Querido diario:
Tengo un montón de cosas que contarte. Ni siquiera nos hemos presentado y ya te estoy taladrando con mis problemas.
Por cierto, perdona por las pegatinas de súper héroes con las que te he adornado. Últimamente no llego a fin de mes, así que he tenido que reciclar un cuaderno escolar comprado en los chinos y apañarlo con papel de forrar color naranja y pegatinas de cuando iba al instituto. Lo sé, soy lo peor.
Y dirás que qué hago a mis veinticinco años escribiendo un diario, pero todo tiene una explicación. La explicación se llama Saiko, y no es mi novia, por mucho que a mi abuela le haya dado por pensar a estas alturas que soy hetero. Saiko es mi psicóloga desde que Hitoshi, mi exnovio, ese cabronazo...
Saiko es mi psicóloga desde que tuve un momento de bajón de esos con chocolatinas, kilos de más y mucha mala leche. Y es que mi vida no tenía rumbo. «Eres como un barco a la deriva buscando quien lo guíe», suele decir Saiko. Le gusta ponerse filosófica mientras me aconseja con cara de intensa, y yo finjo como un niño bueno que voy a hacer todo lo que me diga, aunque los dos sabemos que no va a ser así.
El caso es que Saiko me dijo que tenía que trazar nuevos planes. Porque, según ella, estoy estancado en el pasado y nada cambiará a no ser que yo le dé un giro. «Busca nuevas amistades, haz algo que te guste, encuentra la motivación necesaria para salir de ese letargo que solo te lleva a estar deprimido. Cambia de camino y márcate otras metas». Así que, por primera vez y tras invertir más de trescientos euros en terapia, decidí hacerle caso.
Ni lento ni perezoso, y en un arrebato de esos de los que luego te arrepientes, dejé mi trabajo como camarero en un restaurante cutre familiar y me dispuse a escribir un diario. ¿Que por qué dejé mi trabajo? Porque mi exjefe es un viejo baboso y malhablado que, cada vez que se acercaba a mí, o me tocaba el culo o me gritaba lo inútil que era.
¡Un año, dos meses y seis días es lo que he aguantado en semejante trabajo de jornada completa y salario basura! ¿Y todo para que en uno de mis arrebatos me vaya sin más y me quede en el paro? ¿He dicho ya que necesito urgentemente un empleo? ¿Y que soy un desastre? Como ves, no suelo pensar mucho las cosas antes de actuar. Por eso siempre me han llamado Deku.
Saiko también me aconsejó que hiciera nuevos amigos, consejo que seguí a medias por aquello de que arruinarlo todo es mi gran especialidad. Así que decidí buscar un confidente. Alguien a quien contarle mis penas sin tener que pagar cincuenta euros la hora. ¡Y te encontré a ti!. Ya sé, ya sé lo que estás pensando... Por supuesto que es un coñazo escuchar los problemas ajenos sin que te paguen, pero yo necesito urgentemente que alguien me diga qué he hecho mal en la vida. Un confidente al que contarle mis miserias. ¿Hacia dónde voy? ¿Por qué he dejado el trabajo si no tengo donde caerme muerto? ¿Por qué nadie me quiere? La crisis de ansiedad motivada por que a principios de mes tengo la increíble cantidad de ciento veinte euros con treinta y tres céntimos para sobrevivir me hizo llamar a Saiko a las cuatro de la mañana en busca de respuestas.
-¡Saiko, la he cagado! -Lloré desconsolado. Oí un suspiro de agotamiento al otro lado de la línea.
-Izuku, ¿sabes qué hora es? -respondió cortante.
-¡Estoy fatal, he dejado el trabajo y no puedo pagar el alquiler! ¿Sabes que lo único que tengo en la nevera es una barra de salchichón y yogures con bifidus? ¿Hay algo más triste que un bocadillo de salchicón para cenar?
Saiko se quedó en silencio durante un instante, probablemente asimilando lo que acababa de contarle.
-¿Cómo que has dejado el trabajo?
Bien, pasábamos del salchichón e íbamos al grano.
-Pues que he seguido tu consejo. Quiero encontrar nuevas metas y...

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My Boss? No!
FanfictionIzuku es un joven un poco desastre, recuperandose de un ruptura con su novio de siempre, su familia un poco inestable. Al menos tiene un gato y un nuevo trabajo, que sería perfecto si no fuera por su nuevo jefe: Mr. Smile". Pareja: Katsudeku Género:...