Capítulo 31: Desastre

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Tanto Merida como Hiccup habían sido los primeros en levantarse temprano este día, pues no querían llegar de tan noche a DunBroch. Merida vistió con un conjunto que Astrid le había obsequiado la noche pasada para que no fuese tan incómoda en uno de sus vestidos, ahora se encontraban acomodando todo para su partida.

— Estoy algo seguro de que traías más cosas contigo. —expresó el castaño, mirando las pertenencias de la pelirroja.

— Algunas de ellas las regalé, y las otras se perdieron, no lo sé. —se encogió de hombros.— Pero mira el lado bueno, Chimuelo no cargará tanto. —

— Tienes un buen punto, y creo que estamos listos. —

— No Merida. —Brutacio se le acercó simulando llorar.— Gallina y yo te extrañaremos mucho. —

— Había olvidado por completo esa gallina. —le susurró a Hiccup.

— Una flor, para otra flor. —Patán se acercaba con un ramo con algunas flores marchitadas.— Aquí tienes, con esto te llevas mi corazón. —

Hiccup miró a Patán de manera incrédula mientras ahora miraba a Merida tomarlas incomodamente.

— ¿Gracias..? —respondia incómoda.

Astrid se acercaba junto a los demás quienes se les veía algo nostálgicos.

— Patán la próxima recoge flores que estén menos... Secas. —aconsejó la rubiay se acercó a Merida.— Vuelve pronto, te extrañaremos. —le sonrió y luego le abrazó.

— Ya eres como de la familia, Mer. Te extrañaremos mucho. —Patapez también se despedía con un abrazo.

Tanto Heather, Brutilda y Bocón se habían acercado a despedirse, Bocón por su parte le obsequió a Merida un hacha muy bien afilada para que les recordara en caso de que le sucediera algo.

— Merida fue un placer tenerte aquí, siempre serás bienvenida en Berk. —Valka le dió una última sonrisa para ver cómo el castaño le ayudaba a la pelirroja a subir para luego subir él.

Los "Adiós" no faltaron al ver cómo Chimuelo se elevaba para empezar a retirarse.

— Y no se lo dijo. —añadió Brutilda.

— ¿Decirle que a quién? —preguntó  con un ceño confundido.

— Nad... —

— Que le gusta. —

— ¿Quién? ¿Merida de mí? —preguntó el de cabello negro con el semblante iluminado.

Astrid rodó los ojos e hizo un chasquido con la lengua.

— No Patán tú no, Hiccup. —aclaró.

— ¡A Merida le gusta Hiccup? —él pelinegro se veía alarmado.

—Sí, y viceversa. —respondía Heather.

Patán le miró por unos segundos y luego empezó a reírse fuertemente, mientras que todos se fuesen apartando e incluso algunos le dejaron solo.

— Gracias por todo. —le dijo chica por su hombro.— Todo fueron muy amables conmigo en todo momento. —ella mantenía una sonrisa.

— Esa es la esencia de Berk, espero que vuelvas pronto. —el castaño le miró de reojo y también brindándole una sonrisa.

— Claro que sí. —respondió emocionada.— Intentaré volver lo más pronto posible, además sería bueno que habláramos por cartas, ¿Qué piensas? —

— Creo que es una excelente idea, y yo podría visitarte de vez en cuando. —

— Estaría yo muy honrada. —respondió la de rulos con una sonrisa.

La mayor parte del viaje charlaron acerca de cosas que vieran a su alrededor, o que se les había olvidado mencionar y era el momento, ya que la mayoría del tiempo se sentían observados.

— No sabía que bailabas. —la pelirroja se iba comiendo las bayas que había recogido el día anterior.

— Si te refieres a lo que bailé contigo, lo aprendí, así que no, no bailo. —

— Un poco de lo que Bocón tomo toda la noche ayer y creo que sí bailas. —comentó con un risa pequeña.

— Es muy poco probable. —mintió el castaño al recordar que le había sucedido la última vez que abuso del hidromiel.— ¿Qué tanto hablaban tú y Astrid? —

— Amm... —Merida tuvo mini flashbacks de esas conversaciones con Astrid y como Hiccup siempre estaba presente en el tema.— Cosas de chicas, creo que ambas empezamos con el pie derecho y así que decidimos empezar de nuevo. —

— Eso es bueno. —

El cielo se empezó a tornar gris en el transcurso de las tres horas de viaje que llevaban y alguno que otro sonido de los truenos hacían a Merida dar pequeños brincos del miedo. El castaño podía notar como el agarre de Merida cambiaba cada vez que un trueno sonaba de manera fuerte, así que conociendo un poco el camino que habían tomado, decidió junto a Chimuelo aterrizar en una de las islas más cercanas.

— ¿No te gusta la lluvia? —preguntó él mientras caminaba junto a su dragón.

— Los rayos son los que no me gustan, la lluvia por si sola es muy relajante. —respondió ella mientras intentaba esconder su miedo.

— Estamos de suerte, espera aquí un momento. —el castaño había encontrado una cueva un tanto pequeña pero lo suficientemente espaciosa para los tres, con mucho cuidado encendió su espada para ayudarse en caso de que apareciera algún dragón peligroso, pero la cueva al parecer era segura y no tan profunda. —Aquí podemos esperar a que la lluvia cese. —

Merida asintió y entró seguida de Chimuelo.

— ¿Han viajado mientras hay una tormenta? —la pelirroja tomaba asiento en una de las rocas.

— Hemos viajado así muchas veces. —comentaba el castaño mientras se sentaba en el suelo.— Incluso hemos tenido combates en el aire mientras llueve. —

— Wow... —

— Todo por los dragones, y mantenerlos a salvo claro. —

— Imagino que se han lastimado alguna vez. —

— Muchas, pero no de maneras tan graves. Incluso Astrid se enfermó una vez, a Patán le cayó un rayo... —el tono del castaño era tranquilo.

— ¿A Patán le cayó un rayo y lo dices así de tranquilo? —

—Digo, Colmillo está bien. Y él también. —se encogió de hombros.

La pelirroja estaba algo tensa y su pierna se movía constantemente en un modo ansioso respecto el clima.
El castaño estaba atento de todo, y había notado el miedo y los saltos constantes que Merida había tenido durante varios minutos.

— Sabes... Existe un jefe de los dragones. —el castaño pensó que su habilidad para hablar podía distraerle.

— ¿Jefe de todos los dragones? ¿De dónde lo sabes? —

— Nunca lo ví, sin embargo yo encontré el huevo que puso. —

— Pero, ¿Cómo sabes realmente que era su huevo y no de otro dragón? —

— ¿Nunca has visto un huevo de dragón en tu vida, verdad? —preguntó y ella negó.— Si, eso lo explica... —

— Oye. —ella se levantó para acercarse a tomar asiento al lado del castaño, para darle un empujón y este sonriera. —Cuentame más. —

Ambos se miraron por un segundo, sin embargo el castaño aparto la idea tonta de su cabeza y continúo distrayendo a la chica de la fuerte tormenta que había afuera.

Like The First Time [Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora