche. Extrañaba a su familia, estaba adolorida y sobre todo, no sabía que pasaba. No conocía a esa persona que entraba, salía y le daba algo con lo que alimentarse. Pedía a su familia incontables veces. Hasta que un día esa misma persona que le alimentaba le dió con un tubo de acero de dimensión media y gran grosor en la cabeza. La pequeña niña calló rendida en el suelo del lugar húmedo y pegajoso. Su sangre se esparcía poco a poco al alrededor de su pequeña cabeza y poco a poco fue cerrando los ojos. Un día fue metida de nuevo a la furgoneta y la dejaron tirada en medio de un descampado. Ahí se dió un golpe con una piedra en el mismo lugar que días anteriores le habían dado y se desmayó con la ayuda del dolor del atropello que había sufrido segundos antes causado por las motos y el coche de las personas que le retenían.

Pasadas las horas, su familia que la llevaban buscando en el lugar que le habían dicho los secuestradores en el intercambio de dinero, la encontró desmayada, llena de lesiones y daños.

Al llegar a la casa consiguieron llamar a un médico amigo de la familia que les ayudo con el tratamiento de Hona. El pequeño brazo y la pierna de la niña se encontraban enyesados. Su diminuta cabeza se encontraba hinchada ya que tenía el cráneo con unas leves fisuras que se curarían solas en unas semanas.

El hombre no preguntó nada. Sólo la revisó y recogió pruebas en su clínica privada al día siguiente.

Hona seguía desmayada, oficialmente en coma, pasados unos meses se despertó ya en una clínica normal. Había un gran problema, Hona no se acordaba de nada debido a su golpe en la cabeza, algo que durante mucho tiempo, ya sean meses, años o nunca se llegaría a acordar de todo lo sucedido en esos días.

Duró dos meses secuestrada, dos meses de torturas, de continuos intentos de venta a otras personas las primeras tres semanas. Porque la intención de los secuestradores no era devolverla, era venderla y torturar así a su familia, pero visto que no conseguían hacerlo, no pudieron hacer otra cosa que pedir rescate a las tres semanas de estar secuestrada.

La familia consiguió recuperar a Hona pagando el rescate dicho por los secuestradores en un mes y una semana. Un millón de euros era lo que les habían pedido, era una gran cantidad de dinero para ellos, pero entre sus ahorros, un préstamo que solicitaron al banco y ayuda de sus amigos más cercanos, consiguieron tenerla de nuevo con ellos.

Hona cambió mucho su carácter de niña risueña, ya no era como hace unos meses, pero se seguía comportando igual que antes. Su mente sabía que todo había cambiado, pero decidió bloquear esos recuerdos y ponerlos como un trauma. No se acordaría de nada hasta después de unos años que poco a poco empezaron a revelarse las cosas, pero esto no hace que no se despertara por las noches con pequeños fragmentos que no conseguía recordar, pero que igual sentía que lo vivió.

Luz de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora