Capítulo 13: Dura verdad.

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Dos días después aquella idea de que Astrid le podría ser infiel a Hiccup no se le salía de la cabeza, hoy estaba decidido a hablar con ella.
La rubia se encontraba afilando su hacha, hasta que fue interrumpida por aquel castaño.

—¡Hey, As!—le dijo él chico bajando de Chimuelo.

—Mira lo que trajo el dragón.—bromeó ella.—¿Qué sucede, Hic?—

—Toma a Tormenta, iremos a volar.—avisó el ojiverde.

—¿Cómo?, ¿Ya?—ella arqueó una ceja y él asintió.—¿Qué te pico hoy?—ella colocó su mano en su cintura.

—Nada.—él se encogió de hombros.

Ella rodó los ojos y llamó a su dragón, subió y ambos emprendieron vuelo.

—¿Estás seguro?—ella lo miraba.—Tengo un mal presentimiento.—

—¿Malo?—ahora él arqueaba su ceja.

—Siento que es algo que no está bien.—

—¿Por qué?—preguntó él.

—Fuiste espontáneo Hiccup, es algo que es muy raro en ti, siempre planeas las cosas.—respondió Astrid.

—Tengo que hablar contigo de algo serio.—soltó el castaño.

—Hubieras empezado por ahí, aterricemos allí.—habló ella señalando unas rocas.

Ambos tocaron tierra y luego tomaron asiento en el poco césped que había.

—Hiccup, mira, sí vas a hablar del matrimonio yo tengo al...—

—No, no es sobre el matrimonio.—

—¿Entonces de qué es?—

—Leí la carta que te envío Eret.—

—Lo sé.—

—Ya lo sabía.—dijo ella.

—¿Q-Cómo?—el castaño la miraba confundido.

—La carta de Eret traía fecha, tú me la entregaste hace dos días y fue enviada hace cinco días.—

—Oh...—

—Supongo que ya sospechas algo, ¿No?—ella apartó la mirada.

—¿Que es lo que sucede Astrid?—preguntaba él con confusión en su voz.

—Hipo, seré directa.—la rubia soltó un suspiro.—No eres lo suficiente para mí.—

—¿Qué quieres decir?—

—Hipo, yo quiero a alguien fuerte, valiente, alguien que esté dispuesto a dar su vida por mí, alguien de un carácter mejor, ¿Entiendes?—

El ojiverde se quedó sin palabras.

—Sé que suena muy grosero, pero... Es mejor que te diga la verdad, ¿No?—

—Sí, entiendo...—

—Lo siento.—ella jugó con sus manos.

—Tranquila.—él soltó un suspiro.—¿Hace cuánto llevan hablando?—

—Desde hace siete semanas, aproximadamente.—

—Supongo que Eret es mejor.—

—Tiene mejores aspectos, al igual que tú, tiene buenos y malos.—

Él sonrió.

—Espero que seas realmente feliz con él As.—él la miró.

—Gracias por todo Hic.—ella le devolvió la sonrisa.—Estoy segura que hay alguien allá afuera que te tratará cómo quieres.—ella le tocó el hombro.—Alguien que te va amar de una manera distinta.—

—Supongo que sí.—respondió ella.

Ambos se sonrieron y la rubia le brindó un último abrazo.

—Creeme que para mí seguirás siendo cómo un mejor amigo Hiccup, siempre estaré aquí para todo.—hablaba ella.

—Lo sé As, y yo también estaré para ti.—

—Te quiero mucho Hic.—

—Yo también Astrid, yo también.—

Luego de está ruptura, puede decirse, por el otro lado se encontraba aquella princesa hablando con los niños pequeños del pueblo, hablaba sobre dragones, que tan grandes eran, cómo eran, las formas, colores que podían existir, los niños lo disfrutaban, escuchaban atentamente la "historia" que contaba la pelirroja.

—Y entonces los vi, eran dos pequeños dragones.—dijo ella.—De color verde cómo amarillo.—

—Wow...—exclamaban los niños.

—Angus y yo teníamos, eran criaturas que nunca habíamos visto, al principio pensé que era una broma, qué tal vez sólo era mi imaginación.—decía la pelirroja.—Pero no eran reales, les iba a disparar y ¡Bam!, Alguien llegó y me gritó, y era él Jefe de Berk con su dragón, el furia nocturna.—

—¿Furia nocturna?—un niño rubio preguntó.

—Sí, cómo escuchaste, un furia nocturna, es negro, de grandes ojos verdes, una pequeña naricita, no tiene dientes, y si quiere usarlos salen.—

—¿Cómo?—preguntó una niña.

—Son retráctiles.—respondió Merida.—Puede esconderlos y sacarlos, también tiene grandes alas, y es el Alfa de todos los dragones. Todos le obedecen a Chimuelo.—

—¿Chimuelo?—

—Ese es su nombre.—

—Debería tener un nombre más heroíco.—habló una niña de nuevo.

—¿Cómo le pondrías tú?—preguntó Merida retadora.

Sí, la princesa de Dunbroch puede que se ponga a discutir con una niña.

—Fugaz, o Rayo.—

—Son nombres muy cursis.—defendió Merida.

—Y él de Chimuelo muy estúpido.—dijo un niño.

—¡Hey!, ¡Aún no tienes edad para decir esas palabrotas.—le regañó Merida.

Y los niños rieron.
A los días siguientes cuando Merida se iba a reunir de nuevo con los niños sus padres se acercaron a ella.

—Princesa.—hicieron reverencia.

—Oh, hola.—ella les recibió la reverencia.—¿Y los niños?—

—Queríamos hablar de eso con usted su majestad.—

—Llamenme Merida, no es para tanto.—dijo ella.

—Bueno, es que los niños nos han hablado sobre los dichosos dragones.—

—Oh, sí, ¿Que tiene que ver...—

—Señorita con mucho respeto pero los dragones no existen, mis niños me aseguran que existen y que quieren ser jinetes de dragones, ¿Que es eso?—

—¿¡Eso le quiere enseñar al pueblo, puras fantasías!?—

—Wow, wow, bajenle el fuego a su sopa.—interrumpió ella.

—No pueden negar la existencia de algo que no han visto, pero tampoco la pueden asegurar.—habló con respeto Merida.—Además, ¿No creen que es una falta de respeto hablarle así a la próxima reina?, ¿Exaltarse y no dejar a los niños ser niños?—

—Primero centrarse que en madurar un poco su majestad.—habló en burla una de ellas para retirarse seguida de la otra.

Merida suspiró, no quería estresarse tanto, uno de los pueblerinos que también había contado sobre los dragones y lo habían señalado de loco.
Decidió marcharse a su hogar, con sus puños cerrados, muchas veces odiaba a ese tipo de pueblerinos, inventaban todo para ser el centro de atención, realmente ella lo odiaba.

Lo siento por las actualizaciones lentas, pero la inspiración para los diálogos me falla, pero ya estoy inspirada.
Hasta la próxima.🧡

Like The First Time [Mericcup]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora